Un líder del arrabal

Actualizado
  • 07/02/2016 01:00
Creado
  • 07/02/2016 01:00
La obra de Oscar Vargas Velarde arroja luces para entender al Estado Federal. Reproducimos parte del discurso de Hernando Múñoz 

Debo agradecer al amigo y paisano Oscar Vargas Velarde, autor del libro Juan Mendoza, líder del Arrabal y al magistrado Erasmo Pinilla, presidente del Tribunal Electoral, la distinción que me han otorgado al permitirme presentar esta importante obra.

En primer lugar saludo la iniciativa del Tribunal Electoral al patrocinar la publicación de trabajos de esta naturaleza que tanta falta hacen en nuestro medio intelectual y académico. De esta forma se está haciendo un gran aporte en beneficio de la nación panameña.

Los libros son portadores de las buenas nuevas. Abren caminos que permiten ver más allá del horizonte. Promueven la reflexión, el cuestionamiento y hacen volar la imaginación, y nos ponen en contacto con realidades pasadas. De diversas formas el libro nos enriquece y renueva. Y la obra - que nos regala Oscar Vargas Velarde y que presento hoy ante ustedes - puede producir en el lector todos y cada uno de esos efectos. Es muy grato para los sentidos, cuando un libro reconstruye el pasado y lo pone frente a nuestros ojos, como lo hace esta rica investigación que comento.

Creo que la designación de presentar esta obra me ha correspondido por la pasión que siento por el siglo XIX, un periodo donde se asientan las bases para la construcción del siglo XX. Siempre he dicho que no se puede entender a nuestro Panamá sin escudriñar al detalle la época de unión a Colombia. Por negar lo que los panameños tenemos de colombianos, se miró por muchos años con desdén este tiempo y no se estudió a profundidad lo que vivimos como sociedad en la época colombiana.

Para reafirmar nuestra condición de panameños se ha renegado a todo lo colombiano. Con el pasar de los años el panorama se ha ido aclarando y creo que la investigación de Vargas Velarde arroja luces para comprender en parte ese periodo, y de manera especial lo que vivió Panamá en los tiempos del Estado Federal. Soy un convencido que la experiencia autonómica federalista es uno de los factores que más tarde ayuda a consolidar el futuro del Estado Nación panameño.

El siglo XIX panameño, desde el punto de vista histórico, es una etapa de nuestra vida como nación que ha estado hundida en la más espesa bruma. Es cierto que existen diversas publicaciones sobre este siglo, constituidas por investigaciones históricas y sociológicas de gran valor, pero ninguna agota su estudio debido a la riqueza de los acontecimientos que tuvieron escenario en el Istmo de Panamá de aquella época.

El autor Vargas Velarde asume el reto de escribir sobre la recia personalidad de Juan Mendoza, un hombre comprometido con su época. Toma la figura de Mendoza como centro para realizar cortes precisos y análisis sesudos sobre el siglo XlX. Todo esto, con mucha destreza y elegancia en el lenguaje.

El magistrado Oscar Vargas Velarde reconstruye la composición político- institucional del decimonono panameño, y recoge al detalle los nombres de sus miembros. Entre otros, el autor entrega la organización de la Corte de Superior del Estado, los senadores y representantes, las autoridades del Poder Ejecutivo, de la Asamblea Constituyente, Procurador del Estado, Tribunal de Cuentas, y los miembros de los Ayuntamientos Electorales. Vale decir, esta obra permite conocer como estaba estructurada la institucionalidad política en el Istmo de Panamá. Desde luego, esto permite tener un panorama completo de la vida institucional que da cuerpo y expresión al Estado como aparato político.

A mi leal entender, el autor de la obra que comento lleva a cabo un brillante estudio de historia política en donde desentraña el papel del Arrabal Santanero como motor primordial de la historia de Panamá, fundamentalmente durante el periodo del Estado Federal. Las figuras de Buenaventura Correoso y de Juan Mendoza son las que tienen el liderazgo indiscutible de este bastión popular que disputó en el Istmo los espacios políticos a la burguesía comercial de la ciudad, al imperio estadounidense y a los señores de la tierra del Panamá profundo.

Las masas del arrabal dieron la pelea política, para defender sus intereses -y cuando fue necesario- tomaron las armas para hacerlo. En el estudio de Oscar Vargas Velarde se deja explícito que en el Panamá decimonónico se practicaba un estilo de lucha política que consistía en la combinación de la vía electoral con el uso de las armas.

Existía un sistema político-electoral que desencadenaba el enfrentamiento entre la oligarquía terrateniente y la burguesía comercial. Una de las fallas del sistema consistía en que los periodos de gobierno eran muy cortos, estos duraban solamente dos años.

El arrabal santanero normalmente era aliado de la incipiente burguesía comercial junto con los pequeños propietarios del interior del Istmo. Debo decir que la inestabilidad institucional era un signo de los tiempos, ya que en muchas otras partes de América Latina sucedía exactamente lo mismo.

El escenario en que se desarrolló la vida de Juan Mendoza es un momento que Carlos Fuentes, en su obra El Espejo Enterrado , describe con mucha precisión diciendo: ‘Las reformas liberales, la intervención extranjera, el conflicto civil, las tradiciones conservadoras y el comercio exterior chocaron entre sí, agitando las sociedades coloniales de Hispanoamérica, liberando fuerzas nuevas y aun permitiendo, junto con la consolidación de una clase alta de terratenientes, comerciantes y políticos, la lenta emergencia de una clase media moderna. Abogados y hombres de negocios, sus servicios eran requeridos por la creciente relación económica de América Latina con el mundo...'

Esta cita de Fuentes nos permite entender el papel que jugó una personalidad como Juan Mendoza, que en su condición, de abogado, político y de dirigente popular. Sobre todo, por esto último, le tocó vivir en una sociedad istmeña permanentemente agitada por un mar tormentoso. Su procedencia del arrabal santanero marcó de manera definitiva su vida y selló su compromiso con las masas populares.

Deseo resaltar que en la obra que comento, el autor utiliza una rica bibliografía que incluye autores colombianos y panameños de diversas épocas, así como estudiosos estadounidenses. Con mucha acuciosidad se incluyen fuentes de primera mano, como archivos parroquiales e igualmente documentos valiosos como boletines y diarios oficiales de Colombia y Panamá. Cita entre sus fuentes documentos legales de supremo valor. Todo esto resalta la rigurosidad y el esfuerzo por aportar un panorama lo más completo posible desde el punto de vista documental. La reconstrucción del pasado es como armar un rompecabezas. Con gran tino el autor hace esfuerzo investigativo buscando fuentes primarias.

La población del Istmo en los tiempos del accionar de Juan Mendoza era de aproximadamente trescientos mil habitantes. Figueroa Navarro nos dice que en el Panamá de esa época la densidad de población era de un habitante por kilómetro cuadrado. Esto refleja el escuálido desarrollo demográfico que poseía.

La población que tenía educación universitaria era menos del 1% y entre ellos estaba Mendoza quien era un abogado de prestigio. Por aquellos tiempos en nuestro medio debía haber una veintena de abogados en el territorio istmeño. Entre otras cosas Vargas Velarde comunica que el personaje que nos ocupa fue un distinguido abogado litigante, y en una de sus tareas como jurista, asistió al abogado Buenaventura Correoso en la investigación de los hechos vinculados al Incidente de la Tajada de Sandía.

Juan Mendoza fue Magistrado de la Corte Superior del Estado de Panamá además de ocupar otros importantes cargos públicos. Oscar Vargas Velarde deja claro, con la obra que presentamos en la tarde de hoy que estamos ante un personaje privilegiado, desde el punto de vista de su educación, pero que nunca abandonó a los suyos. Dirigió diversos levantamientos populares: era un líder de masas, un conspirador político nato, hombre de ideas y de acción.

CRÓNICA ARRABALERA

El territorio del arrabal se encontraba ubicado extramuros, cuando la ciudad estaba dividida entre los de afuera y los de adentro. Por aquella época el imaginario popular panameño inventó una tonada que decía: ‘adentro y afuera, adentro es que tiran balas'. Aquí se refleja la permanente contradicción entre los ricos y los pobres.

En el libro, que nos ocupa, el autor reproduce un texto de Uribe - viajero de la época - que ayudará a entender claramente como era el Arrabal, cito: ‘El arrabal es el sitio más populoso de la ciudad, en donde la mayoría de las casas son de madera, pero no faltan las viviendas improvisadas, y los ranchos de paja con pisos de tierra, en donde abunda la pobreza más impresionante '. No obstante Uribe se refiere más adelante a la existencia de los intelectuales del arrabal, todos miembros del Partido Liberal, que curiosamente éste denomina aristocracia negra. Por supuesto, en ese grupo se encuentra el personaje central del libro de Vargas Velarde.

En septiembre de 1860, indica en su trabajo el magistrado Vargas Velarde, el Intendente del Panamá Marcelino Hurtado, preparaba tropas para auxiliar al gobierno conservador de Santa Marta, un sector de los liberales entre los que se encuentra: Buenaventura Correoso, Mateo Iturralde, José Isabel Maitín, Juan Mendoza, Quintín Miranda, organizaron un levantamiento popular que se inició en Farfán. Mendoza, a la sazón, personero del Cabildo de Panamá utilizó 900 pesos de fondos de aquella institución para sostener la revolución.

En medio de la tenaz lucha el Intendente Hurtado pidió ayuda a naves de guerra británicas y estadounidense, las cuales desembarcaron para tomar parte del combate en la Plaza de Santa Ana. En ese escenario fueron derrotados los sublevados y reducidos a prisión. El pueblo liberal del arrabal santanero se vio enfrentado a las tropas foráneas y escribió una heroica página en la historia del siglo del siglo XlX.

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‘El siglo XIX, desde el punto de vista histórico, es una etapa de nuestra vida como nación que ha estado hundida en la bruma',

HERNANDO FRANCO MÚÑOZ

CATEDRÁTICO

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‘El autor Vargas Velarde toma la figura de Mendoza como centro para realizar cortes precisos y análisis sesudos sobre el siglo XlX',

HERNANDO FRANCO MÚÑOZ

CATEDRÁTICO

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