- 20/09/2021 00:00

Existe un misterio profundo en todos nosotros, que nos permite crear un afecto íntimo con los animales; sobre todo con los domésticos. La historia que aquí les narraré, tiene mucho que ver con esto, pues a mi regreso de Europa, mi familia había encontrado un perro - al parecer abandonado por alguien privado de sensibilidad y respeto hacia las criaturas - y tomado en los cuidados de Patrick (mi hijo) y Patricia. “Una gran responsabilidad”, fue mi sentencia al ver aquel pobre animal al que tendríamos que dar hospedaje por un largo tiempo hasta encontrarle una familia que lo adopte.
Atender a un perro lleva una serie de empeños, por lo que me encontré la mañana al día siguiente de mi regreso a casa, llevando al perrito a pasear; noté rápidamente que el animal no estaba acostumbrado a ser llevado por humanos, más bien medía toda su fuerza para doblegar mi comando, creando en mí un momento de confusión y gran frustración. Al regresar a la casa, llamé rápidamente a mi hermano Abelino - que es veterinario - y a José, un experto entrenador de perros al cual tenemos el honor de conocer.
“Perro viejo con vicios, son muy difíciles de quitar”, me dice mi hermano Abelino. “Debes hacerte respetar y ese perro es adulto; te costará mucho trabajo… te encontraste con un problema gratuito”. En cambio, José me dice: “Téngale muchísima paciencia, debe perseverar con decisión y claridad en el comando”. Al parecer sus frases querían darme esperanzas, y continuó: “Buen manejo de la rienda, y tiene que dotarse de un plan de entrenamiento. No es fácil, pero es posible corregir la naturaleza instintiva; es ardua tarea”. Estas últimas palabras y las siguientes caminatas con Chico (nombre escogido por Patrick para el recién llegado can, que no es nada pequeño) me llevaron a reflexionar sobre tantas memorias escritas sobre la educación y los métodos de acercar a las personas y a los animales a un sereno comportamiento dentro de las reglas de nuestra sociedad. Tema que resulta importante, porque como verán, hace parte de un entendimiento de la cultura del comportamiento de los hombres y los animales. Usted, amable lector de Café Estrella, comprenderá al finalizar esta lectura, los motivos de afinación de nuestro tema por adquirir una buena cultura bajo principios de una buena crianza.

Al iniciar mis estudios sobre el periodo del mil trescientos italiano, una inmensa curiosidad sacudió mi interés por estudiar las biografías de personajes - humanistas en su mayoría - que prepararon el gran cambio que culminó con el renacer del pensamiento y de la cultura occidental: El Renacimiento Florentino. Mi atención fue atraída cuando en la biblioteca Medicea Laureziana (Florencia) a mis manos llegó el tratado de Coluccio Salutati (1332-1406). En una parte del antiguo manuscrito, en letras pequeñas, se extendía un escrito de varias páginas que titulaba “El Corcel para los príncipes y la prole de gente noble”, donde se recomendaba, con mucho énfasis, regalar un corcel – sin haber sido amaestrado- a los hijos de la nobleza para que “aprendieran a doblegar la imberbe naturaleza”, recomendando que esto fuera hecho al cumplir los once años de edad.
Ahora mi mente, todas las mañanas, sigue con frustración la tarea de conducir con respeto a Chico, tratando de entenderlo y comprender mis verdaderos límites, para poder “educarlo”.
Así aparece Leonardi Bruni (1370-1444) que doblegó de distintas maneras a las proles de las familias feudales. Sus nuevas enseñanzas políticas indicaban diferentes responsabilidades que lograron profundos cambios sociales, construyendo así las premisas de nuevos renacieres. ¡Vaya tiempos aquellos!
El Galateo es un breve tratado escrito por Giovanni Della Casa (1503-56) entre los años 1551 y 1555, publicado a póstumo en el 1558. Éste se rehace sustancialmente al texto manuscrito por el Vaticano Latino (ex Parraciani Ricci), escrito a la manera de Platón (el alumno “joven” escucha y el “viejo” Maestro habla) donde se condensan las experiencias diplomáticas y de vida cortesana acumulada (por Della Casa) cuando fungió como Nuncio apostólico en Venecia y Secretario de estado durante el pontificado de Papa Paolo III.
Traigo a colación este libro porque en lo que respecta a doblegar la naturaleza, se dictan en él, precisos caminos a seguir. Por motivos de espacio en este artículo, les menciono algunos capítulos que cubren este generoso tratado, traduciendo literalmente aquellos que evidencian los temas de lo que aquí expongo:
1. Ideal de vida: las buenas costumbres son útiles a la sociedad.
2. Las acciones no deben realizarse por voluntad propia, sino para el placer de aquellos con quienes uno está en compañía.
6. Comportamientos para mantener en compañía de otros.
7. Tienes que adaptarte a las costumbres de los demás en la forma de vestir, cortar el pelo y la barba.
8. No tenga maneras violentas, aburridas o sucias en la mesa; anécdota de Messer.
10. No debes usar formas encantadoras como las de las mujeres.
11. Evite temas poco interesantes o sutiles que sean difíciles de entender, a los mentirosos o los que se jactan.
14. Sobre el lenguaje a mantener durante la conversación: claridad, honestidad. Evite las palabras sucias o de doble significado o las ceremonias realizadas por interés propio o por adulación.
16. Sobre las ceremonias por deuda o vanidad - las ceremonias impuestas por la ley para ser utilizadas teniendo en cuenta el lugar y las costumbres - anécdota de Edipo y Teseo.
17. No uses ceremonias fuera de lo común para no ser vanidoso.
18. A la gente le repugna la amistad de la murmuración - condena al exceso de dar consejos.
19. Sin burlas e insultos - es necesario saber hacer bien las bromas.
21. La conversación relajada debe representarse en los actos y las costumbres.
23. Antes de hablar, debe saber qué decir, el tono de su voz, elegir las palabras con mejor sonido y significado.
24. Deja que los demás hablen también. No interrumpas a alguien cuando hable. Es abrumadoramente molesto guardar demasiado silencio.
25. Anécdota del Maestro: Claramente la costumbre y la razón son las maestras para frenar la naturaleza. La educación debe darse desde una edad temprana.
26. Belleza femenina: la medida adecuada entre las partes hacia uno mismo y entre las partes es el todo.
27. La belleza es armonía: incluso al vestirse, debe ser armonioso.
28. Escapar de vicios como la lujuria, la codicia, la crueldad: cada acción (vestirse, caminar, hablar, sentarse a la mesa, etc.) debe ser armoniosa.
Sigo en la constante frustración de un “tira y jala”, del maduro Chico (a quien ya considero mi perro) ¿Vaya usted a saber de dónde saca tanto ímpetu para contradecir mi comando? Y mi mente sigue viajando a aquellos tiempos en que los príncipes no solo eran enseñados a doblegar la misteriosa naturaleza de los seres vivos, también era “meta primordial” que se educaran para tener buenos modales, en filosofía y sobre todo, al gusto de lo estéticamente hermoso.
El resultado de hoy: que podamos apreciar los innumerables museos, colecciones, palacios, objetos artísticos, decoraciones realizadas bajo el comando de personajes que se doblegaron a la disciplina de crecer bajo principios morales, éticos, religiosos de alto valor intelectual.
Estamos viviendo condiciones de alta insensibilidad por las criaturas más desamparadas -el abandono de las mascotas ha ido en aumento - sobre todo con las dificultades que la covid-19 nos ha traído, una pandemia que ha roto los vínculos afectivos y responsabilidades, que nos alejan de nuestra naturaleza humana por amar y respetar el regalo más hermoso que El Creador nos ha donado; ese patrimonio cultural único que nuestra parte oscura trata de ignorar.
No sé si los vicios viejos pueden ser anulados, pero debemos seguir tratando de emparejar esas diferencias; y Chico en dos semanas ha dado señales de que con el amor y la constancia, toda fatiga viene premiada.