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- 23/06/2024 00:00
Al entrar al cuarto piso de la Biblioteca Nacional, el visitante se encontrará de frente con varios de las obras que son protagonistas de la exposición Conexión Expo Art, que ofrece una visión conjunta de las artistas Nerina Villarreal Metzner y María Luisa Osácar sobre la vida y la felicidad. Más que el centro del escenario en esa parte del edificio, ambas comparten una pasión desmedida por el arte y lo consideran una vía de escape para expresar lo que tienen dentro, tal como lo dejaron saber en las entrevistas que sostuvieron con La Estrella de Panamá.
Como lo confirman a este medio, ambas no se dieron cuenta de que la conexión entre ellas iba a ser tan profunda al punto de poder aunar con armonía sus visiones en una muestra artística que contiene un hilo narrativo definido compuesto por las diferentes perspectivas sobre la vida. que Villarreal y Osácar muestran en la exposición.
La relación de Nerina Villarreal Metzner con las artes se remonta a cuando tenía cinco años de edad. Creció rodeada de un ámbito penetrado por las artes y la expresión creativa ya que sus familiares eran músicos y artistas. Desde esa misma edad, empezó a bailar el ballet clásico hasta sus 20 años de edad y desarrolló su aprendizaje en la danza en dos academias: la Escuela de Bellas Artes de Chitré y el Teatro Ballet Moderno. Viviendo así unos primeros años en los que las artes formaron parte de su vida. Cabe destacar que su tío era Marcos Metzner, artista plástico.
“Yo siempre decía que el ballet me hacía bailar y la música me hacía sentir pero necesitaba algo más, algo que podía crear con mis propias manos. Es entonces cuando le doy un giro a ese ámbito de las artes y decidí dedicarme a las artes plásticas. Desde el año 2016, empecé a hacerlo de forma profesional y me atreví tomando cursos. Recuerdo que al principio tomé clases con artistas aquí en Panamá e internacionales. Ya después, de una forma muy intuitiva y autodidacta, decidí hacer arte con algunos de los principios que yo había aprendido. Los estudios que tomé en ese tiempo fueron muy valiosos ya que aprendí teorías y técnicas que son esenciales para poder desarrollar esa parte artística. Pero, lo que vino después fue una expresión propia en la que yo quería imprimir mi propio estilo personal”, dijo.
En este sentido, Villarreal señaló que a ella le gusta pintar sobre sus recuerdos y vivencias que ha experimentado en la vida, a las que luego da un giro y, al fin y al cabo, transmite el mensaje que busca expresar al espectador.
“No solo es ver una obra estética sino también que transmita un mensaje, y ese mensaje puede ser para transformarle la vida a esa persona, para darle otro giro a personas o situaciones que quizás no son agradables, o diferenciarme del resto del mundo en el sentido de que una obra que hago no solamente sirve para decorar la pared. Cada una de mis obras tienen detrás una experiencia de vida”, añadió.
Una de estas obras es ‘Entre velos y bosques’, basada en uno de los cuentos de Las mil y una noches que se llama El árbol que canta. Estas historias de origen árabe tienen un profundo significado en la artista ya que ella recuerda con exactitud que la última presentación que dio en su carrera como bailarina la ofreció mientras fungía como cuarta solista en un espectáculo cuyo eje temático giraba en torno a estos cuentos míticos que tenían como protagonista a Scheherezade, una doncella que contaba cada noche al Rey un cuento mágico con el fin de evitar su muerte a manos del monarca. En este cuadro, se ve una representación vívida, entre otros elementos, del río de oro del que también se habla en esas historias.
Dentro de su proceso creativo, por la mente de Villarreal pasan todos sus recuerdos. “Son los recuerdos de mi niñez, mi adolescencia y mi vida actual. La pintura transforma vidas. Si tomas el arte y lo adoptas como un medio para canalizar estos momentos te hará sentir mejor. El arte transformó mi vida y tiene el potencial de transformar la de los demás de cierta forma”, comentó.
En el caso de María Luisa Osácar, al igual que Villarreal, ha forjado desde su infancia una conexión profunda con diversas formas de expresión artística, incluyendo la música, las filigranas, la escritura y la pintura. Con una concepción de la arte que la lleva a concebirlo como un espacio liberador que la puede refugiar del bullicio del día a día, Osácar recuerda en la conversación que desde niña siempre le gustó elaborar piezas con las manos ya sea a través del dibujo o de la pintura.
“Siempre me gustaba el hecho de poder realizar algo propio. Estudié Ingeniería Civil pero después, por cosas de la vida, me pasé al mundo corporativo y me adentré mucho en el marketing por lo que la parte creativa la fui desarrollando por mi trabajo pero tuve una pausa laboral en el 2015, quedé embarazada y la empresa para la cual trabajaba cerró en Panamá, por lo que en ese momento tuve tiempo para dedicarme de manera obligada a aquellas cosas que también me gustaban, como el arte”, añadió.
Es en ese punto de inflexión, en el que decide proyectarse más allá de trabajar una empresa y es en ese momento cuando decide ser una agente de cambio en cualquier cosa que ella emprendiera. A través del arte, Osácar trata de comunicar pensamientos que generen reflexión en otras personas con el objetivo de provocar, aunque sea, un pequeño punto de partida en el espectador, invitándolo a ver el mundo de una forma distinta.
“Hace dos años fue que verdaderamente sentí que iba a pintar para mí y que no me tenía que importar lo que dijeran o pensaran los demás, sino que era un vehículo para poder encontrarme a mí misma y desahogarme como si el arte fuera esa ruta de escape que tanto necesitaba. Lo que ves en un cuadro es parte de mí, y no eso de buscar que sea tan bonito para que alguien me lo compre y lo ponga en su casa. Es una parte de mí, y si alguien lo ve y le gusta, es por que alguien conectó conmigo. Cuando lo empecé a ver de esa forma, fue entonces cuando aprendí a salir y decir que yo pinto”, comentó.
Uno de los protagonistas más frecuentes en sus obras artísticas son los toros ya que de niña le gustaban los toros y las vacas. Además, el toro es una seña de identidad de los famosos Sanfermines que se celebran cada año en las calles de Pamplona, en Navarra, España. Esta localidad – de la que es oriundo su padre – y lo que representa, son aspectos que la hicieron sentir aún más familiarizada en sus primeros años.
“Pero nunca entendí porqué me encantaba. Cuando empecé a retomar el dibujo y la pintura entre 2015 y 2016, mis primeros dibujos eran sobre España, los toros y mi padre. En ese proceso, me di cuenta que cada vez que los dibujaba, me daba una sensación de paz, y llegué a la conclusión de que eso es parte de mí, que está dentro de lo más profundo de mi alma. Veo al toro como esa fuerza interna que tenemos dentro de nosotros y que está guardada en algún sitio, y que se hace necesario sacar en los momentos difíciles. A los toros los rodeo con tonos azules para transmitir una sensación de calma que contrasta con la fortitud del toro, y que brinda un equilibrio entre la fuerza, la calma, la espera y la paciencia”, explicó.
Ambas artistas se conocen desde el año pasado pero sienten que saben de una a la otra desde hace mucho tiempo debido al poder conector del arte.
“El arte te puede conectar con quien no te imaginas. Ella y yo tenemos casi los mismos gustos. Somos mujeres profesionales que, si bien nos dedicamos a carreras distintas, tenemos en común ese papel que el arte tuvo en nuestras vidas. El arte nos unió a las dos y tenemos tantas cosas en común que por eso decidimos ponerle el nombre de ‘Conexión’ a la exposición. Nosotras, en las obras tratamos de transmitir sentimientos y buscamos ser mejores personas al tiempo que queremos dar un granito de arena para mejorar el mundo. La conexión que tenemos como artistas nos ayuda a transmitir ese mensaje. Por eso una de mis obras, ‘Enchanted Together’ ilustran nuestra amistad y ese vínculo que tenemos las dos”, expresó.
Por su parte, Osácar coincidió con Villarreal en ese punto y rememoró cuando sostuvieron un contacto por primera vez a través de Instagram. “Somos similares en distintas áreas de nuestra vida y esta coincidencia nos llevó a empoderarnos juntas y a acompañarnos en el camino del arte”, mencionó. La primera vez que coincidieron físicamente fue en una exposición del artista Cisco Merel en el Museo de Arte Contemporáneo. Entablaron conversación y se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común. Un momento en el que lograron entablar esa conexión que le da sentido a esta exposición.