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- 04/05/2010 02:00
Cuando tu hijo se convierte en hermano de alguien con el cual no está completamente emparentado por la sangre (o algunas veces sin ningún parentesco), es importante que toda la unidad parental involucrada pueda acordar con la terminología que será utilizada al discutir las relaciones.
Julia, ama de casa, comenta: “Nunca hemos llamado a nuestros hijos más que hermanas aún cuando mi hijastra es solamente media hermana de mis dos hijas biológicas”.
El eslabón que ellas comparten como hermanas, aún en su edades relativamente tempranas, no tiene cabida para “mitades” o “semi”, imágenes que algunas veces se conjuran para dejar al niño pensando si la relación de hermandad es de alguna manera menos de lo que debería ser.
Es en estas situaciones que pueden aflorar los sentimientos que no son precisamente de amor.
La rivalidad entre hermanos existe a toda costa
Sea que tengas dos niños o cinco, la rivalidad entre hermanos siempre existirá, por lo menos en algún nivel. Habrá sentimientos de celos por el tiempo que se dedica a uno o el otro padre pareciera contar con más calidad. El dinero que se gasta en cada niño es mentalmente tabulado o se comparan por el número total de los juguetes recibidos.
Estos sentimientos son normales y con el propio cuidado de los padres, los celos y la rivalidad nunca escalarán en más actitudes y sentimientos negativos.
El peligro con un medio hermano que se ha mezclado en una familia es que inevitablemente habrá diferencias reales en la cantidad de tiempo y dinero gastado en cada hijo.
En estos casos, deberán ser sostenidas cuidadosas discusiones apropiadas de acuerdo a la edad para descubrir algún tema serio de rivalidad que pudiera existir.
Calidad, no cantidad
Si no viven en tu hogar todos los niños por tiempo completo, aumenta la probabilidad de observaciones injustas. María comenta: “Aunque no tenemos a mi hijastra con nosotros todo el tiempo, cuando viene le dedicamos calidad de tiempo con sus hermanas y su padre”.
La última cosa que desearás es que los niños sientan que no tienen acceso equitativo a su propio padre biológico. Apartar tiempo de calidad no significa que tendrán que cenar algo extravagante e ir al cine; puede ser tan simple como caminar por el patio observando las plantas o jugar un juego después de que los más pequeños se hayan acostado.
La clave es calidad, no necesariamente cantidad de tiempo y recursos gastados con el niño “visitante”.
Conclusión
Como padres, pueden hacer mucho para desarrollar una relación positiva entre los medio hermanos y los que no lo son. Utilizando las palabras correctas y pasando tiempo de calidad con cada hijo para conocer sus personalidades individuales, así como apartar tiempo con los hermanos y unirlos en cualquier nivel que sea apropiado a sus edades.
No hay una varita mágica que pueda hacer que tus hijos se amen unos a otros pero puedes hacer algunas cosas para asegurar que la rivalidad no se promueva en tu hogar.
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