Cimarrón, el protagonista

Actualizado
  • 31/05/2016 02:00
Creado
  • 31/05/2016 02:00
La académica Adriana Maya, especialista en la historia afrocolombiana, invita a darle un giro a las crónicas de la esclavitud

Recientemente, en Panamá se estrenó la telenovela colombiana ‘La Esclava Blanca'. Su historia trata de una mujer blanca criada en palenques de negros cimarrones que huían de la crueldad de los amos.

Lejos de considerarse una novela histórica, pues la trama central deriva de una ficción, el contexto histórico en el que se enmarca sí es muy real y para lograrlo la televisora Caracol reunió a especialistas en la historia afrocolombiana.

ADRIANA MAYA

‘Si las comunidades se quedan con la imagen de víctimas de su pasado, no serán actores políticos en el presente'

HISTORIADORA

Entre su equipo estuvo la historiadora Adriana Maya, quien estuvo en Panamá para participar en el programa África en América, organizado por la Alcaldía de Panamá y el Banco Interamericano de Desarrollo.

‘En Colombia ha habido un movimiento de presentar las historias desde la perspectiva de la resistencia a la esclavitud. No ha sido fácil', dice Maya. Sin embargo, ‘con esta novela hubo un asunto interesante'.

La académica reconoce que los historiadores son aprehensivos ante este tipo de proyectos, pero le dio una oportunidad. Empezaron a trabajar mucho antes de filmaciones, con conversaciones al principio.

La historia ocurre, explica Maya, cuando en Colombia ya se había aprobado la ley de 1821 que liberaba el vientre de las mujeres esclavizadas y señalaba que los hijos de ellas que nacieran de ese año en adelante serían libres al cumplir los 18 años; es decir, a partir de 1839.

No fue hasta el 21 de mayo de 1851 que se abolió la esclavitud en Colombia.

‘La tensión de la novela es que estos muchachos están en incertidumbre sobre si serán liberados o no, bajo la nueva ley', comenta Maya.

Para la historiadora, ‘La Esclava Blanca' ha sido una plataforma para que la gente conociera el proceso mediante el cual se había debatido la supresión del tráfico esclavista y la liberación.

Dentro del proceso, era fundamental que el cimarronaje fuera pieza fundamental y no retratar a los esclavos como seres que vivían en miseria, para fortalecer la herencia cultural de estas personas.

‘Era importante que las personas esclavizadas salieran en la novela vestidas decentemente, no en harapos como siempre aparecen los esclavos. En los documentos no se indica que ellos vistieran en girones, porque sus amos debían vestirlos y alimentarlos', afirma.

Además, se trató de plasmar una vivienda digna en las barracas, aunque siempre se han interpretado en condiciones penosas, manifiesta Maya, egresada de La Sorbona de París.

Cuando la novela salió al aire, se inició un debate entre la población sobre la esclavitud y las vicisitudes de los pueblos africanos llevados a Colombia.

De hecho, asegura la historiadora que todo sobre el trato y castigos hacia los esclavos fue tomado literalmente de los testimonios de la época, hechos que causaron incomodidad en la audiencia, que incluso puso en duda que fueran tan duros.

‘Nosotros no nos inventamos esa crueldad. Para construir al personaje del amo español, se basaron en documentos del siglo XVII que describían esos tratos hacia los esclavos', señala Maya, catedrática de la Universidad de Los Andes, en Colombia.

SOBRE LA MESA

Para la académica, los medios de comunicación son una herramienta para ayudar a la reivindicación de la herencia africana, sobre todo si se enfoca en el cimarrón líder y no en el esclavo victimizado.

Reconoce que puede existir una negación de no quererse vincular a un pasado de esclavitud, en las poblaciones afrodescendientes.

‘La esclavización de más de doce millones de personas que fueron deportadas desde las costas occidentales de África hacia América fue un trauma histórico para toda la humanidad, particularmente para esta gente que tuvo que vivir un destino que no escogieron, pero que gracias a su creatividad y a su fuerza lograron sobrevivir a unas condiciones inhumanas, y construir una cultura afroamericana'.

Por ello, Maya resalta que para fortalecer el autorreconocimiento es necesaria la reconstrucción histórica del cimarronaje y sus resistencias, ‘porque eso dignifica esa herencia'.

‘Al invertir el orden de los actores y poner de protagonistas a los africanos y sus descendientes, los procesos de autoidentificación mejoran, la gente se siente digna de su pasado', afirma la historiadora. ‘Eso no pasa cuando se cuenta la historia del esclavo, que se definía como un objeto, bien o mercancía; nadie quiere identificarse con una condición de objeto. Mientras que los cimarrones son sujetos, actores políticos en medio de la represión esclavista'.

‘Si las comunidades se quedan con la imagen de víctimas de su pasado, no serán actores políticos en el presente', puntualiza.

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