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- 20/08/2020 00:00
La nueva 'docuserie' de los productores Christina Clusiau y Shaul Schwarz, 'Nación de inmigración' ('Immigration Nation'), llegó a Netflix con todo en contra. Desde el lente documental, los fotoperiodistas y cineastas reflejan la vida de los inmigrantes en diversos barrios de ciudades estadounidenses, revelando los abusos y tomas de decisiones poco éticas al momento de la deportación. El enfoque episódico de la serie llama la atención, y la rudeza de su introducción hace que nos adentremos a un viaje crudo y sin retorno.

Con solo seis episodios –de una hora de duración cada uno–, Clusiau y Schwarz son retados a contar de manera objetiva y enfática las realidades y dificultades dentro del sistema de migración regido por la administración del presidente Donald Tump. Los inmigrantes son presentados con caras descubiertas, nombre, apellido y nacionalidad de origen, sin ningún tipo de advertencia. Lo que llaman “precisión policiaca” se muestra como una estrategia militar: entrar, encontrar y salir.
Esta obra cinematográfica está dirigida a mayores de 16 años y se recomienda discreción –así como una estabilidad y soporte emocional seguro–, sin embargo, también es una oportunidad de aprendizaje para quienes vivimos del otro lado del 'muro'. Con un gran acceso y una filmación que abarcó tres años de esfuerzos, la serie nos transporta con los equipos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ubicados en Nueva York, Charlotte (Carolina del Norte) y El Paso (Texas).
Con una nueva administración al mando, las prioridades de los agentes han cambiado con lo que sienten que “finalmente podemos hacer nuestro trabajo”, como expresó una agente entrevistada durante la serie. En administraciones pasadas el ICE se encargaba únicamente de 'remover' y deportar a personas con antecedentes criminales, pero desde la entrada del presidente Trump se firmó una orden ejecutiva de “remover a todos los acusados de violación migratoria”, con lo que los agentes atrapan “colaterales”; personas que estaban en la escena en el momento inoportuno y no poseen su documentación al día, sea cual sea la razón.

“Nunca le des la espalda a un prisionero” y “El Gran Hermano te está vigilando” son algunas de las frases que se exponen en los pasillos y paredes de las oficinas de ICE, lo que a ojos de los cineastas son declaraciones contundentes de la mentalidad política y burocrática que se ejerce dentro de esta organización. Si bien ICE fue fundada en 2003 con 8 unidades policíacas, en 2018 se registraron 129 unidades en el país.
Thomas Homan, director del ICE, comentó: “Si estás en Estados Unidos de forma ilegal, deberías sentirte incómodo y mirar por encima de tu hombro (...) no estás en un lugar seguro, no eres bienvenido aquí y no encontrarás trabajo ni vivienda”. La mayor fortaleza de esta serie está en su poder acumulativo, desde testimonios hasta capturas de noticias reales en el territorio estadounidense, cada episodio se siente como un largometraje propio que no nos deja sin cicatriz.
“La administración de Trump ha convertido la Corte Judicial de Migración en un arma para forzar las leyes, y una herramienta para infundir miedo en las víctimas”, indicó un experto entrevistado para el audiovisual. En su primer episodio, titulado 'Instalar el miedo', nos encontramos con diversos agentes de migración realizando recorridos por Brooklyn, Bronx y Queens en Nueva York, mientras conversan con las cámaras diciendo que “solo es su trabajo” y que la ley no debe juntarse con las emociones, aunque algunos son padres y sus caras denotan su incomodidad.
El poder de esta miniserie es la capacidad de Schwarz y Clusiau de mostrar diferentes facetas de la organización gubernamental, llevando un registro casi impecable de los procesos migratorios –y abusos de poder– a los que se enfrentan millones de inmigrantes en Estados Unidos. Pese a los intentos infructuosos del ICE y del presidente Trump por retrasar el estreno del proyecto en Netflix hasta después de las elecciones presidenciales de 2020, una revisión de contrato y una incansable lucha contra la burocracia les dio el pase libre a los periodistas para lanzar su obra documental a la luz.
El diario The New York Times publicó las declaraciones de Clusiau y Schwarz donde explicaban las trabas del ICE contra el proyecto y las amenazas directas a su compañía independiente, Reel Peak Films, luego de ver algunas escenas “comprometedoras” de los agentes allanando hogares en la madrugada, arrestando a “colaterales” en vez de a su “objetivo principal” y diciendo que tenían “órdenes de cateo” sin ni siquiera mostrar un papel asegurándolo.
No se puede extraer una opinión completamente imparcial después de ver cada episodio, ya que por muchos esfuerzos que realizaron los cineastas en mantener una vista objetiva a través de su lente, no es sencillo ver la separación de familias, los cambios repentinos de vulnerabilidad y frialdad de los agentes, y las palabras de las autoridades de esta organización que parecieran rozar el racismo y la indiferencia en pro de hacer cumplir la ley nacional.

Luego de tres años de filmar codo a codo con diversos agentes del ICE, Schwarz y Clusiau comentaron a The New York Times que salieron de esas paredes con “empatía por algunos agentes”, pero convencidos de que el “sistema es altamente perjudicial para los inmigrantes y sus familias”. De igual manera, la batalla de ICE para obligar a los cineastas a eliminar escenas no logró su cometido, ya que la abogada de estos, Victoria S. Cook, logró demostrar la legalidad de todas las acciones de sus clientes al contar las historias de los inmigrantes: “Quedó claro que estaban tratando de intimidar a Shaul y Christina para que contaran lo que pensaban que sería una historia más favorable”, dijo al diario estadounidense, “esto no fue sorprendente, ya que es cónsono con la forma en que hemos visto al gobierno intentar silenciar a otros”.
Dentro de cada hora de contenido se hace más visible la desconexión entre los agentes del ICE, los políticos que firman las nuevas leyes de “cero tolerancia” migratoria, la Patrulla Fronteriza y la realidad que viven los cientos de detenidos diarios en la frontera de El Paso con México, donde suele haber la mayor cantidad de traspasos ilegales. Al ver la historia narrada con una mentalidad abierta, se puede apreciar el arduo y cuidadoso trabajo de los cineastas en humanizar a los agentes, sin dejar de lado la verdad de la situación, aunque muchos consideren que solo es un trabajo más.
El problema reside en la barrera ética y humana que se traspasa diariamente, como explicó a los periodistas la directora del Proyecto Internacional de Asistencia a Refugiados, Becca Heller: “¿Es una agencia gubernamental malvada? No. ¿Todas las personas dentro de ICE son malvadas? No. Pero, la brillantez del sistema ha sido desviar el trabajo de los agentes de tal manera que, tal vez lo que ven en el día a día parece justificado, pero cuando sumas cada acción de toda la gente que simplemente está haciendo su trabajo, se muestra un sistema aterrorizante”.
“Si bien el espectador podría verse involucrado en una narrativa parcializada hacia las víctimas del sistema migratorio estadounidense, Schwarz y Clusiau se encargan de que sea testigo del proceso desde inicio a fin, con un lente honesto y desgarrador que promete sacar de la ignorancia a muchos, y encender una llama de justicia en otros, desde cualquier país en el que se observe”.