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- 10/01/2010 01:00
Como una oportunidad de vida que les cambió la misión y la visión del mundo y la sociedad, define Carlos Agrazal Pereira, becario de la Fundación Danilo Pérez, la posibilidad que, gracias a esta organización, tienen jóvenes panameños y también de otras nacionalidades, de estudiar música y perfeccionarse en la ejecución de algún instrumento en escuelas de reconocido prestigio en el exterior.
Faltaban apenas seis días para el 7° Panama Jazz Festival cuando visitamos las instalaciones de la Fundación y ya era un hervidero de gente. Alumnos de las clínicas y talleres, voluntarios, becarios y personal administrativo subían y bajaban las escaleras incesantemente. El maestro Danilo Pérez junto a su esposa Patricia y a una de sus pequeñas hijas iba de una oficina a otra en el ajetreo previo a la inauguración del encuentro. No fue difícil dar con los cuatro becarios que alternando su almuerzo con la entrevista nos contaron sus experiencias con el jazz y la Fundación.
CARLOS AGRAZAL
Nacido hace 27 años en Penonomé, Carlos quien toca el saxofón desde que cursaba el quinto grado, es uno de los primeros beneficiados con una Beca Instrumento Musical de la Fundación en 2005, año en que ésta inició sus actividades. Cuando empezaba a estudiar música en la universidad conoció a Danilo Pérez y después de hacer una audición en el festival de jazz obtuvo la beca Presidencial Panama Jazz Festival que le cubre los estudios completos en el Conservatorio de Música de Puerto Rico.
Para Carlos esta oportunidad marcó un antes y un después en su vida. Ahora está convencido de que “a través de la música uno puede enseñar valores y hacer cambios importantes en la sociedad, pelear contra las drogas y ayudar a elevar el nivel de la educación” y tiene el firme propósito de, que una vez termine la carrera el año 2012, volver a Panamá a enseñar todo lo que ha aprendido y a continuar la tarea que está realizando el maestro Pérez.
Carlos, junto a otros dos panameños y un portorriqueño ex alumno de Danilo Pérez, tocará en la apertura del festival formando parte del grupo Arad, vocablo kuna que quiere decir azul. Cada año se le da la oportunidad a algún becario de abrir el concierto y “ahora me tocó a mí”, dice orgulloso. Es imposible resistirse a preguntarle porqué eligió jazz entre tantos géneros musicales. Carlos responde que éste es un tipo de música en el “que puedo expresar muchas cosas, tengo la libertad de aportar a lo que estoy tocando, algo que no me daba la música clásica que antes tocaba. Tocas en base a un papel, pero te permite improvisar”, concluye.
JAHAZIEL ARROCHA
Un sentimiento parecido embarga a Jahaziel Arrocha, que con sus 21 años es alumno de tercer año de Licenciatura en Interpretación de Berklee College of Music gracias a la Fundación, quien también toca saxofón desde que tenía 14 años y tiene el propósito de hacer una maestría y “volver a Panamá y dar clases para que suba el nivel y formar más músicos, mejor preparados y así subir la cultura en general en mi país”.
Jahaziel empezó tocando en la banda de su escuela, posteriormente tomó clases con el saxofonista panameño Carlos Ugarte y formó parte de la “Big Band” de la Universidad de Panamá que dirige Vitín Paz, y durante el festival de jazz de 2007 ganó una beca para el verano de ese año en Berklee y a continuación ganó otra para la licenciatura. Jahaziel considera que el haber obtenido la beca le ha permitido enriquecerse no solamente por el hecho de compartir con unos 4 mil alumnos de otros países, sino por poder beneficiarse de la enseñanza de los mejores profesores de música entre los que se encuentra Danilo Pérez. “Es increíble conocerlo desde acá, ver cómo hace su trabajo y las giras y el propósito que tiene de ayudar a la gente a que mejore y enseñar música a otras personas, poco a poco trabajando por la cultura, creo que eso ha sido lo mejor”, dice emocionado.
Junto a profesores y compañeros del programa Global Jazz Institute de la escuela de Berklee, Jahaziel se presentará en el festival de jazz de este año, en dos ensambles, lo cual no es nuevo para él pues en el festival anterior ya estuvo presente formando parte de un cuarteto.
AQUILLES NAVARRO
Aunque ya había pasado por marchas, folclore, salsa y algo de jazz, Aquilles Navarro descubrió el verdadero jazz gracias al famoso saxofonista Carlos Garnett. “Me gustaba la libertad de la música al improvisar y al principio, el virtuosismo de los jazzistas”, relata, “pero con el maestro Garnett me di cuenta de que era otra cosa, empecé a entender la parte fundamental del jazz” dice este joven de 20 años que desde 2008 estudia gracias a una beca Panama Jazz Festival interpretación musical en New England Conservatory en Boston.
“Me estoy especializando en ejecución de trompeta”, cuenta Aquilles, “y lo bueno es que puedo tomar también composición, aunque lo que más me gusta es ejecución, está creciendo en mí el deseo de componer y solo estoy esperando el momento oportuno para hacerlo”. El después para esta joven promesa es lograr buenos contactos en los cuatro años de estudio para “poder tocar con alguien más grande que yo, tener estabilidad y tocar profesionalmente” y para ello también tiene el propósito de hacer una maestría en Boston o Berklee.
Aquilles piensa que le gusta la música por que heredó los genes de su padre Sixto Navarro, que fue profesor de cello en el Conservatorio de Panamá y tocó en la Orquesta Sinfónica Nacional. Sostiene que aunque “el jazz en Panamá es más chiquito que otro tipo de música, la gente joven que lo quiere aprender está aumentando” y dentro de su compromiso con la Fundación, Aquilles da clases y clínicas cada vez que viene a Panamá porque “uno aprende muchísimo y hay que darle la oportunidad a otra gente”, sentencia.
JOSÉ ARTURO SOTO
José Arturo Soto, es el primer extranjero que la Fundación Danilo Pérez beneficia. Nacido en San José, Costa Rica hace 25 años, hizo un bachillerato en enseñanza y ejecución de piano clásico. A principios de 2009 conoció a Carlos Agrazal y fue invitado al festival de jazz de ese año pero no pudo asistir. Posteriormente lo invitaron a una gira nacional y le permitieron aplicar a la beca International Fellowship, la cual al obtenerla le ha permitido permanecer ya 6 meses en Panamá estudiando con el maestro Pérez e interactuando con las actividades de la Fundación.
“Yo estoy aquí porque en mi país no existe esta posibilidad”, dice José quien dentro de diez años se ve en algún lugar como la Fundación, haciendo lo mejor posible para ayudar a lo demás a través de la música. “Yo aprendí en la fundación que la música puede ser algo más”, agrega, “puede convertirse en un vehículo para generar cambios, por lo menos a mí me ha ayudado a ser mejor persona y a crecer, y espero que otra gente tenga esa posibilidad”, añade.
La Fundación Danilo Pérez, ubicada en el edificio del antiguo Conservatorio Nacional de Música en el Parque Herrera, tiene actualmente unos 44 becarios, que se han beneficiado con los diferentes programas como Instrumento Musical, abierta a estudiantes que necesiten un instrumento para estudiar o trabajar; Beca Maestro de Música, para maestros y músicos que les permite asistir a las actividades del Panama Jazz Festival; Beca Estudios Musicales para estudiar en las mejores escuelas del mundo; Becas del Panama Jazz Festival que es el centro de audiciones para admisión y becas a centros de prestigio y Goldanski Piano Institute, para un curso intensivo de piano por una semana en la Universidad de Princeton.