La razón por la que el cine necesita más ‘Monkey Man’

Actualizado
  • 23/05/2024 00:00
Creado
  • 22/05/2024 19:10
La cinta dirigida por Dev Patel y producida por Jordan Peele funciona como guía para crear más películas con comedia y esencia regional. Ya sea repartiendo golpes o estando detrás de la cámara, Patel entiende lo necesario para mantenernos al borde del asiento

Un hombre con máscara de mono se encuentra envuelto en un club de luchas clandestinas en el corazón de la India. En medio de gritos y golpes que nublan su visión, es entrelazado con la leyenda de Hanuman –el dios mono, protector del pueblo– mientras trata de recuperar las fuerzas para levantarse después de cada golpe. El luchador misterioso se convertiría en la peor pesadilla de las autoridades de la ciudad (ficticia) de Yatana.

Inspirado en la leyenda del dios mono Hanuman, el actor Dev Patel (¿Quién quiere ser millonario?, Lion), hace su debut directoral con la cinta cargada de acción, venganza y pinceladas místicas, Monkey Man.

Como director, Patel se encarga de adentrarnos al mundo de Kid (a quien también interpreta), el joven luchador clandestino que logra una oportunidad laboral en el club más prestigioso de la ciudad de Yatana –parecida en cada detalle a Mumbai, excepto en nombre– con una oscura intención: vengar la muerte de su madre a manos del jefe de policía Rana (Sikandar Kher).

La premisa de la película, cuyo guion fue compartido entre Patel, Paul Angunawela y John Collee, gira en torno a la búsqueda de venganza de Kid, los problemas de inequidad y pobreza de Yatana a manos de un líder “religioso” llamado Baba Shakti (Makarand Deshpande) y de un sistema que se aprovecha de los recursos para la élite, así como unas elecciones políticas que se presentan como un juego de ajedrez en el que el pueblo siempre pierde.

Patel logra cautivar con su interpretación como Kid, siendo altamente amenazador, pero también conservando su humanidad frente a las situaciones que le rodean. Es pobre, se gana la vida recibiendo golpes y tiene una convicción firme de que hará lo necesario para hacer honor a la vida de su madre, víctima de una revolución contra las autoridades opresivas de Yatana. Su balance entre frío y cálido, estratega e impulsivo, crea una narrativa cargada de sensaciones y donde las líneas se desdibujan entre lo moral, lo correcto y lo necesario.

También es un espectáculo de artes marciales, reflejando el cinturón negro de Patel en Taekwondo con cada golpe con gracia y movimientos limpios, pero efectivos contra sus oponentes (que aumentan en números como cucarachas en cada escena). Patel no pierde tiempo en mostrarnos su inspiración en personajes como John Wick (Keanu Reeves) y la elegancia de cintas como Kingsman: The Secret Service, con escenas de acción que asemejan coreografías de otro mundo, en donde cada golpe y caída está perfectamente sincronizada y se ve como algo sencillo de lograr.

Más allá de la violencia, su trama sigue a Kid mientras trata de levantarse contra la policía y prácticamente quien sea que se interponga en su camino de obtener venganza. Cuando su primer atentado en el club VIP falla, se posiciona como un prófugo y es rescatado por una comunidad de mujeres transgénero –recluidas como parias de la sociedad– y que cumplen como un comentario de crítica social más dentro de la trama.

Si bien, Monkey Man puede ser examinado como un plano sobre inclusión de crítica social y sátira con respecto a las situaciones generacionales que aún enfrenta India, la película se presenta como una puerta abierta para mostrar la cultura y religión regional que su director conoce.

Cintas como No lo abras (2023, Bishal Dutta) son ejemplos de esta entrada de personajes de oriente que buscan abrir paso a historias más profundas y atrayentes que rompan el molde de lo genérico en el horror y la acción, una razón más que válida para crear expectativa alrededor de sus estrenos.

La película en sí es representativa de otra fusión entre oriente y occidente, a medida que el cine asiático se abre camino hacia la corriente principal de Estados Unidos. Puede que Monkey Man no tenga números musicales a gran escala o una duración épica de tres horas como RRR (2022), pero parece un excelente ejemplo que entrelaza la multiculturalidad de ambos mundos y las referencias que cada uno maneja para crear escenarios originales, justo lo que el cine necesita.

Mientras Kid aprende sobre su nuevo rol como protector del pueblo –el cumplimiento de la inclusión de Hanuman en la trama, quien personifica la fusión de fuerza, reivindicación e iniciativa heroica a través de las artes marciales–, flashbacks de su niñez y el trauma que la muerte de su madre causó regresan a él como motivación para poner fin a aquellos que le arrebataron todo.

En un claro guiño a John Wick, Kid se enfrenta en la última batalla ultraviolenta ataviado con una camisa negra y un traje a la medida negro, con zapatos de vestir lustrados y una mirada asesina que, aún en medio de las luces neones y decoración glamurosa que destaca en el salón, puede helarle la sangre a cualquiera. Es el momento de la verdad, en el que dos horas de cinta llegan a su culminación y esperamos atentos el tira y jala entre el héroe y el villano, llegando a crear emociones de expectativa como toda buena película debe lograr.

Entre sus capas, Monkey Man deja espacio abierto para nuestra propia interpretación de su mensaje, tras mostrar lo que nos puede llevar a hacer la venganza, lo consumidos que podemos terminar si dejamos que esta tome el control de nuestras vidas, y lo que consideramos necesario para ponerle un fin.

Y es la razón por la que el cine necesita de Patel y más historias que se inspiren en Monkey Man, más allá de sus errores o ritmo ralentizado, sino en su búsqueda de abrir paso a ideas que muchos pensarían que no deben ir juntas, pero se convierten en un espectáculo de sorpresas en la gran pantalla.

Si lo vemos desde el punto político, Patel destaca como storyteller en su primer filme propio, dejando claro su posición contra la élite que actúa de chupasangre en las poblaciones minoritarias y de riesgo social en India (y todo el mundo), haciendo ver que donde haya maldad, el bien se levantará, ya sea con violencia o no.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus