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- 03/08/2024 23:00
- 02/08/2024 18:55
El escritor Ariel Pérez Price será expositor en la ponencia ‘Louis Armstrong y Panama Al Brown, musas del vanguardismo parisino de los años 30’ este domingo 4 de agosto en el marco del festival ‘Satchmo Summerfest’ en el museo del jazz de Nueva Orleans en el Old US Mint.
Cada año, se celebra el legado de Louis Armstrong en su ciudad natal: Nueva Orleans. El componente educativo del festival, ‘The Satchmo Legacy Stage in honor of Joni Berry’, presenta ponencias y discusiones por parte de académicos e historiadores del jazz.
El festival recibe aplicaciones anuales con propuestas de ponencias para ‘The Satchmo Legacy Stage’. Ariel Pérez Price preparó y envió su aplicación en abril, y en el mes de junio se le informó que se le había aceptado.
“En mi ponencia busco explorar los paralelismos en las trayectorias vitales y artísticas de Louis Armstrong y Panama Al Brown, utilizando como hilo conductor su encuentro en París en el año 1934 y su relación en común con Luis Carl Russell”, explicó Pérez Price a La Estrella de Panamá.
El objetivo es examinar los antecedentes de las figuras citadas, buscando con el ejercicio demostrar que Nueva Orleans y Colón, en su calidad de puertos hermanos, terminaron generando un espacio vital común, enmarcado en el Circuncaribe, caracterizado por el cosmopolitismo, lo que cimentó, muy a pesar de la pobreza y el racismo, el talento de figuras excepcionales con una connotación universal, agregó.
“La presentación indaga en el impacto de Al Brown y Armstrong en movimientos culturales, de connotación histórica, donde el jazz se desempeñó con protagonismo como el Harlem Renaissance y el movimiento Avant-Garde en París”.
De acuerdo con Ariel Pérez Price, el pionero bocatoreño del Jazz, Luis Carl Russell, vivió por 3 años en Colón entre los años 1918 y 1921, estando a cargo de una orquesta en el Casino Club. “Al Brown, quien para entonces era conocido en el mundo de la fistiana como ‘Kid Teofilo’ era un asiduo bailador de foxtrot, de hecho el Panama Tribune reportó que dirigió un conglomerado de bailadores en Colón, dedicándose a la enseñanza de dicho estilo de baile a las clases adineradas de la ciudad. Fue en Colón donde se conocieron Alfonso y Luis, reencontrándose en Harlem, alrededor de 1927. Un anuncio del periódico The New York Amsterdam del mes de noviembre de 1929, anuncia un evento bailable en el Saratoga Club, con la orquesta de Luis Russell y su invitado especial ‘Panama Al Brown’”.
Luis Carl Russell conoció a Armstrong en el año 1922 en Nueva Orleans, interactuando musicalmente por un corto tiempo en el cabaré de Tom Anderson. Luego se reencontraron en Chicago y Nueva York, puntualizó. “En el año 1935, al retornar Armstrong de Europa, iniciaron una colaboración cercana que se extendería por ocho años. De acuerdo a dicho arreglo, facilitado por Joe Glaser, Armstrong pasó a liderar en calidad de solista la orquesta de Luis Russell, en tanto que el panameño se mantuvo como director musical, arreglista y pianista. Luis y Louis fueron amigos cercanos hasta el final de la vida del gran orquestador nacido en Carenero”.
A juicio del escritor panameño, los vínculos de Alfonso (Al Brown) y Luis Russell con Louis Nathaniel Armstrong no son casuales. “Es mi opinión que sus interacciones confirman que las localidades de Bocas del Toro y Colón no eran entes aislados; por el contrario, formaban parte de un conglomerado portuario globalizado que terminó facilitando el intercambio de identidades culturales con la cercana Nueva Orleans, creando un hábitat común marcado por una negritud diversa y un espacio cosmopolita que coexistió con los procesos discriminatorios que fueron parte de ambas sociedades, como legado de la esclavitud y de la segregación que hizo eclosión en Estados Unidos y que fue exportada al istmo [traída al país] por la Comisión del Canal de Panamá”.
Eran los tres, sostiene Ariel Pérez Price, ya que eran individuos formados dentro de un mismo contexto, marcados en el caso de Louis y Alfonso, por la pobreza. “La precaria situación en la que los recibió la vida fue de alguna forma atemperada por las oportunidades existentes en Nueva Orleans y Colón, en su condición de puertos internacionales y entidades multiculturales que crearon las condiciones para cultivar sus talentos, emergiendo como iconos modernistas a ambos lados del océano”.
Para Ariel Pérez Price, se tratan de figuras de connotación universal enérgicas del Caribe panameño, que deben ser exploradas en detenimientos, pues forman parte de nuestra identidad del panameño.
“Sobre dicho aspecto resulta crítico resaltar el contexto de su inmersión en Europa. La posguerra en Francia se constituyó en un periodo de grandes cuestionamientos existenciales, los cuales fueron también parte del quehacer intelectual de la clase artística, que acogió con receptividad el oleaje creativo emanado del Harlem Renaissance. La citada afinidad, encontró sustento ideológico en los teóricos de l´art nègre, entre quienes resaltan Guillaume Appolinaire y, durante los años veinte, su pupilo Paul Guillaume. En resumen, pregonaban la situación de un arte europeo en franca decadencia, apuntando a África y al arte del hombre negro como remedio a la cuestión artística e incluso existencial”.
El movimiento avant-garde, indicó Pérez Price, que tomó forma en el París de los años veinte y buena parte de los treinta, se abocó al cultivo de la ‘negrofilia’ buscando con ello desafiar las estructuras conservadoras, enviando un mensaje de rechazo a lo cotidiano que pasaba para muchos por lo anárquico. “Las habilidades del peleador panameño, suficientes para respaldar sus seis años consecutivos como campeón mundial de las 118 libras, fueron interpretadas por la vanguardia francesa como una intervención artística, la puesta en escena de una obra estética, volitiva, que tomaba forma con cada uno de sus combates”.
En el caso de Louis Armstrong, acotó el escritor, su segunda incursión en Europa entre 1933 y 1934, “cimentó su lugar como el más virtuoso de los exponentes del Jazz, identidad musical que fue acogida por el movimiento avant-garde como una identidad musical propia de aquel proceso de rescate del arte europeo, en este caso de su música, que alterada por la síncopa y la ‘sofisticada’ improvisación, sintetizaba los valores del modernismo”.
“Es preciso resaltar que variados aspectos de la afición por ‘lo negro’ en Francia fueron moldeados en base a paradigmas colonialistas. Lo anterior se manifestó en la conquista y exploración de África, creando estereotipos primitivos que buscaban reafirmar roles de control. África y el hombre negro se enmarcaban en nociones estereotípicas de aventura, salvajismo y peligro. De hecho, en los años treinta se vio emigrar a algunos surrealistas franceses hacia el campo de la etnografía. Michel Leris, antiguo discípulo de André Breton, declaró sin desparpajo alguno que arribó a la etnografía a través del jazz. Según decía, su afición por Duke Ellington y Louis Armstrong, además de sus incursiones nocturnas a Montmartre, fueron su primer contacto con el mito del “Edén negro”, lo que le impulsó a África y a la etnografía. Un galimatías ideológico que no dejaba de ser en variados aspectos racista”.
El vínculo entre Armstrong y Panama Al Brown no ha sido explorado por la historiografía nacional. Pretende subsanar ese vacío con un ensayo titulado ‘La trompeta, el hilo y el campeón’, el cual está incluido dentro de un compilado de su autoría denominado ‘Ensayos Diaspóricos, del Caribe panameño y los orígenes del jazz’, el cual se publicará a finales del mes de agosto.
El libro contiene los siguientes ensayos: ‘Colón en la ruta de eclosión del jazz’, ‘La trompeta, el hilo y el campeón’ y ‘Luis Russell La Iglesia metodista, Luis Russell y los orígenes del jazz en el Caribe’.
El objetivo es abordar a Al Brown desde la universalidad de sus contribuciones como un icono cultural, dejando un poco de lado su faceta atlética por la que es más conocido en Panamá, detalló.
“Basándome en fuentes primarias inéditas y su relación intrínseca con lo que llamó la narrativa progresista del género, aquella planteada por Lara Putnam, Patricia Zárate de Pérez y otros autores, presentó un grupo de ensayos que aspiran rescatar el papel del Caribe panameño en el movimiento cultural y artístico que generó el jazz dentro y fuera de Estados Unidos”, concluyó.