La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 30/01/2009 01:00
E n “Revolutionary Road” el director Sam Mendes ha recurrido nuevamente al tratamiento social atacando los cimientos del estilo de vida norteamericano, y por qué no, de la sociedad en general.
Desde que James Cameron reunió a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en la multi-oscarizada “Titanic” (1997), han sido pocas las veces que otra pareja en una película haya tocado los corazones y el lagrimal de millones de espectadores, así como lo hizo en aquel entonces esta imponente producción cinematográfica.
Ahora el realizador Sam Mendes los trae nuevamente a la pantalla, pero no para continuar con la romántica y conmovedora historia de amor, sino que, irónicamente, para desenmascarar la realidad de una relación constituida por la farsa de un moribundo matrimonio, elemento básico y codificado de nuestra sociedad.
Después que el director británico Sam Mendes ganara el Oscar con su opera prima “American Beauty” (1999), en la que profundizó sarcásticamente el modo de vida norteamericano, no se había involucrado tan intensamente como en este filme en el que ataca las bases que conforman una sociedad y su entorno hipócrita, y a su vez, busca en las entrañas de sus integrantes los fracasos, las frustraciones y las esperanzas vacías que intentan esconder con la infinita monotonía de sus vidas.
En “Revolutionary Road”, Mendes adapta la novela homónima del ensayista y escritor Richard Yates, y pareciera que no es casualidad que recurriera a DiCaprio y Winslet para su este filme, que actualmente son actores más consagrados, maduros y profesionales después de su aparición en “Titanic”.
El realizador se vale de este hecho como una fórmula que genera un choque más intenso en sus personajes, que en su principio se acercan inmediatamente con gran empatía hacía el espectador, para después derrumbar con frialdad ese entorno falso que construye y que conforma la estructura narrativa del filme.
Desarrollada en los años 50-60, los personajes en cuestión, April (Kate Winslet), una aspirante actriz, y Frank (Leonardo DiCaprio), un ordinario y soñador empleado, se enamoran perdidamente. A pesar de sus aspiraciones y de sentirse una pareja especial, acabarán por llevar una vida de clase media en un suburbio de la calle Revolutionary Road, atrapados en un matrimonio tedioso, por el que tendrán que elegir entre enfrentase a sus miedos y cumplir lo que deseaban años atrás, o seguir llevando una vida cómoda y tranquila, pero con la que no se encuentran satisfechos, a pesar de que para el resto de la comunidad son un matrimonio perfecto.
Pero llega un momento en el que deciden dar un significativo giro a sus monótonas vidas para mudarse a Paris, un sueño medio olvidado que deciden recuperar, con la esperanza de empezar de nuevo.
Esta película nos presenta un retrato de los seres humanos dentro de un entorno global, al que llamamos sociedad. En ella siempre actuamos de forma extraña, porque de alguna manera intentamos transmitir una sensación de felicidad falsa ante nuestros semejantes, una imagen que se maquilló en los inicios de la publicidad norteamericana con amas de casa realizadas y familias felices gracias al consumo de productos, más no a su propia convivencia. Directores como Sam Mendes, con una gran capacidad en la narración y tratamiento fílmicos, se atreven a quitarnos la venda de los ojos para presentarnos una realidad un poco incómoda y amarga. El perfecto ejemplo de ésto es “Revolutionary Road”, que a través de su guión real, inteligente y bien logrado gracias a Justin Haythe, y de las notables interpretaciones, tanto de la reciente ganadora del Golden Globe, Kate Winslet, como de un Leonardo DiCaprio más maduro, nos permite identificar esta historia con nuestros propios dilemas y decisiones, que hacen parte constante de nuestras vidas.