Meera Sachani y el mural que refleja la historia del Canal de Panamá

Parte del edificio de la Administración del Canal está pintado por manos de la artista, quien cuenta a este medio cómo fue el proceso creativo.

El más reciente proyecto de la artista panameña Meera Sachani fue un mural de grandes dimensiones: cuatro muros de siete metros de alto por cuatro de ancho cada uno. La obra fue seleccionada mediante convocatoria y supuso un desafío técnico y conceptual. “Primero hice las entrevistas, luego el boceto en tinta, que es mi medio favorito. Me dije: ‘si voy a participar, lo haré con los materiales y el lenguaje que me resultan más cómodos”, relata a este medio en una conversación desde la biblioteca del Museo de Arte Contemporáneo.

Se trata del mural conmemorativo al 9 de enero de 1964, una obra que fue develada hace unos días por el Canal de Panamá y el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá (MAC Panamá). Esta pieza forma parte de las actividades que celebran los 25 años de la transferencia del Canal a manos panameñas, hito que consolidó la soberanía nacional.

Aunque Sachani ya había trabajado en murales, este ha sido el más grande que ha hecho hasta la fecha. “El reto fue adaptar ese boceto hecho en tinta sobre papel a pintura acrílica sobre pared y también que no se viera plano al agrandarlo. Fui fluyendo, dejando que la pared me hablara, que la obra me sugiriera cosas en el camino, eso me encantó”.

“Parte del color y de la forma que tiene ahora el mural final surgió en ese proceso. Fue algo muy orgánico, fluido, como una conversación con la obra. Pensaba: ‘Quizás otro colorcito acá de fondo... unas líneas por acá... aunque había un boceto previo, lo que está ahí no es exactamente lo que estaba planeado desde el principio”, relata.

La obra tiene una fuerte carga simbólica: aborda la relación de la artista —de padre migrante indio y madre panameña— con el Canal de Panamá. “Quería explorar esa identidad, esa conexión que a veces uno da por sentada. Hablé con amigos, con personas que viven en áreas revertidas, preguntándoles cómo perciben el Canal. Mi intención era entender cómo lo vivimos desde lo cotidiano”.

La artista quedó seleccionada por medio de una convocatoria y de una vez puso manos a la obra. “Al principio lo pensé mucho, porque aunque nací en la ciudad de Panamá, tengo raíces que me conectan con India. Mi papá migró a Panamá para trabajar en la Zona Libre. Eso me une directamente con el Canal, pero no necesariamente había pensado en esa conexión tan a fondo antes”.

Su primer contacto con el arte

“Estaba muy pequeña, tendría unos seis o siete años. Vivía en un edificio con muchos apartamentos y un día salí de mi casa con un marcador y rayé toda la pared del pasillo. Dibujé muñequitos, personajes... llené la pared por completo. Me pasé todo el día en eso”, recuerda entre risas.

Lejos de recibir un regaño, su madre permitió que fluyera libremente en su primera expresión artística. Años más tarde, ese impulso inicial se transformaría en una carrera que ha oscilado entre el diseño gráfico, la ilustración, la edición de libros y la pintura mural.

“Lo recuerdo como algo divertido. Hoy en día lo veo como una travesura, pero en ese momento nadie me regañó. Y eso es algo que agradezco mucho: mi mamá me dejó fluir. Ese fue un momento clave”.

Sachani comparte que, más adelante, sus verdaderos acercamientos con el arte llegaron cuando estudiaba en el extranjero. “Estudié diseño gráfico. La gente suele pensar que si estudias diseño es porque ya dibujas, pero ese no fue mi caso. Me interesaba más la parte computacional, especialmente el marketing. Eso me llevó a hacer una maestría en España en comunicación digital y corporativa”.

Aunque estudió diseño gráfico motivada por su interés en el marketing y la comunicación digital, su paso por Madrid durante una maestría la acercó de lleno al arte. “Estando allá me dejé absorber por los museos, las exposiciones, todo el ambiente artístico. Me inspiró muchísimo. Cuando regresé a Panamá, entré a trabajar en el BioMuseo, y ahí fue donde todo hizo clic”, explica.

Aunque buena parte de su trabajo ha sido digital —portadas de libros, publicaciones para Ciudad del Saber, ilustraciones editoriales—, lo que más le llena es el dibujo en medios tradicionales, sobre todo la tinta china o india. “También he hecho instalaciones, improvisación teatral... me gusta explorar distintos formatos”.

Sobre la evolución del arte, opina que es cíclica: “Antes de la pandemia estaba el boom de los NFT, el arte digital, pero después vino un regreso a lo manual, a lo que se puede tocar. Siento que el arte es un reflejo de la sociedad y que se mueve con ella. Hoy veo que muchas personas están volviendo a la cerámica, a la pintura... es como si necesitáramos reconectar con lo tangible”.

A la hora de crear, confiesa que le cuesta comenzar. “Doy muchas vueltas, me critico, pero he aprendido que ese es mi proceso. La idea se cocina en mi cabeza. Cuando por fin me siento, investigo, busco referencias, me informo mucho. Y soy muy detallista. Me enfoco en que cada obra tenga sentido y profundidad”.

En sus palabras, el arte es una herramienta de conexión: con uno mismo, con los demás y con el entorno. Una luz que ilumina realidades complejas, una forma de narrar desde la experiencia personal, sin dejar de dialogar con la historia colectiva.

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