Inundaciones en Texas | Expertos apuntan al cambio climático como causa del desastre

  • 09/07/2025 16:17
Científicos señalan que la combinación de sequía previa, topografía irregular y una atmósfera más cálida contribuyeron a la devastadora inundación del 4 de julio en Kerr

El estado de Texas vivió una de las peores tragedias naturales de las últimas décadas tras las intensas lluvias ocurridas el pasado 4 de julio en el condado de Kerr. Según reporta El País, en menos de hora y media el nivel del río Guadalupe aumentó de un metro a casi diez, alcanzando una categoría no registrada desde 1987. El volumen del agua pasó de 2 a 4.700 metros cúbicos por segundo, lo que dejó más de un centenar de víctimas mortales.

Este fenómeno ha puesto en el centro del debate la influencia del cambio climático. Aunque aún no existen estudios de atribución específicos para este caso, varios factores indican una conexión directa. “Aguaceros extremos como estos son exactamente lo que la ciencia espera en un mundo que se calienta rápidamente debido a la quema de combustibles fósiles”, afirmó la doctora Friederike Otto, cofundadora de World Weather Attribution (WWA).

El terreno montañoso del Hill Country, región donde se originó el desbordamiento, favorece la acumulación de precipitaciones debido a su orografía. Esta zona es conocida como el “callejón de las inundaciones repentinas” por la manera en que retiene humedad y facilita el rápido escurrimiento de las lluvias hacia las cuencas.

Shel Winkley, meteorólogo de Climate Central, explicó en rueda de prensa que el fenómeno fue intensificado por la humedad remanente de la tormenta Barry y masas cálidas provenientes del Golfo de México. “Esas temperaturas están entre 0,56 y 1,11 °C por encima de la media para esta época del año”, indicó. “Y utilizando la ciencia de atribución, sabemos que temperaturas inusuales y más cálidas como las de hoy son entre 10 y 30 veces más probables debido al calentamiento global”.

El doctor Rafael Méndez Tejeda, investigador de la Universidad de Puerto Rico, detalló que la interacción de aire frío y húmedo genera lluvias intensas, comparables al empañamiento de unas gafas al pasar de frío a calor. Además, indicó que este tipo de nubes verticales descargan toda su fuerza en zonas reducidas: “Es similar a lo que sucede con los lentes o gafas cuando pasas de un lugar frío a uno cálido, se empañan”.

Otro aspecto clave fue la sequía prolongada que afectó la región en semanas anteriores. La tierra endurecida no pudo absorber el agua rápidamente, lo que intensificó el desastre. Esta situación ya había sido advertida por la NOAA: en ciudades como San Antonio, las lluvias extremas han aumentado un 6% desde 1970, y en San Angelo, el incremento ha sido del 29%.

Estudios como el publicado por la revista Nature en 2022 pronostican que Texas será uno de los estados más afectados por inundaciones en las próximas décadas si no se implementan acciones contra el cambio climático. Las pérdidas económicas anuales podrían multiplicarse hasta en un 900% para 2050.

Además, el análisis de la organización Climate Meter reveló que las condiciones actuales de humedad en Texas son hasta un 7% más altas que las registradas entre 1950 y 1986. “Ahí una primera y enorme pista”, subraya El País.

Para los expertos, los eventos extremos como el ocurrido en Kerr no deben verse como incidentes aislados. “Lo que más me preocupa a mí —advierte Méndez— es que se estén debilitando las oficinas y agencias de Estados Unidos que trabajan en esto, lo que no solo tendrá un impacto en Estados Unidos, sino en toda América Latina”.

El verdadero alcance de estos cambios se pondrá a prueba nuevamente en septiembre, cuando se espera el punto más alto de la temporada de huracanes.

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