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El Congreso Anfictiónico y el rol que jugó Panamá en la unión latinoamericana


- 22/06/2025 00:00
En el corazón de América, el Istmo de Panamá, fue escenario en 1826 de un acontecimiento histórico sin precedentes: el Congreso Anfictiónico de Panamá, una ambiciosa iniciativa diplomática impulsada por Simón Bolívar con la finalidad de forjar una alianza entre las nuevas repúblicas latinoamericanas surgidas tras las guerras de independencia.
Este evento, aunque limitado en sus resultados prácticos, marcó el primer intento serio de integración continental y proyectó a Panamá como un punto geopolítico estratégico de gran relevancia para el futuro de la región.
La idea del Congreso Anfictiónico nació del pensamiento integrador de Simón Bolívar, conocido como el Libertador, quien creía firmemente que solo una América Latina unida podría defenderse de futuras amenazas externas, garantizar su soberanía y desarrollarse con estabilidad.
Inspirado en la Liga Anfictiónica de la Antigua Grecia, Bolívar propuso crear una confederación de Estados latinoamericanos que pudiera enfrentar de manera conjunta los desafíos geopolíticos del momento.
Tras años de guerras de independencia, los pueblos latinoamericanos se encontraban en una situación vulnerable.
Las potencias europeas observaban con recelo el surgimiento de nuevas repúblicas, y Estados Unidos, con su doctrina Monroe, que establecía la consigna de ‘América para los americanos’, comenzaba a proyectar su influencia en el continente.
Ante este panorama, Bolívar buscó consolidar la independencia mediante una alianza regional que asegurara la defensa mutua, la cooperación económica y la armonización política entre las naciones hermanas.
El Congreso Anfictiónico tenía varios objetivos concretos. Uno de estos fue establecer un pacto militar entre los países miembros para hacer frente a posibles agresiones externas, especialmente de potencias europeas o de Estados Unidos.
También buscó fomentar la creación de una confederación latinoamericana que sirviera de foro permanente de discusión y coordinación diplomática y promover el libre comercio y la navegación entre las nuevas repúblicas para fortalecer sus economías.
Así como crear acuerdos sobre leyes internacionales, relaciones exteriores y tratados de paz y guerra que permitieran una convivencia pacífica y ordenada y brindar apoyo mutuo frente a amenazas internas como rebeliones o guerras civiles.
Bolívar extendió la invitación a todas las naciones recién independizadas del continente, incluyendo a la Gran Colombia, que en ese entonces abarcaba Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; México; Perú; Chile y Río de la Plata que hoy es Argentina.
También se invitó a las Provincias Unidas de Centroamérica que actualmente son Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica y Bolivia.
Sin embargo, diversos factores políticos y logísticos limitaron la participación efectiva. A la cita finalmente acudieron delegaciones de la Gran Colombia, México, Perú, Centroamérica, Chile y Argentina no asistieron, mientras que la delegación boliviana llegó tarde, cuando el congreso ya había concluido.
También se invitó a representantes del Reino Unido y de los Estados Unidos como observadores, aunque su papel fue marginal.
El Congreso se celebró oficialmente en la ciudad de Panamá entre junio y julio de 1826. Las sesiones se realizaron en la entonces ciudad colonial de Panamá, en medio de un clima de entusiasmo, pero también de diferencias ideológicas entre las delegaciones.
A pesar del simbolismo del encuentro, los resultados concretos fueron limitados. Se firmaron algunos tratados de alianza y cooperación, como un acuerdo de defensa mutua, pero pocos fueron ratificados por los congresos nacionales de los países asistentes, lo que impidió su aplicación práctica.
La falta de unidad política, las tensiones internas en varios Estados y los intereses particulares de las elites gobernantes dificultaron la consolidación de una verdadera confederación americana.
Aunque los efectos inmediatos del Congreso Anfictiónico fueron reducidos, el impacto para el Istmo de Panamá fue significativo, tanto en términos simbólicos como geopolíticos.
La elección de Panamá como sede del Congreso no fue casual. Su ubicación geográfica privilegiada, como puente natural entre América del Norte y del Sur, lo convertía en un lugar ideal para el encuentro continental.
El evento proyectó internacionalmente la importancia del Istmo como punto estratégico de tránsito, un factor que décadas después sería determinante en la construcción del Canal de Panamá.
El Congreso también reforzó la percepción de Panamá como un territorio destinado a unir naciones y facilitar el diálogo entre pueblos.
Esta visión de Panamá como lugar de encuentro y cooperación regional se ha mantenido a lo largo del tiempo y ha influido en su identidad nacional.
Aunque el Congreso no logró sus metas a largo plazo, sirvió como antecedente e inspiración para futuros proyectos de integración latinoamericana, como la creación de la OEA (Organización de Estados Americanos), el ALBA, y otros organismos regionales. Panamá quedó grabada en la memoria histórica como la sede del primer esfuerzo de unidad latinoamericana.
El Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826 representó un momento crucial en la historia de América Latina.
Fue el primer intento real de integración continental, con un ideal de unidad, cooperación y defensa mutua frente a las amenazas del exterior. Aunque sus resultados concretos fueron modestos, su importancia simbólica y su legado ideológico perduran.
Para el Istmo de Panamá, el Congreso significó su entrada en la diplomacia internacional y reafirmó su papel como eje de comunicación entre las Américas.
Hoy, casi dos siglos después, sigue siendo recordado como un hito en la historia regional y como testimonio del sueño bolivariano de una América Latina unida, libre y solidaria.