Apodos en vez de propuestas

Actualizado
  • 04/05/2014 02:00
Creado
  • 04/05/2014 02:00
Un repaso a los sobrenombres empleados por los políticos en la campaña electoral. ¿Herencia familiar o estrategia de mercadeo?

‘Macaraca’, ‘Tío Gabriel’, ‘Orejitas’ Celis, ‘Porroncho’, ‘Patacón’ Ortega, ‘Triple ‘R”, ‘El tanque de gas’, ‘El doctor béisbol’, Erick ‘Canjack’. No, no se trata de una alineación de villanos o de alguna liga de superhéroes criollos. Son los motes, alias y apodos que aparecen en las vallas políticas repartidas a lo largo y ancho de la ciudad capital, desde el tumultuoso corazón de Calidonia hasta los suburbios de Arraiján.

Algunos sobrenombres han nacido en el seno familiar, mientras que otros lo han hecho de forma espontánea, al calor de la campaña electoral.

POLÍTICA TRAVESTI

El jurista Miguel Antonio Bernal considera que la insistencia de la clase política en utilizar apelativos o sobrenombres son un síntoma del ‘transformismo o travestismo político que vivimos, y que lleva a algunos a malcreer que poniéndose un apodo -o utilizando uno que ha servido para su círculo familiar- pueden hacer el traslado al plano politiquero, para así ganar adeptos, lo que revela el alto grado de degeneración que prevalece en este terreno electorero’.

Bernal hace una salvedad, la de los políticos de antaño, sobre todo los de las década de los 50 y 60, que en su mayoría utilizaban ‘los apodos que les daban las familias desde pequeños y no como ahora, que se los auto inventan’. Es así que antes existían sobrenombres como ‘Chinchorro’ y ‘la interminable serie de políticos que les llamaban ‘Baby’, porque así los conocían en el seno familiar; ‘Baby’ Alemán, ‘Baby’ Arango, etc’. Los mismos han sido reemplazados por motes como ‘Gato cósmico’, ‘Capitán Robinson’, ‘Pecheche’, ‘Herisexo’, ‘Popeye’, ‘Siervo de dios’, entre muchos otros que aparecen en afiches y letreros.

Bernal considera que el uso de los apodos debe ceñirse a cuestiones humorísticas y no a fines políticos o partidistas. Por su parte, el cardiólogo y columnista Daniel R. Pichel desaprueba que los políticos recurran a un alias para parecer ‘más accesibles a los ojos del pueblo’, mientras que el sociólogo Enoch Adames Mayorga sostiene que los apodos buscan ‘una conexión con los gustos o expectativas dominantes, intentando sacarle partido a una orientación deportiva o religiosa’.

Es el caso de sobrenombres como ‘El tanque de gas’ o ‘El doctor béisbol’, que, según Mayorga, los políticos emplean con el objetivo de ‘legitimar su propuesta recurriendo al imaginario institucional o deportivo dominante’, a la vez que ‘transmiten una breve crónica de vida, en la que negocian una habilidad o una cualidad con pretensiones de ser valorada electoralmente’. ‘Me imagino que, a falta de ejecutorias y de verdaderas credenciales, se inventan un apodo. Es su manera de llamar la atención, de diferenciarse’, advierte el galeno.

Y EN ESTA ESQUINA...

Mayorga recuerda que en una elección pasada ‘tuvimos a un candidato que se definió como ‘el varón de Dios’, apelando con ello al imaginario religioso’. En el caso específico de Erick ‘Canjack’, unos de los candidatos que en estas elecciones se disputan el puesto a representante de La Palma, Darién, el sociólogo establece que su mote representa una ‘lógica de oposición orientada a ganar adeptos dentro de las subculturas’.

Añade que, en muchas ocasiones, el apodo rebasa al nombre en su alcance popular. Un ejemplo de esto es ‘Orejitas’, que, de acuerdo con Mayorga, expresa ‘el afecto que afirma las tradiciones de la clásica esquina del barrio’.

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