Liberar un libro

Actualizado
  • 24/02/2013 01:00
Creado
  • 24/02/2013 01:00
PANAMÁ. A lfredo Belda tenía un libro. Como todos los libros, no era un libro cualquiera. Tambor y socavón, del panameño Manuel F. Zárat...

PANAMÁ. A lfredo Belda tenía un libro. Como todos los libros, no era un libro cualquiera. Tambor y socavón, del panameño Manuel F. Zárate. Si lo recuerda tan bien es porque aquel libro le valió un piano. Junto a los otros miembros de El Kolectivo, Alfredo participó en el círculo de trueque y ‘gratisería’, en el que se intercambia ‘lo que se quiera’, incluidos libros.

Pero en el lenguaje del ’bookcrossing’, intercambiar un libro es liberarlo. Y liberarlo es contribuir a crear la bibliteca mundial que esta red digital pretende construir para darles una nueva vida a los libros. Como decía Conrad, el autor sólo escribe la mitad del libro; de la otra mitad debe ocuparse el lector, y el bookcrossing se ha tomado en serio esta filosofía.

El bookcrossing, considerado el Facebook de los libros, consiste en ofrecer un intercambio libre y gratuito de libros para mantenerlos vivos. En todo el mundo hay 1.675.202 BookCrossers y 9.548.588 libros viajando por 132 países, mientras que en Panamá ya cuenta con más de cien adeptos, y tímidas propuestas en bares, hostels y en la entrada de la Biblioteca Nacional.

La página web te permite registrar el libro que quieres compartir con un código. Puede que alguien más te lo pida, o sino puedes llevarlo a una de las liberaciones masivas que generalmente se dan en lugares públicos y ‘salvajes’, como debajo de un árbol, en el banco de un parque natural o en cualquier lugar en el que otra persona pueda encontrárselo.

RINCÓN DE LECTURA

‘La iniciativa responde a la llamada ‘democratización del libro’, reconocida en algunos países como ‘libro, libre’ o ‘libros al viento’; que definitivamente fortalecen la cantidad y calidad lectora’, considera Briseida Bloise, expresidenta de la Cámara panameña del Libro. ‘Hacer llegar un libro a un lector que luego se hace dueño del mismo al leerlo crea identidad con la lectura y así se construyen más y mejores lectores. No hay una relación más íntima que la que nece entre un libro y su lector, pues solo él sabe como recrea cada imagen, personaje, etc... ’.

El Starfish Coffee, en Bocas del Toro, fue uno de los pioneros en el país en introducir el bookcrossing con una pequeña característica: el intercambio debía ser sólo de autores panameños. Mathilde Grand, a cargo de esta iniciativa, considera que ‘mucha gente no lee e impulsar ese deseo a través de la historia de un libro que viaje físicamente me parece toda un viaje en sí mismo’.

La iniciativa no es única, y en otros países las editoriales ya se han adueñado de la idea para crear campañas de promoción, liberando libros en lugares estratégicos de la ciudad. Bloise, representante de la editorial Santillana, reconoce que el bookcrossing ‘no es incompatible con la industria editorial; es sólo una manera de promover generalmente ediciones usadas, algunas un poquito viejas o portadas con pequeños defectos... Pero un libro leído siempre genera más lectores’.

El proyecto está inspirado en ‘The Book Thing of Baltimore’, una gran librería gratuita en esta ciudad estadounidense. Todo comenzó con un hombre que recogía libros y los vendía a 50 centavos. Al final acumuló tantos que comenzó a repartirlos gratis. La gente se interesó y de ese pequeño garage hoy en día salen centenares de libros cada semana.

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