Salvador Medina Barahona o la justicia poética

Salvador Medina Barahona o la justicia poética

Actualizado
  • 03/03/2024 00:00
Creado
  • 02/03/2024 15:31
Con motivo de cumplirse los 25 años de su primera publicación, el poeta Salvador Medina Barahona publicará una trilogía poética. Sobre la faceta de la enseñanza y el trabajo de su sello ‘cultural’ conversa con el escritor Enrique Jaramillo Levi

La célebre expresión “Justicia Poética” tiene diversos usos y connotaciones; aplicada al ejercicio de su admirable vocación literaria me atrevo a decir que en Salvador Medina Barahona funcionan o se pueden aplicar todas.

En Panamá sabemos que Medina Barahona (Mariabé de Pedasí, Los Santos, 1973) es no solo uno de nuestros mejores poetas vivos sino, además, uno de los pocos auténticos conocedores de la materia capaces de impartir en nuestro país clases ilustradas sobre poesía que dejan frutos óptimos en los nuevos poetas, lo cual es algo muy poco común en nuestro mundo académico.

Lo hace tanto privadamente a quienes considera que tienen indudable talento; y también por años lo viene haciendo en el “Diplomado en Creación Literaria” de la Universidad Tecnológica de Panamá, así como en clases afines auspiciadas por el Ministerio de Cultura (PROFE). Así, huelga decir que no son pocos los nuevos poetas talentosos que se han estrenado de su mano en nuestro país... Por el momento doy solo un nombre particularmente meritorio: ¡Melitón Robles Esquina!

Además de también impartir clases sobre Novela en el mencionado Diplomado, Medina Barahona es un fino ensayista, quien ha sido invitado a múltiples cónclaves afines en otros países.

Ha publicado hasta la fecha siete libros, de los cuales tuve el honor y la intuición de publicarle hace años el primero de ellos: Mundos de sombra.

Menciono los tres de mayor rango estético, que ahora están por reeditarse juntos, como una importante trilogía celebratoria de su mejor producción poética: La hora de tu olvido (2008), Pasaba yo por los días, 2010 (Premio Ricardo Miró 2009) y Viaje a la península soñada (2017), como un aporte más de Foro/taller Sagitario Ediciones, que una vez más habrá de propiciar la divulgación de las letras en Panamá.

Lo hemos entrevistado a distancia especialmente para La Estrella de Panamá.

¿Cuándo decide el poeta convertir sus conocimientos en materia prima para la difícil enseñanza de un arte tan complejo en sus variantes como lo es la poesía?

Ya se sabe que la enseñanza es la otra cara del aprendizaje. Y el poeta que hay en mí es un constante aprendiz. Y esto se va dando de forma anónima primero, con alguno que otro aspirante de la palabra o “par de las letras” con los que en ocasiones se interactúa; hasta que uno queda en el taller público, colectivo, y no hay marcha atrás: te sorprendes en el aula como en una extensión del oficio de escribir. Si no se enseña no se aprende. La enseñanza es una formidable excusa para convocar gente nutricia, inteligente, que anda en busca de herramientas para dar forma a lo informe, paso al parto, y en eso, además de ellos aprender, te enseñan. Mi memoria es altanera, poco fiable; creo que formalmente di mi primer taller de poesía en el contexto de un diplomado en creación literaria que se gestionó en la Universidad Latina (cuyo antecedente mayor y perdurable es el que tú fundaste y dirigiste por muchos años en la Universidad Tecnológica de Panamá, hace más de dos décadas, y sigue convocándose, ahora con dos ediciones anuales: una en línea, consecuencia afortunada de la pandemia, y la presencial). Luego vendrían las asesorías individuales. Después me harías la invitación a formar parte del cuerpo docente del Diplomado en Creación Literaria de la UTP. Una cosa lleva a la otra, como bien consigna el dicho, y Priscila Delgado, esa gran gestora cultural, me llama para integrar el primer grupo de profesores del Programa de Formación de Escritores, PROFE, del INAC (luego Ministerio de Cultura). Tengo en el presente un Aula “en línea” de el duende gramático [así en minúsculas), orientada a la formación e intercambio de experiencias y lecturas en poesía, narrativa y ensayo, con un alto componente crítico.

¿Cómo es que tanto tus talleres como las tutorías individuales o colectivas empiezan a coexistir con la creación de un pequeño sello editorial que sirva para publicar a los mejores talentos de entre los que te toca ir atendiendo como docente?

La idea del sello “cultural” (que no “editorial”) el duende gramático data de 2005, mucho antes de que empezara mi trabajo como facilitador de talleres y asesor literario. Y se ha ido consolidando como una modesta aunque exigente y constante gestión cultural, que incluye varios frentes, el editorial entre ellos. En ese sentido, en 2013 sale el primer título de los 40 que a día de hoy tenemos: El día que no tuvo noche (poesía), de Mar Alzamora Rivera. Contamos con varias colecciones que han ido surgiendo orgánicamente: poesía, la más amplia de todas (29 títulos), cuento (5), intantil y juvenil (2), ensayo (1), audilibro (poemas en voz del autor) (1), minificción (2), historia, teroría y crítica del arte (1) ¯(novela y dramaturgia están a la espera de sendas obras de autores si no consagrados al menos sí con una obra sólida y en curso). Nombres tan connotados como el de Javier Alvarado, Isabel Burgos, Danae Brugiati Boussounis, Javier Medina Bernal, todos Premios Miró en distintos géneros, también dan lustre a este haz de publicaciones, junto al de autores emergentes que, trabajo y persistencia mediantes, irán poniendo su pica en Flandes; entre otros, Melitón Robles Esquina, Sandra Collazos McPherson y Jaiko Jiménez Caín. Entre uno y otro grupo, destacan la ya mencionada poeta Mar Alzamora Rivera, el cuentista Samuel Robles Areas y la poeta y filósofa Margarita Carballeda Carballeda, con una obra potente y en vías de mayores logros. Debo aclararte que, en nuestro caso, pertenecer a los talleres no es condición obligatoria para publicar bajo el sello, como tampoco lo garantiza acudir a ellos. Son dos actividades aledañas, que no vinculantes. Por otra parte, si los talleres procuran un elevado nivel de aptitudes y actitudes, el rigor editorial lo sobrepasa. En el primer caso se da licencia al escarceo. En el segundo, eso es impensable. El sello no es una imprenta a la que llegas a ordenar un tiraje sin el tamizaje que garantice un responsable nivel literario, como algunos ingenuos piensan; tampoco es una editorial, porque no invierte fondos propios. Se trata, eso sí, de un acompañamiento en las etapas de edición lieraria del texto (que va más allá de la mera corrección de estilo), diseño y diagramación, e impresión. Luego de ahí, todos los libros son del autor; aunque eventualmente se le acompañe en el lanzamiento o se le invite a actividades colectivas de difusión y/o a recitales. En fechas recientes, el sello ha curado y publicado dos antologías de taller: una de poesía, Gavillas de la memoria, y una de cuento, Los colores de la memoria, la mayoría de cuyos autores publican por primera vez con un notable nivel.

¿Qué aportan a la literatura nacional los libros que salen de el duende gramático con esa seguridad tuya de no equivocar tus juicios de valor? Algunos ejemplos...

En términos generales, “nuevas” formas de expresar los temas universales, desde la perspectiva de la originalidad de las sensaciones que propone el poeta mexicano Ramón López Velarde. No se puede ni se debe pedir más, salvo que la excelencia formal, la eufonía del texto y su ritmo como cabalgadura vehiculen imágenes y emociones perdurables y transfiguradoras del espíritu lector. Pienso en libros como Panamá bajo la lluvia, de Melitón Robles Esquina, o Vengo del silencio, de Sandra McPherson; pero, por supuesto, hay más.

A mi juicio, desde hace ya bastantes años coexisten en nuestro país cuatro pequeñas “editoriales marginales” que publican libros que por lo general (pero no siempre), dan a conocer obras (sobre todo cuento y poesía) que por su calidad literaria merecen ser leídas: además de la tuya, están Fuga Editorial, de Carlos Wynter Melo, Foro/taller Sagitario Ediciones (la mía) y Modus Ludicus, de Silvia Fernández-Risco. Si estás de acuerdo, ¿en general cual es el aporte de cada una?

Tanto Fuga Editorial, de Wynter, como Modus Ludicus, de Fernández Risco, se han decantado por publicar prosistas, ciertos de ellos muy solventes. A Foro/taller Sagitario Ediciones, casi un inagotable manantial de los que fluyen valiosos talentos (cuentistas mayormente), es de agradecerle que su nueva colección “islamágica” ofrezca títulos de poesía, género que para mí, lo sabes, no es solo fundacional sino indispensable. En este grupo no deben faltar los amigos de NONIA Editores, liderados por Mónica Miguel Franco y Edilberto González Trejos, que apuestan por la novela, el cuento y la poesía. Creo no equivocarme al afirmar que a todas las distingue un notable afán de calidad.

A últimas fechas, además de poesía en tu editorial has publicado libros de minificción. ¿Qué te hace ampliar el espectro de publicaciones?

La buena literatura no debe tener límites. En particular, la minificción ofrece, aparte de su muy práctica y apetecible brevedad, ideal para nuestros tiempos, unas hibridaciones temáticas y formales en las que se cifra nuestro mejor presente creativo, de cara, en los mejores casos, a la posteridad.

Explica cómo funciona el aspecto económico de los acuerdos que rigen esas publicaciones, que sea distinto a como proceden las grandes editoriales.

Como ya dije antes, el autor asume todos los gastos. Es su inversión. El sello acompaña, cura, garantiza la imagen editorial de un riguroso tamiz cuyos filtros en no pocos casos rozan la excelencia.

En el mundo tecnológico que nos rige cada vez más, ¿por qué escribir poesía? ¿Es válida la pregunta: ¿para qué diablos sirve?

Ahora más que nunca se debe escribir poesía, atravesar al otro con su dardo de dulzura y acidez; hacerlo con la tenacidad de un poseso. Sirve para lo que no sirve, para desplazarlo o alquimizarlo.

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