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- 27/08/2012 02:00
FLORENCIA.
Giambologna nació en Douai, Flanders (hoy Francia), en 1524; ése fue el nombre adoptivo que los italianos le dieron en vista de que les era muy difícil pronunciar Jean de Boulogne, su verdadero nombre. El joven apenas llegó a Florencia, entró en las filas de los mejores artistas que interpretaron y dieron vida al manierismo italiano (estilo artístico caracterizado por la tensión deliberada, la subjetividad y el artificio ingenioso, que data del siglo XVI).
El potencial creativo de Giambologna lo llevó a realizar muchas obras, las cuales esculpió de una forma diferente a la de sus coetáneos; entre ellas está El Rapto de las Sabinas y Hércules lucha contra el centauro Neso, las que desde 1583 hasta hoy dan testimonio de la notoriedad del artista en la Plaza de la Señoría; un honor que concede la municipalidad florentina a los ‘genios creativos’ de la humanidad. Este artista conquistó dos pedestales en la famosa Loggia del Lanci, con sus dos estupendas esculturas.
UN PARAÍSO VISUAL
Quien llega por primera vez a la Plaza de la Señoría de Florencia queda extasiado por la cantidad de obras acumuladas en un solo espacio, allí se encuentra el corazón palpitante del Renacimiento de las Artes, suspendido en el tiempo.
En el David de Miguel Ángel, en El Perseo de Benvenuto Cellini, hay una sola figura, pero todo un mundo lleno de simbologías, unas series de mensajes ocultos y declarados. Un solo coloso escultórico contiene la sugestión emotiva del nuevo renacer humano.
En cambio, Giamboloña ofrece un torbellino de figuras, que se tuercen entre ellas, para cargar de significados su obra. Sus composiciones aparentan precariedad de equilibrio y voluntad rítmica propia, crean una energía que se proyecta en alto, como fugaces fuerzas de músculos y formas. Para lograr esto, Giambologna alargó sus figuras, desproporcionando la anatomía de sus modelos, disminuyendo las dimensiones de sus cabezas, para acentuar cada vez más, la rítmica fugaz. Estas lánguidas deformaciones distinguen su personal estilo escultórico y estimuló a muchas generaciones de artistas.
OTRA EJECUCIÓN
Son los amarres entre las figuras, realizadas en completa armonía, para crear una retórica rítmica en sus esculturas lo que propusó el artista en el siglo XVI.
Frente al Rapto de las Sabinas se siente la impresión de que las tres entrelazadas figuras formen parte de un bloque único y compacto, al igual que en Hércules lucha contra el centauro Neso. En su conformidad, sus esculturas son hijas de toda una nueva visión, otra manera de ejecutar el arte.
Esa experiencia escultórica elaborada en estas dos piezas son el legado que hemos heredado del extranjero Jean de Boulogne para el manierismo italiano.