Tierras raras en Latinoamérica: ¿Qué países tiene los mayores recursos?

América Latina presenta severas dificultades económicas y sociales, pero, por otra parte, una constelación de potencialidades que si son aprovechadas a fondo pueden generar progresos muy relevantes. Entre ellas se hayan las siguientes:

Geografía de las ‘tierras raras’

La revolución tecnológica en curso, sin precedentes en la historia, ha puesto a foco las existencias y posibilidades de aplicación de las llamadas “tierras raras”. Son esenciales para la fabricación de productos claves que necesitan las nuevas tecnologías. Son críticos para la generación de carros eléctricos, de autos robots, turbinas eólicas, móviles, medicina digitalizada, sistemas de inteligencia artificial y otros pilares de la economía que viene. Se trata de 17 minerales que están entremezclados con las tierras en general. Tienen propiedades magnéticas, eléctricas y ópticas únicas. Hay un país en la región que tiene en su territorio la tercera reserva de “tierras raras” de todo el planeta: Brasil, que cuenta con 21 millones de toneladas métricas. Según el servicio geológico de EE.UU. y otras fuentes, la disponibilidad de estas tierras en el mundo es la siguiente:

1. China, 44 millones de toneladas métricas, en 2023 produjo 240.000 toneladas métricas de óxido de “tierras raras”. Controla el 34 % de las reservas mundiales y el 68,5 % de la producción global.

2. Vietnam, 22 millones.

3. Brasil 21 millones.

4. Rusia 10 millones

5. India 6,9 millones.

6. Australia 5,7 millones.

7. EE.UU. 1,8 millones.

8. Groenlandia 1,5 millones.

No están cuantificadas las reservas que hay en Ucrania.

Junto a Brasil en el continente, Perú tiene condiciones geográficas que indican que debe haber reservas significativas, pero todavía no se han explorado ni cuantificado. En el caso de Brasil, a pesar de sus vastas reservas, su producción es reducida porque entre otros factores se necesitan tecnologías ultraavanzadas para separar los minerales dentro de dichas tierras y refinarlos.

Otros minerales estratégicos

También América Latina tiene en su subsuelo algunas de las mayores reservas de otros minerales estratégicos como el litio, fundamental para fabricar las baterías especiales que necesitan para funcionar los automóviles eléctricos. Están en Chile, Bolivia y Argentina. También cuenta con extensas reservas de cobre, níquel, cobalto y otros cuya demanda ha crecido fuertemente.

Capital social

El continente ha mostrado en la práctica que puede movilizar sus ingentes potencialidades en capital social. Algunos ejemplos:

La ciudad de Medellín se convirtió en un modelo de arquitectura democrática creando en los amplios espacios situados en derredor de los tanques de agua unidades de vida articuladas para la población de las zonas marginales. Allí puso a su disposición oportunidades culturales, sociales, deportivas, de recreación, de disfrute familiar y otras. En Brasil se establecieron en todo el país más de 800 áreas públicas integradas a barrios pobres con un amplio abanico de actividades para ella. La de Sao Pablo es una experiencia de referencia obligada a nivel internacional, hay a nivel nacional una inversión millonaria en infraestructura y servicios de las políticas públicas y una activa participación del capital social de las comunidades.

Mostrando los niveles de emprenderismo social en la región, terminan de ganar el premio Princesa de Girona de España, dos jóvenes mujeres de Colombia y Guatemala que usaron la inteligencia artificial para abrir el acceso a la salud a sectores vulnerables. Su programa combina diagnóstico, tratamiento e investigación.

Hay otro capital social oculto a los ojos en la región, que es la legión de las ONG, trabajadores voluntarios y empresarios socialmente responsables, organizaciones de fe, universidades activas con la comunidad, cooperativas, la economía del cuidado, los luchadores por el medioambiente y otros que hacen cuantiosos aportes no cuantificados a las sociedades.

Una conclusión

Los desafíos son muy exigentes, el producto bruto regional caerá en el 2025, la desigualdad está entre las peores del orbe. Urgen pactos de largo alcance entre políticas públicas con rostro humano, empresas responsables, y sociedades civiles movilizadas para convertir los potenciales en sembrar inclusión, oportunidades y equidad.