La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...


- 09/07/2025 00:00
El director español Raúl Miguel Rodríguez, invitado de honor de la Orquesta Sinfónica Nacional de Panamá para el concierto “Ecos del Alma”, no escatima elogios al hablar del país. En su segunda visita oficial, asegura sentirse profundamente conectado con la gente, el entorno y, sobre todo, con el potencial musical que ha encontrado en suelo panameño.
“Estoy enamorado de su país, no puedo decir otra cosa. Es inmenso, maravilloso, increíble”, expresó con entusiasmo en entrevista exclusiva con La Estrella de Panamá. “Me llevé muchas experiencias, sobre todo con la Orquesta Nacional, a la que le tengo un cariño enorme. Además, tengo amigos panameños y españoles que viven aquí. Panamá es también mi casa”, añadió.
Rodríguez dirigirá este miércoles 10 de julio un repertorio que incluye una de las obras más desafiantes del repertorio clásico: la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler. Pero, más allá del podio, el músico español, trompetista de formación, con una trayectoria que incluye colaboraciones en jazz y salsa con figuras como Gilberto Santa Rosa, se ha convertido en un entusiasta embajador del talento panameño.
Para él, lo que distingue a Panamá no solo es su historia o sus paisajes, sino la gente. “La sociedad panameña te abre las puertas y el corazón desde el primer momento. Están pendientes de ti las 24 horas para que te sientas feliz. Y eso no lo encuentras en todas partes. Eso es cultura”, afirmó.
Rodríguez es también docente en un conservatorio español. Desde esa perspectiva, compartió una comparación que lo marcó durante su experiencia en Panamá. “Aquí hay una gran ilusión por aprender. Los niños están atentos, no se distraen, no piden permiso para ir al baño. Quieren estar ahí. En España eso es muy difícil de lograr. Aquí hay pasión real por la música”, explicó.
Desde su mirada, el futuro de la música sinfónica no está únicamente en los grandes teatros europeos. “He trabajado en Alemania, Francia, España... pero el potencial está en Panamá. Aquí hay un recorrido muy grande por hacer, y lo más importante es que tienen las ganas. Si dan con la tecla y siguen apostando por la educación musical, van a sorprender al mundo”, sostuvo.
Durante su conversación, el maestro también compartió su visión sobre la importancia de diversificar los formatos y repertorios que se ofrecen al público. “Estamos haciendo historia. Es la primera vez que se interpreta esta sinfonía en Panamá, y además incluimos un concierto de trompeta jazz con Sebastián Gil, catedrático de Gran Canaria y director del festival de trompeta más importante de Europa. Es un programa que conecta públicos distintos”.
Para él, es esencial que la orquesta no se encierre en un solo tipo de música. “La Orquesta Nacional debe estar donde tiene que estar: en el repertorio clásico, sí, pero también en propuestas que hablen el idioma del público actual. Colaboraciones con ballet, con ópera, con flamenco, como hago en España, abren puertas, crean comunidad. La orquesta tiene que construir familia”, aseguró.
Rodríguez también reveló que está trabajando con el Ministerio de Cultura en iniciativas que permitan enviar a jóvenes músicos panameños a formarse en Europa. “Ya tenemos la posibilidad de darle una beca a un panameño que gane el concurso de trompeta para que participe en el festival en Gran Canaria. Eso es solo el comienzo. Panamá puede ser España, y España puede ser Panamá”, dijo emocionado.
Para Joshue Ashby, principal de los segundos violines y miembro de la orquesta desde 2005, lo que se vive actualmente es único. “Este año ya hemos trabajado con cuatro directores invitados. Eso no había pasado antes. Y eso nos hace crecer, nos exige, nos eleva como artistas”.
Ashby también resaltó el valor de sentirse parte de un proyecto cultural que busca crear experiencias completas. “Cuando el público llega y ve un protocolo bien hecho, una atmósfera cuidada, se siente en un concierto de nivel internacional. Además, ahora los medios nos entrevistan, nos escuchan, conectan al público con nosotros. Esa cercanía es poderosa”, subrayó.
En su opinión, la orquesta está viviendo un momento de madurez que va más allá de la música. “Nos sentimos más escuchados, más valorados. Hay una energía distinta. Eso se refleja en el escenario, pero también en los ensayos, en el trato con el público, en la conexión con el Teatro Nacional. Estamos construyendo algo que perdure”.
Desde el Ministerio de Cultura, Verónica Arosemena, directora de Cooperación Internacional, coincidió en que este tipo de colaboraciones trascienden lo artístico. “Parte de la visión que nos impulsa es llevar a nuestros artistas a escenarios internacionales. La cooperación entre músicos, teatristas y técnicos no solo visibiliza el talento panameño, también fortalece nuestra identidad cultural en el mundo”.
Arosemena recordó que esta política cultural está enmarcada en leyes como la de economía creativa, que busca consolidar las industrias culturales como eje de desarrollo nacional. “Esto no se trata solo de un concierto. Se trata de abrir caminos, de posicionar a Panamá en redes de intercambio, de aprovechar cada visita internacional para sembrar nuevas oportunidades para nuestros artistas”.
Raúl Miguel Rodríguez no es ajeno a estos desafíos. Por eso acepta con gusto el papel que le ha tocado jugar en este momento de transformación. “Yo viajo mucho. Y lo que veo aquí es genuino. Me voy con esperanza, y ojalá vuelva muchas veces más. Panamá tiene alma y eso es lo más difícil de encontrar en la música”, concluyó.
El concierto “Ecos del Alma”, que une repertorio clásico con elementos contemporáneos como el jazz sinfónico, se llevará a cabo este jueves 10 de julio a las 8:00 p.m. en el Teatro Nacional. Bajo la dirección de Rodríguez, la Orquesta Sinfónica Nacional promete una velada inolvidable, marcada por la emoción, la exigencia artística y un mensaje claro: la cultura en Panamá no solo resiste, crece y se proyecta al mundo.