La lucha por el reconocimiento social

Actualizado
  • 29/07/2016 02:00
Creado
  • 29/07/2016 02:00
La justicia se puede definir de al menos dos formas.

La justicia se puede definir de al menos dos formas. De acuerdo con una de ellas se puede decir que se ha hecho justicia dependiendo de la eficiencia de una norma para alcanzar un fin dado, digamos la felicidad. Algunos de los fines que más a menudo han sido empleados por los filósofos son la felicidad, la utilidad, la libertad y la paz.

Otros de origen más reciente son la igualdad y la reciprocidad. Ambos son expresiones de la socialdemocracia, cuyo objetivo en concreto era ‘eliminar aquellas desigualdades sociales o económicas que no fuera posible justificar con argumentos razonables'.

Sin embargo, según Axel Honneth hubo un cambio de orientación a partir de un ‘aumento de la sensibilidad moral', producto de la aparición de nuevos movimientos sociales y del valor político de la experiencia del menosprecio, es así como la justicia pasa a ser entendida como el reconocimiento de la dignidad de las personas o grupos.

Aunque este cambio de orientación también puede ser producto de un desencanto político por parte de las sociedades humanas, que ya no encuentran en el Estado un aliado, sino un enemigo que da mayor prioridad a los intereses de la banca y las compañías multinacionales.

En todo caso, para explicarnos este giro, Honneth nos remite al joven F. Hegel (S.XIX), el cual entendió que la autoconciencia del hombre dependía de la experiencia del reconocimiento social. Sin embargo, Hegel aún tenía que explicar la reciprocidad que debía existir entre ‘la adquisición intersubjetiva de autoconciencia y el desarrollo moral de sociedades enteras'.

Sus estudios concluyeron con la idea de que el progreso moral es un proceso de ‘gradación' y en cada ‘grado' se da una lucha intersubjetiva entre los individuos que tiene como objetivo ‘hacer valer las reivindicaciones de su identidad'. En otras palabras, se trata del tránsito individual a través del diferentes esferas de reconocimiento, una lucha cuya solución consiste en el establecimiento de una esfera cada vez más amplia de reconocimiento.

Esto abre la posibilidad a múltiples interpretaciones sobre qué nuevas esferas o grados de reconocimiento pueden ser añadidos con el objetivo de hacer justicia a aquellas voces que no tenían cómo hacerse escuchar. Panamá es un buen ejemplo de dicha lucha por el reconocimiento, específicamente en el campo político, en el actual contexto del polémico proyecto ley 61.

El asunto es que dicha lucha consiste también en romper lo que John Dewey llamaba ‘factores de conservación'. La costumbre y tradiciones operan de tal forma que solo admiten reconocimiento hasta cierto punto, fuera de ello, se es negado. Pero, el cambio que solía ser un proceso de larga duración, se vive quizás de una forma más acelerada en la actualidad, producto del fenómeno de la Globalización.

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