Nuevas identidades

Actualizado
  • 10/03/2013 01:00
Creado
  • 10/03/2013 01:00
E stá en el genoma humano ser migrante. Solo en mi familia hay migrantes que han venido tanto de Europa como de Latinoamérica, migrantes...

E stá en el genoma humano ser migrante. Solo en mi familia hay migrantes que han venido tanto de Europa como de Latinoamérica, migrantes que han trabajado y construido familias en Panamá, en Venezuela, Colombia, etc. A la vez sus nietos, como yo, hemos emigrado a otros países. Según mi mujer, que es alemana, yo levanto una piedra de la tierra, y sale un familiar en algún lugar del planeta.

En efecto, tengo primos, tías y hermanos que viven y han vido en otros países, y no creo que no haya panameño que no tenga algún familiar o amigo con experiencia migratoria. Mis hijos, que han nacido en Alemania, están acostumbrados a recibir familiares y amigos del Caribe, América Latina, Europa y los Estados Unidos, hablar en español y en alemán, ir de un país al otro, y recibir informaciones, ya sea por la música, los libros, internet o la televisión de cualquier lugar del planeta. Y no somos, de ninguna manera, los únicos.

Millones de personas están construyendo identidades globales, identidades que cruzan las familias, las clases, las etnias, las naciones y las fronteras. Identidades que cruzan las generaciones. Y estas identidades globales, más que detenerse en símbolos externos, como banderas, himnos u otros particularismos nacionales, se levantan sobe la base de la elección personal y los circuitos familiares migratorios que crean toda una red de contactos, afiliaciones y gustos.

No hay que darse golpes de pecho cosmopolitas ni mucho menos declarar muertas las identidades nacionales para darse cuenta que con el movimiento impetuoso de un mundo de migrantes, las identidades pasarán a ser cada día más globales, menos sometidas a un espacio determinado, más flexibles, porosas y, por tanto, más incluyentes.

En efecto, identidades para el siglo XXI son estas identidades globales que trasngreden mares y fronteras sin que las asumamos precisamente como identidades, porque son parte de un mundo que cada vez más está hecho (de y por) los migrantes, a pesar que hay individuos o comunidades que re-crean sus identidades originales en los países de acogida: esto es también una proyección de las identidades globales.

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