El retorno tiene rostro de mujer

Actualizado
  • 27/10/2013 03:00
Creado
  • 27/10/2013 03:00
Amigos lectores, amables, agudos y ociosos lectores: como ya saben, todas las ilustraciones que acompañan los textos escritos para esta,...

Amigos lectores, amables, agudos y ociosos lectores: como ya saben, todas las ilustraciones que acompañan los textos escritos para esta, su columna ‘El Reverbero’, son de la autoría de la artesana ucraniana/panameña (chiricana de Puerto Armuelles, para ser exactos), la queridísima Kat Yurchenko. Por segundo domingo consecutivo, ‘la’ Yurchenko ha buscado entre sus libretas atiborradas de trazos, garabatos y dibujos mutilados y nos ha regalado un retrato que terminó, según ella misma, en un tiempo de lluvias eléctricas, amores nuevos, flechas rotas, fotos perdidas, gatos muertos y guerreros de luz decapitados a la orilla de los esteros. (El domingo pasado, sin la ayuda de Kat, pudimos averiguar fácilmente que el retrato era de Kirpal Singh, maestro espiritual de la India del cual ella es —o al menos fue— seguidora, y de quien guarda enseñanzas, recuerdos, palabras y silencios. Ya he dicho en la columna pasada que Kat Yurchenko es silencio, así que mejor es callar).

Pero esta vez ¿a quién ha retratado ‘la’ Yurchenko? ¿Quién es esta mujer de rostro profuso y mirada penetrante que nos trae desde su historia de soledades, desde sus desiertos y corazones rotos, desde sus horas de papel en blanco y noches de árboles caídos? ¿Quién es esta mujer de cabello copioso y labios de fuego; quién es esta mujer de ojos dispuestos al riesgo, a la lucha y al amor? ¿Es acaso una cantante, poeta, actriz, bailarina, pintora, de vida y muerte trágicas, hermana en el dolor y el sufrir, versión eslava de Janis Joplin, La Lupe, Edith Piaf; Silvya Plath, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik, Pina Pellicer, Marilyn Monroe, Sharon Tate; Isadora Duncan, Frida Kahlo?

Hagamos de tripas corazón y a quemarropa preguntémosle a la artista misma. Dinos, Kat Yurchenko, ¿quién es esta mujer a quien has retratado? No nos dices nada. Silencio. Por supuesto, qué otra cosa esperar de ti. ¡Por qué nos haces esto! ¡Por qué nos obsequias un rostro de agreste belleza para luego —cruel mujer, cruel artista del secreto— dejarnos con la intriga y la zozobra. ¿Qué te hemos hecho para que nos dejes en tu limbo? Tu limbo. Tu limbo una vez más. Pero, ni hablar… No hay salida: Nos obligarás a la fantasía y a la imaginación. Pues bien, aquí vamos: Esta mujer —se nos antoja a mí y a mis lectores— es todo lo contrario al silencio. Sí, así como lo oyes: Esta mujer es verborrea de la más pura y dura. Es guerra. Es hogar. ¿Qué te parece? Guerra y hogar. Así es, la mujer que dibujaste es guerra y hogar. Y esa guerra y ese hogar te llaman, Kat Yurchenko. La guerra y el hogar gritan y te esperan. Y acudirás al grito. Lo sabe la mujer. Lo sabemos nosotros. Lo sabes tú. Has plasmado, Yurchenko, tal vez sin darte cuenta (aunque en ocasiones más bien creo que lo finges), tu nido, tu destino, el pecho que te aguarda para latir y derramar la sangre. Te dejaremos partir, Kat. Porque te queremos (a pesar de tu silencio) en silencio.

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