Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
La historia de los panameños que salvan vidas en medio de la guerra en Israel





- 25/06/2025 09:57
Hace cuatro años, dos chiricanos de orígenes humildes volaron a Israel para cumplir el sueño de especializarse en medicina. José Domingo De Obaldía ingresó como residente de neurología vascular, y Mauricio Baruco en cirugía cardiotorácica. No se imaginaban que el 7 de octubre de 2023, el país donde realizaban sus estudios reanudaría conflictos bélicos con otra región del Medio Oriente. Desde entonces, sus vidas cambiarían para siempre.
“Si en medio de la entrevista llegase a presentarse una alarma de misil, tenemos que ir al refugio y volver en 20 minutos”, explicó el doctor José Domingo desde el Centro Médico Rabin, situado en Petaj Tikva, Israel.
El hospital dispone de un elaborado plan de respuesta ante este tipo de amenazas. Cuando se emite la alarma de misil, la cual está conectada a un radar de defensa, todo el personal, los pacientes y visitantes, se movilizan a una zona protegida, otros se trasladan a la parte subterránea del edificio.
La primera alerta se emite desde el dispositivo móvil de cada persona, incluyendo a la población civil; el segundo mensaje marca 90 segundos que contemplan el ataque explosivo. Aunque no todas las señales terminan en un misil, el protocolo es estricto, pues no se sabe cuál advertencia se haga realidad. Incluso en estos momentos, los cuidados médicos no se detienen.
“La situación es complicada. Nuestras vidas están en riesgo, pero pienso que lo más importante es lograr ayudar a los pacientes. Es lo que nos ha mantenido hasta el momento acá”, comentó el doctor Mauricio, cuyo sueño es abrir un programa de trasplante de pulmón en Panamá, que hasta el momento no existe.
Pese a la situación de guerra, el especialista en neurología destacó la sorpresa que sintió al observar una larga fila de personas formarse para donar sangre después de una fatídica noche de bombardeos. Una acción que el doctor José Domingo desearía que se efectuara con más frecuencia en su país. “Donar sangre en Israel es una necesidad urgente y continua, sobre todo en contextos de conflicto. Existe el mito de que donar sangre puede causar debilidad, anemia o enfermedades, pero en realidad, podría salvar hasta tres vidas. Ojalá en Panamá se fomentara esa conciencia en emergencias puntuales”.
Hace una semana, debido a la escasez de sangre O+, los residentes con este grupo sanguíneo tuvieron que donar a petición del hospital.
“No debemos dejar que el miedo influya dentro del sistema de salud. Hace dos días estaba en una cirugía y empezó un bombardeo. El jefe de anestesiología nos dijo que teníamos que parar todo. Hay pacientes que están bajo tierra, por razones de seguridad no podemos decir cuántos pisos hay. Querían detener el procedimiento y trasladar al paciente al nivel subterráneo. Dijimos que no. Hay algo que se llama tiempo de isquemia frío y caliente. Entonces, si se demora mucho, ya los pulmones se echan a perder. Empezamos la cirugía y en el transcurso tiraron otras dos rondas de misiles. Ahí de verdad sabes que tu obligación es seguir, tienes que quedarte con el paciente y terminar, es un compromiso. Estamos pasando una prueba muy grande”, expresó el residente en cardiotorácica.
Antes de la guerra, el doctor José Domingo era feliz. Llegaba a las 6 de la mañana al hospital, revisaba a los pacientes que tenían programada una intervención quirúrgica y luego los operaban. Terminaba a eso del mediodía. Después, hacía guardia a los pacientes en categoría de no invasivos. Pero, desde que todo comenzó, se mudó a su oficina en el centro médico. “Aquí es donde duermo, en el edificio donde vivo no hay refugio. El más cercano está a 100 metros. Es uno comunitario, se llena mucho. No podía descansar. Me afectaba mucho en las mañanas en que me dirigía al hospital. Así que ahora vivo aquí, prácticamente”.
La ley de Defensa Civil del Estado de Israel estipula que tanto residenciales como industriales deben contar con un refugio antiaéreo. “Cada departamento tiene un cuarto que se llama mamad [habitación confinada en hebreo], que debería ser la zona segura. Pero, con la clase de misiles que están tirando, ya se ha visto que las personas dentro de los mamad están muriendo. Ahora, lo único que te protege es estar bajo tierra”, dijo el doctor Mauricio.
Frente a la amenaza constante y la responsabilidad de preservar la vida, el desafío exige cultivar la fuerza interna, pues no es posible rescatar a todos los pacientes. “Nos informaron que había empezado la guerra con Irán y los protocolos de respuesta se harían con base en los misiles que cayeran. Nos dijeron que vendrían días difíciles donde tendríamos que decidir a quién salvar y a quién no”, expresó el residente en el departamento de cardiotorácica, él tiene la esperanza de regresar y aportar sus conocimientos a Panamá.
“Pasamos de una guerra con Gaza y entramos en una con Líbano. Pasamos a una guerra con Líbano, hubo unos meses de tranquilidad y ahora otra con Irán. No es nuevo para nosotros. Conocemos bien los protocolos. Aún así, es una carga específica que tenemos en los hombros, tenemos que continuar con el material de estudio. Mi jefe cada día me dice: ‘No estudiaste anoche o estudiaste poco’. A las 2 de la mañana tuve que levantarme porque cayó un misil, ya no me pude dormir más, ¿cómo seguía estudiando? Una vez, en cinco días dormí dos horas; como en casa no tenía refugio, aumentó la carga emocional, algo que es inherente al ser humano, el sentir miedo y pánico”, comentó por su parte el doctor José Domingo.
Hoy, el doctor Mauricio tiene un año sin ver a su hija. Cuando llegó a Israel, lo hizo acompañado de su esposa y su niña. Tras los sucesos del 7 de octubre de 2023, que marcaron el inicio de la guerra, ambas se regresaron a Panamá. A esta decisión se adjuntó un divorcio. “Es sumamente difícil como papá no ver a mi hija crecer, pero quiero que ella sepa que uno de los objetivos más grandes de la vida es ayudar a los demás”.
El médico cardiotorácico afirmó que la razón principal de permanecer en Israel se debe a su vocación de ayudar. “Gracias a Israel, descubrí para qué nací”, manifestó, haciendo hincapié en la gratificación que recibe cuando un paciente se recupera y vuelve a su hogar.
Los dos médicos panameños son residentes en Israel mediante un programa educativo establecido por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y el Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu). El doctor José Domingo estima que terminará su periodo de estudio en dicha región en el Oriente en el próximo 2026, mientras que el doctor Mauricio, por la complejidad de su área de especialidad, debería culminar en 2028-2029.
A raíz de los conflictos de Israel, estas entidades dieron indicios de no querer continuar con el programa, algo que el especialista en neurología sugiere reconsiderar. “Israel tiene las puertas abiertas. Estamos esperando que vengan muchos más residentes y se puedan nutrir de la oportunidad que tuvimos nosotros. Israel está ofertando la posibilidad y creo que se puede dar en un futuro; Panamá está en esa dirección ahora”.
Al cierre de esta nota, Israel acordó cesar los ataques a Irán luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presionara a ambas partes a una tregua.