Pedagogía Radical: el arte como educación

Actualizado
  • 27/03/2016 01:00
Creado
  • 27/03/2016 01:00
Mucho más que exploratorio, pero lleno de búsquedas en el mejor sentido de la palabra

Es un texto que se inserta en el mundo de hoy, resultado del foro realizado en el 2013 que reunió a artistas, curadores, gestores culturales y estudiantes en la ciudad de Panamá. En un país con gran falta de contenido esta idea de Humberto Vélez, donde la crítica de arte Adrienne Samos también fungió como curadora, es lo mejor que puede pasar aquí, porque se recrea el espacio de Panamá en la red global de transferencias y circulación de saberes y prácticas de arte.

Si el texto mismo es harto interesante por el contenido que ofrece, un diálogo horizontal y dinámico sobre el arte, la pedagogía del arte y la curadoría en general, no deja de ser en sí mismo, como objeto o artefacto, una misma obra de arte por su fina diagramación, sus fotos, los subtítulos, los tipos de letras y las frases resaltadas. En efecto, hay que observar que el texto, sin embargo, no deja de tener un cierto aire jerárquico (más por método que por creencia) al presentar el ensayo de Luis Camnitzer como el que inaugura el texto pues fue la conferencia de apertura. Y esta conferencia, en verdad, da gran parte del espíritu del encuentro porque le da cuerpo al subtítulo del texto: ‘Pedagogía radical: El arte como educación'.

Ciertamente, la idea de unir y fusionar el arte con la educación ha sido especialmente un tema desde que los humanistas asumieron la tarea de educar, de enseñar y domesticar al hombre. No hay humanismo sin esta misión histórica y civilizatoria, aunque se es consciente —como el mismo Camnitzer lo sugiere— que ese ideal humanista se queda corto hoy pues no se trata, de "enseñar" sino de "aprender". Este ir más allá del humanismo clásico está, sin embargo, dentro de ese propio humanisno que considera el arte ‘como una zona donde especular libremente'. Esto es kantismo puro: bienvenida sea la mejor tradición.

Los otros textos son además muy ilustrativos de todo el espíritu de la conferencia, que dio espacio a diálogos, entrevistas e incluso a señalamientos y reflexiones sobre la historia del arte contemporáneo. El diálogo final sobre la belleza es delicioso y, en este sentido, hay que verdaderamente felicitar a Vélez que se atreve a entrar en espacios tradicionalmente vedados por la crítica o la instituciones tradicionales de arte que, para el mismo Camnitzer, requirió un salto mental cuando afirma: ‘Yo entré en el asunto de ‘Miss Panamá' con todos los prejuicios tradicionales … La experiencia me hizo confrontar mis prejuicios y los prejuicios sociales, descubrir la riqueza humana de los participantes, sus inteligencias y necesidades de supervivencia'.

Este texto es tremendamente interesante, mucho más que exploratorio, pero lleno de búsquedas en el mejor sentido de la palabra.

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