El soul de Joss Stone llegó al Istmo sonando a roots

  • 29/01/2016 01:00
Borrando las líneas que diferencian un género musical de otro, la cantautora inglesa brilló sobre un escenario

Joss Stone sonríe sobre el escenario, mira al piso descalza, el final de la introducción y el primer tema aún resuenan en el aire cuando le susurra al público. ‘Tengo algunas canciones nuevas... algo de reggae'. Retumba ‘Love me' y la audiencia es testigo de una voz criada en el soul, que estimula el baile ahora al ritmo del roots .

La noche anterior le diría a Ego que lo más difícil de este nuevo álbum sería unificar todo como un concepto sonoro, teniendo en cuenta que hay hip-hop, r&b, reggae, influencias de la india, guitarras flamencas, un coro de góspel y uno de niños. ‘Estamos en un mundo de sencillos y la gente descarga una canción aquí, otra allá —advertiría—. A mí me gusta tratar todo como si estuviese impreso en un disco de vinilo, de forma que pones la aguja, suena, y tienes esa sensación de que es fluido, tenía que ser una sola pieza',

Una ola de aplausos anticipa el verso de ‘Super Duper'. Es quizá la alegría de oír en vivo un éxito que ha sonado en las radios de los 204 países que planea visitar con este tour, o más. El público corea. Cuando el éxito recién pegaba, se percibía una voz más gruesa, con el soul más marcado en cada nota, pero esta noche en Teatro Amador su timbre pasea por distintos rangos, es tal vez la libertad de interpretar una versión más orgánica del tema: sobre el escenario sólo está una guitarra acústica, una batería y el bajo que sostiene Peter Innacone —el director musical de Joss Stone—. ‘Como pueden ver, olvidé empacar a mis coristas' dice la cantante bromeando. ‘¡Nosotros te cubrimos Joss!', adorna el discurso alguien del público. El público entero canta el final, la complicidad va ascendiendo, las luces densifican su brillo y se agrega una dosis de aplausos siguiendo el ritmo que luego florece en una ovación.

‘La idea de continuar trabajando en algo hasta que lo haces bien, sin importar cuánto tiempo tome, cada línea tiene que ser especial', contaría en la conferencia de prensa ha sido la mayor enseñanza que le ha dado Mick Jagger. Además de haber cantado con Herbie Hancock, el propio James Brown y un centenar de estrellas, en 2011 Joss Stone formó parte de SuperHeavy, un supergrupo donde cantaba el mítico vocalista de los Rolling Stones.

La noche recibe ahora cinco canciones en una, ‘Harry's Symphony', una canción sobre ‘fumar weed' que le rinde tributo a los clásicos del reggae jamaicano. Pete dictamina desde el bajo la oscilación de cada pieza, el instrumento es eléctrico pero la ecualización refiere al público a la estampa de un contrabajo. A media hora de show, el quiebre de la voz de Stone le sigue dando fluidez al diálogo con el público, esta vez en forma de roots. El año pasado, el álbum de la británica le valdría el título de ‘Artista de Reggae del año', por la revista Billboard. En segundo lugar: Bob Marley and The Wailers por el disco en vivo Easy Skankin in Boston ‘78 .

‘Ese apodo me lo dieron cuando era muy pequeña —diría la cantautora refiriéndose al día que el productor Smoky Robinson la bautizaría como ‘Aretha Joplin', por Aretha Franklin y Janis Joplin—, y todo el mundo estaba en shock porque era blanca, básicamente, había esta especie de ‘freak show' en realidad'. Pero la anécdota, que contaba como una broma, de alguna forma anticiparía la versatilidad de su voz.

‘Muchas gracias', pronuncia ahora en español y luego de dos canciones unas risas que hacían eco en el segundo piso molestarían a la cantante. Solo quiere olvidarse del momento y cantar suavemente —formula mientras hace un gesto delicado con las manos—, ‘pero solo queremos bailar, ¿no? Hay toda una historia detrás del tema pero no les contaré, de cualquier forma, espero que les guste'. Se aleja del micrófono para sumergirse en la música, es la sensibilidad de un autor que sube al escenario y recibe un trato tan cordial como la interrupción de una obra que le tomó cuatro años por una ajena carcajada.

‘Pienso que estoy tratando de probarme a mí misma y a aquellos que están mirando, que la música es universal —explicaría la noche anterior sobre su tour mundial— en verdad une a la gente, solo trae bondad'. Habían países a los que le habían recomendado no ir, como Honduras. ‘Pero si hay gente, ¿cómo puede ser tan malo? Si hay gente, hay vida, hay niños, hay madres, hay arte, poesía, naturaleza, todas estas cosas hermosas, y pienso que me estoy probando a mí misma que realmente quiero verlo todo'.

En lugar de dos canciones suaves, Stone decide propulsar aún más a la audiencia. Ni ‘Then u can tell me' ni ‘Landlord'; se abren paso ‘Molly Town', ‘Son of a preacher man', el matiz ronco de su técnica llega al clímax, entrando a los oídos de los asistentes como las reminiscencias de una leyenda del soul. Un oleaje de aplausos le va diciendo adiós.

Al final interpreta un inicio acústico de ‘Right to be', las luces destellan en su silueta mientras carga un ramo de girasoles, agradeciéndole a todos por venir, por ser parte de esta nueva emulsión que ha sacado bajo su propio sello discográfico luego de desligarse de EMI. Un álbum que encontraría en la sección de ‘world-music' de una tienda de discos. No parece ser casualidad, su música pasó de ser un puñado de hits de los años 2000 a un objeto de gira por todo el planeta.

Lo Nuevo