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- 23/08/2024 00:00
- 22/08/2024 17:00
El espacio de las mujeres en la literatura no siempre ha sido el mismo que el de en la actualidad; anteriormente, alrededor del mundo, las escritoras han sido invisibilizadas y su trabajo apropiado por otros.
El movimiento literario del boom latinoamericano no escapa de esta realidad. El conversatorio ‘Los relatos silenciosos: las mujeres del boom latinoamericano’, que contó con la participación de las autoras Yoselin Goncalves y Ela Urriola, amplió un poco sobre las situación de las mujeres que también participaron de esta época de la literatura en América Latina pero de las que lamentablemente el público general conoce muy poco.
Según Urriola, estos vacíos y omisiones no solo se dan en el ámbito literario, en la filosofía, el arte y otras disciplinas culturales también existe un gran silencio cuando se trata de las creaciones de las mujeres. “A medida que he hecho mi carrera de docente, lo primero que hago es hablar de las mujeres filósofas... hay una cantidad de filósofas importantísimas y actualmente dos siguen vivas”, destacó la autora.
Por otro lado, Goncalves señala que en el contexto del boom el género era bastante influyente en el peso y el reconocimiento recibían las obras. Mientras el escritor representativo del boom latinoamericano es Gabriel García Márquez, autoras como la venezolana Teresa la Parra, quien se caracterizaba por escritos feministas e historias que ponían a las mujeres en el centro, es reducida a ‘literatura femenina’ a pesar de que su impacto sobrepasa esta categoría en la literatura venezolana.
“Vengo de una casa donde la mayoría de personas eran mujeres [y leían ‘literatura femenina’], entonces al inicio como lectora no sentí esos silencios, pero sí lo vi después en la adultez cuando empecé a leer e investigar un poco más, me di cuenta que no había nada de referente a la literatura escrita por mujeres”, contó la autora durante el conversatorio.
Otras escritoras como Patricia Rosas Lopátegui y Elena Garro también fueron algunas más que quedaron invisibilizadas durante esta década de las letras latinoamericanas, en muchas ocasiones gracias a las personas más cercanas en su vida, como es el caso de la última autora mencionada con su esposo, el Premio Cervantes y Nobel de la Literatura, Octavio Paz.
Garro no solo vivió una relación catalogada por los medios como “tormentosa”, sino que el célebre autor también le prohibió escribir. “Pongo el ejemplo de Elena Garro porque creo que es uno de los más mediáticos, hablando no solamente de lo literario, porque sabemos que en lo político trascendió un montón”, también dijo Goncalves.
Muchas de las escritoras de este momento eran conocidas por ser esposas, amigas o amantes de reconocidos escritores y no por su propio material literario, que tenía una calidad igual o mejor que la de los referentes de ese momento. Además, estas eran reducidas al nicho femenino en vez de ser apreciadas de manera general.
Esto se debe a que se creía que la literatura femenina solo podía ser sobre romance o cuestiones domésticas, sin embargo, las escritoras del boom latinoamericano abarcaban muchos más temas provenientes de sus propias experiencias como mujeres.
La escritora argentina, Silvina Ocampo, también esposa del autor Adolfo Bioy Casares, es un gran ejemplo de esto. En los inicios de su carrera como escritora fue fuertemente criticada e incluso denominada como “un fracaso”, sin embargo, a partir del redescubrimiento de sus obras se revalorizó su trabajo.
“Es bastante triste que toda esa generación de escritoras haya sido silenciada por las personas en que ellas confiaban, porque al final eran sus parejas. En el caso de Silvina Ocampo, a ella no le gustaba el foco [mediático] pero ella se reunía con toda esa gente y conversaban, pero no formaba parte y tenía que conformarse con ser la esposa del escritor”, destacó Urriola durante su participación.
Uno de los mensajes que quiso dejar el conversatorio es que hay que seguir descubriendo y leyendo a esas autoras borradas en la historia. Saber que existen muchas mujeres que han terminado olvidadas por las circunstancias de la época en la que vivían y entender que aunque es en menor medida, la subestimación a las mujeres en la literatura sigue ocurriendo.
El lector debe ser el principal reivindicador del lugar de las escritoras en la literatura. Esto es lo que en los últimos años ha permitido que los nombre de muchas sean conocidos a pesar de que en su momento no lo eran y es lo que llevará a una verdadera igualdad entre hombres y mujeres que escriben.