La vida sexual en medio de una depresión

Actualizado
  • 21/12/2022 00:00
Creado
  • 21/12/2022 00:00
La vida sexual de quienes sufren depresión o ansiedad puede verse afectada por la enfermedad y por los medicamentos. Especialista recomienda una amplia comunicación con la pareja, explorar nuevos estímulos y tratar de descubrir dónde está el botón de activación del deseo
Especialistas recomiendan explorar nuevos estímulos y tratar de descubrir dónde está el botón de activación del deseo.

Los casos de consulta por depresión y ansiedad han incrementado en los últimos meses en Panamá. Se estima que el 10% de la población padece alguna de estas patologías. Así lo revela la licenciada Erika Perdomo, psicóloga clínica, en un artículo publicado por la Caja del Seguro Social (CSS). ¿Qué pasa con la vida sexual de una persona que está atravesando una depresión o sufriendo ansiedad?

De acuerdo con el psiquiatra español José Antonio López, la vida sexual de una persona que padece estos trastornos mentales y que tiene que tomar medicamentos no solo se ve limitada por la propia enfermedad, sino también por el remedio. “Todos los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) disminuyen el deseo, y los que no tocan la serotonina (hay dos o tres) no son tan efectivos”, comenta el especialista al diario El País.

“Se entra en un círculo vicioso, porque la sexualidad se ve ya afectada por estos trastornos y, al querer curarlos, se suprime el deseo. Así se priva a estos pacientes de su dimensión sexual, que podría ayudarlos a mejorar su estado de ánimo y, además, pueden aparecer problemas en la vida de pareja”, añade el psiquiatra.

Según López, “la demanda más frecuente cuando prescribes ISRS es, si el paciente es hombre: 'Por favor, que no me disminuya la libido' y si es mujer: 'Que no me engorde'. Los psiquiatras tenemos un grave problema con esto, porque no hay muchas opciones y el tratamiento de estos trastornos puede durar años”.

El psiquiatra relata que en una ocasión, coincidió con un “gurú de la psiquiatría” en un evento, le preguntó qué solución veía a este problema y le contestó: 'Weekend drugs free (fin de semana libre de drogas). Es la única, posible'.

“Muchas personas dejan la medicación durante las 48 horas del fin de semana, como tiempo máximo, para sufrir menos sus efectos adversos y poder recuperar algo de su vida sexual. No siempre funciona, y no soy muy partidario, pero mucha gente ya lo hace y el lunes retoma su rutina”, dice López a El País.

El psicólogo clínico panameño, Tomás Rincón, dijo a La Estrella de Panamá, que los trastornos mentales mejoran mucho con algún tipo de terapia que ayude a comprender la situación. Casos leves, pueden solucionarse sin medicamentos, con ejercicios y actividades al aire libre. Pero, los más graves, deben anestesiarse con antidepresivos o ansiolíticos y soportar sus efectos colaterales.

Para el sexólogo Antonio García, no es común pensar en una vida erótica cuando se tiene depresión, “pensar en eso está mal visto y la gente evita hablar de ello (…) Por eso, lo primero que hay que hacer, desde el punto de vista de la sexología, es tratar la comunicación en la pareja. Que la persona que sufre de depresión o ansiedad exprese su situación, sus miedos, los efectos del tratamiento, ya que es importante verbalizarlo y sentirse comprendido”, aseguró el sexólogo a El País.

Enterrar la sexualidad es lo peor que se puede hacer

García propone “realizar otro tipo de prácticas al margen del formato coito. Una sexualidad donde el afectado o afectada juegue un rol más pasivo y se centre más en la sensualidad, en sentir, más que en hacer. Explorar nuevos estímulos, espacios, juegos, masajes y tratar de descubrir dónde está el botón de activación del deseo. Darse caprichos y permitirse cosas (en cualquier esfera de la vida) para que la tristeza se vaya disipando”.

El especialista asegura que, como el rendimiento sexual no es el mismo, puede aparecer “la tentación de enterrar la sexualidad hasta la curación total, pero es lo peor que se puede hacer. El deseo puede, a veces, abandonarnos. Más que esperar a que vuelva, podemos tratar de reencontrarlo; porque, si lo buscamos, al final daremos con él”.

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