Sobre el lienzo, Panamá

Actualizado
  • 13/03/2024 00:00
Creado
  • 12/03/2024 18:31
El programa de residencias artísticas de Casa Santa Ana promueve el intercambio entre artistas locales y extranjeros. Una forma de ver Panamá desde otros ojos

La artista colombiana Lorena Torres fue la tercera en completar una residencia artística en la fundación Casa Santa Ana, cuyo local está ubicado en el terraplén, justo frente a la cinta costera. Seis semanas que la alejaron de la cotidianidad de su trabajo en Bogotá y que la acercaron a una realidad mucho más parecida al Caribe de su Barranquilla natal. Aunque la ciudad de Panamá está asentada frente al océano Pacífico, los colores y la exuberancia de la vegetación le resultaron mucho más cercanas que el clima de montaña bogotano. Sin embargo, la realidad panameña tiene también sus particularidades y son esos los elementos que cada artista viene a descubrir a lo largo del programa que lo trae aquí.

“Lorena es la tercera artista que viene a hacer una residencia a Panamá. Este es un programa en el que buscamos mucho ese intercambio global-local que nos caracteriza. Traemos artistas que vivan y trabajen aquí en el espacio de residencia que tenemos arriba (en el mismo local) y durante las seis semanas que vienen, hay mucho intercambio tanto con los artistas locales como con la comunidad de Santa Ana”, explica Carolina Hausmann, directora de la fundación, en entrevista con La Estrella de Panamá.

Cada artista participante está consciente de que debe realizar conversatorios, talleres con artistas locales, talleres con niños o adultos de la comunidad de Santa Ana y además producir obras. “Es una oportunidad para desconectarte de tu día a día, poder enfocarte en tu práctica sin ninguna distracción”, asegura Hausmann. La fundación cubre los costos de transporte y estadía del artista, se le proveen los materiales que pueda necesitar para que tenga la posibilidad de enfocarse en cualquier cosa que quiera explorar, ya sea porque no ha tenido el tiempo o sencillamente no tener que pensar en algo más.

Sobre los artistas, su selección no responde a requerimientos específicos. “Siempre estamos buscando artistas que nos parezcan relevantes, cuya obra tenga algo que aportar a alguna conversación. Traemos artistas de diversas partes del mundo, de muy diversas disciplinas. No hay un solo perfil, más bien queremos abarcar prácticas interesantes de artistas interesantes que tienen cosas que decir que nos parecen importantes compartir”.

El año pasado participó del programa el artista francés John Fou y el colombiano residente en Berlín Adam Goldstein. Lorena Torres arrancó el año 2024, calendario que ya está completo, así como el de 2025. La intención es que se desarrollen unas siete residencias por año.

“Es una forma de poner a Panamá en el mapa; hacemos invitación y todo el mundo quiere venir porque no conocen Panamá y los que vienen se llevan una sorpresa muy grata porque es muy interesante estar aquí, hay mucha gente con quien conversar. También está el hecho de que nuestra ciudad es muy particular, y descubrir esas particularidades independientemente de que vengas de Francia, de Berlín o de Colombia, es lindo”, comenta.

También hay convocatorias para artistas locales. Recientemente la artista Risseth Yángüez resultó seleccionada en el más reciente llamado que hizo Casa Santa Ana.

Y como espectadores, a los artistas locales claro que les interesa mucho tener una conversación con los visitantes. “Ver el arte desde el punto de vista de un artista que viene de afuera, que trabaja de otra forma, que tiene otras conexiones. Y también nos parece importante, ya que los artistas que invitamos generalmente son representados por galerías de cierto peso internacionalmente, que esas galerías también estén pendientes de lo que está pasando en Panamá y que eventualmente haya artistas panameños representados por estas galerías”.

El intercambio abarca también a los vecinos de Santa Ana. “Hacemos talleres con niños de Santa Ana, tenemos alianzas con dos escuelas en particular y es muy enriquecedor. Los artistas siempre dicen que es lindo ver cómo los niños son niños, no importa de dónde sean, y que esa energía y esa curiosidad insaciable es maravillosa para trabajar y hacer diferentes talleres y actividades”.

Una de las cosas muy valiosas que tiene la residencia es ofrecer un espacio propio en el cual el artista puede reconectar con su obra, consigo mismo y recargar energías, alimentado por un ambiente diferente.

En el caso particular de Lorena Torres, ella ha podido ampliar su ideario del Caribe en nuestro país. “El imaginario de sus obras ahora abarca Panamá. Ella tuvo mucho interés en entender más sobre los textiles que le llamaron mucho la atención: la ropa que usan las gunas, las labores de las polleras, el desayuno chino, todo lo que sucede alrededor de la cinta costera. Entonces observas esas referencias bonitas de Panamá a través de los ojos de un extranjero, de un artista que viene cargado de otro tipo de información”.

Torres ofreció un Open Studio a dos semanas de haber iniciado su residencia. “Abrió las puertas del apartamento donde está su estudio y explicó sobre su proceso, lo que ya había hecho, lo que quería hacer; se pudo ver ese proceso, entender las inquietudes del artista, ver la obra que se ha iniciado”, explica. Finalizada la residencia se presentó una exposición con las obras terminadas.

También se llevó a cabo un taller en el que participaron artistas locales y se dio la oportunidad de hacer un intercambio con los artistas de Taller Portobelo en Colón.

“Para nosotros, el equipo de Casa Santa Ana, es muy enriquecedor porque es una relación diferente a la que tienes con un artista que viene a una exposición. Están aquí seis semanas, conocen Panamá acompañados de nuestros ojos, entendemos muy bien su proceso, sus inquietudes, su práctica, vemos cómo se van creando las obras y cómo se crea algo que no necesariamente es lo que ellos pensaban que iba a ocurrir cuando llegaron”.

E igual de enriquecedor es poder enseñarle el país al visitante, lo interesante, lo mágico, lo lindo, lo feo, lo surreal, y luego observar lo captado en su obra.

En la obra que desarrolló Lorena Torres observamos escenas románticas y familiares en la cinta costera; aparece también la vista que tenía la artista desde su apartamento-estudio donde siempre se asoman niños y hasta canta un gallo. Aparecen en una habitación coloridos almohadones con molas, vaporeras de bambú con desayuno dim sum y la imagen de un hombre seductor con un sombrero pintado.

“Lo que sea que se produzca durante esa residencia, está a la venta. El 50% de las ganancias son para el artista y el 50% para la sostenibilidad del programa y para apoyar a ‘La leonera’, la biblioteca infantil que sostiene la fundación en el barrio de Santa Ana”.

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