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El pulso de un intelectual liberal Omar Jaén Suárez y el destino de Panamá


- 18/05/2025 00:00
Para quienes conocemos a Omar Jaén Suárez (1942), por referencias bibliográficas e intelectuales, quien es un académico y diplomático, y que esta vez presenta su libro, Reflexiones sobre Panamá y su Destino (2024), nos resulta oportuno señalar que el pertenece a un fuerte grupo de intelectuales, académicos y políticos que, en la década del sesenta y setenta, realizaron sus doctorados en Francia. Esto sería un dato insignificante, sino es por el hecho de que él, como geógrafo e historiador, ha rendido honor en varios escritos a ese mundo académico francés y, en especial, a Fernand Braudel, que, como en el caso suyo, ha tenido un impacto importante en su labor científica y ensayista de cinco décadas.
En efecto, el libro que aquí reseñamos, que es un conjunto de 105 ensayos, es, de acuerdo al lenguaje de Braudel, un libro que se detiene no en el “tiempo largo” (las estructuras), sino en el “tiempo corto” (los acontecimientos), y es así que leemos “No ha sido mi intención en este libro con sus siete capítulos agotar todos los temas fundamentales de Panamá en los últimos treinta y cuatro años; solamente he querido referirme a aquellos que llamaron más mi atención en diversos momentos de este largo período, la última década del siglo XX y las primeras dos del siglo XXI, en asuntos sobre los cuales he trabajado profesionalmente o que me conciernen como ciudadano que trata de contribuir al debate nacional en cuestiones a mi juicio importantes”.
La legitimidad del libro se gana como “ciudadano” y aquí el autor asume el rol del intelectual clásico, preocupado por el destino del país, e interviene en el debate público, político y cultural, en un país como el nuestro, donde lo intelectual y lo político no se mezclan, pero ni en el gran océano. Es, en este sentido, que él es quizás uno de los últimos representantes de estos intelectuales clásicos en vías de completa extinción, pero que se resiste a morir, porque siempre aparecen jóvenes intelectuales del seno de la academia que intervienen, consistentemente, en el debate público.
Y, además, aunque él no se pone esa etiqueta en su libro, vemos a un intelectual liberal como pocos en el país, comprometidos con la democracia liberal, cosa que le permite decir que tenemos una democracia imperfecta, y es por eso que el autor escribe, lo siguiente: “Seguimos inmersos en una cultura que es fruto de una mentalidad arcaica, desfasada en relación a la de las sociedades más avanzadas en democracia liberal y prosperidad, en respeto por todos los derechos humanos, la tolerancia y la libertad.
Caemos fácilmente en las funestas tentaciones de la xenofobia, de la superstición, del fanatismo religioso, de la discriminación, de la intolerancia, que se anteponen al orden, a la ciencia y al pensamiento racional. A las utopías antiguas, de todo pelaje, sustituimos la adoración de líderes locales y coyunturales antes de caer todavía más abajo, en las redes de políticos populistas y clientelistas.
Todo esto antes de descender aún más, a quedar a merced de individuos del crimen organizado que pueden llegar hasta a controlar partidos políticos, instituciones públicas y los primeros órganos del Estado”.
Abrirse paso por sus 105 ensayos, significa hacer una selección como lector y, por supuesto, he seleccionado aquellos que tocan al Panamá que me interesa, la idea de nación e identidad, la memoria histórica, el Canal y los Estados Unidos, la emergencia de China y el polémico ensayo sobre la mina y las protestas del 2024, unas protestas que conectaron a Panamá con el malestar global frente a la degradación medio ambiental.
Ahora bien, dentro de esta selección he descubierto una inquebrantable fe liberal en la idea clásica del progreso, que es una idea que ya viene formándose desde el siglo XVIII, con los ilustradores franceses, desde un Condorcet, que, según Mariátegui, quien era un lúcido marxista peruano, tenía una “generosa concepción” de la felicidad y el progreso, hasta el racionalista y pragmático, crítico y liberal, Jürgen Habermas que, en la década del 80 del siglo pasado, tras la debacle humanitaria y el holocausto del nacional-socialismo, no renunciaba al proyecto de la modernidad que, para este filosofo continental europeo, era y es un “proyecto incompleto” Y es aquí que, en el fondo de toda la discusión que desarrolla el autor sobre Panamá, una discusión con la cual se podría estar de acuerdo o no con tal o cual aspecto de sus polémicos planteamientos, llego a observar que el autor, en su inquebrantable fe en el proyecto incompleto de la modernidad, que es la fe liberal en el progreso, la libertad y la igualdad de oportunidades, plantea problemas y preguntas civilizatorias de “larga duración” que han marcado el ritmo, el pulso, la tragedia y las utopías de la modernidad en esta orilla del Atlántico y, en este caso, de Panamá, con todas sus instituciones salidas de este pacto liberal quebradizo que lucha, con sus prolongados y continuos golpes de asma, por su legitimidad.
Como un académico e intelectual que también ha ejercido la diplomacia, no le falta tinta para alertarnos sobre lo que más nos empobrece, la corrupción publica, que alcanza a todas las instituciones y, además, al Servicio Exterior panameño, donde nos habla de la ¨diplomacia de la chequera¨ y hace las siguientes preguntas: “¿cómo puede un Estado serio y respetable tener un sistema consular de enriquecimiento personal y al mismo tiempo solicitar cooperación externa para combatir la pobreza interna? ¿Cómo puede exigir respeto a los otros Estados si sus dirigentes aceptan dineros de otros Estados?”. En fin, Jaén Suárez como un intelectual liberal que es aporta al país una lectura crítica, polémica, sustentada en argumentos y hechos, donde solo se puede concluir que es de merecida lectura su libro.