Toz, un brasileño que es grafitero por amor y artista por convicción

Actualizado
  • 30/05/2018 14:44
Creado
  • 30/05/2018 14:44
Su última muestra, "Cultura Insonia" (Cultura insomnio) abre hoy sus puertas al público un centro cultural de Río de Janeiro

Diversidad, colorido, contraste y fantasía son los ejes que guían el trabajo de Toz, un brasileño al que el arte le brota por las venas, y un soñador de universos paralelos y de mundos multicolor donde conviven la igualdad, la libertad y el respeto.

Grafitero por amor y artista por convicción Tomaz Viana, más conocido como Toz y uno de los principales exponentes del arte urbano de Brasil, pinta en las calles o en los lienzos, experimenta con otros materiales, esculpe sueños y juega con instalaciones interactivas.

Su última muestra, "Cultura Insonia" (Cultura insomnio), que abre hoy sus puertas al público un centro cultural de Río de Janeiro, es el resultado de un proceso temático de ocho años, cuya fase inicial comenzó en 2010 y que se ha convertido en la representación de un mundo actual ligado a sus antepasados y con un cordón umbilical entre el hombre y la naturaleza.

Desde entonces, diversas muestras en diferentes países alrededor de la noche, su silencio, sus colores, su diversidad y sus quimeras, forman parte del variado repertorio en el mundo artístico de Toz.

Su estadía en Río de Janeiro para una nueva muestra se produce poco después de participar en una intervención de grafiti en un cubo gigante próximo al Duomo del la Semana del Diseño de Milán (Italia) y antes de viajar a París para presentar algunas de sus obras en el Courcelles Art Contemporain.

Nació en Salvador, capital del estado de Bahía (nordeste de Brasil), una de las regiones más pobres y necesitadas del gigante sudamericano, y a los 16 años se fue a vivir a Río. Ambas ciudades lo inspiraron con sus tradiciones, su cultura, su música y color.

Desde pequeño Toz vivió de cerca la alegría, la danza y la herencia negra de su ciudad natal, así como el candomblé, esa modalidad de culto afrobrasileña con sus dioses y orixás, costumbres religiosas propias de la que fue la primera capital de Brasil. En Río descubrió su espíritu grafitero, columna vertebral de su existencia y de su trabajo artístico.

A partir de los 18 años lo acompaña el arte callejero e hizo parte de la primera generación de grafiteros en la ciudad carioca inspirado en el hip hop, en Basquiat, Haring y Bansky. "Viví el movimiento hip hop de Río y conocí mucha gente del movimiento en todo el mundo.

Tengo trabajos en ciudades como Nueva York, París, Hong Kong, Miami, Río, Sao Paulo y en los Alpes Suizos, donde hicimos un colectivo con otros artistas pintando los restos de unas estaciones de sky viejas", afirmó en una entrevista a Efe.

Este trabajo aún existe y tiene la particularidad de tener dos visuales: la de verano en medio de las verdes montañas y la de invierno, rodeado de blanco y donde los colores resaltan en la inmensidad de la nieve. La cultura oriental y la japonesa en general, así como sus mangas (historietas) y el arte brasileño contemporáneo, también son fuente de inspiración para el artista bahiano.

Defensor hasta la médula de la libertad de expresión, por haber sido testigo de la censura aplicada por la dictadura en su país, Tpz empezó a ser reconocido en el mundo artístico a principios del nuevo siglo cuando sus creaciones se comenzaron a ver en muros de diferentes zonas de Río y hasta en algunos trenes que circulan por la zona norte de esta ciudad.

Entre sus murales más destacados está uno, ubicado en la zona portuaria de Río, de 70 metros de altura por 35 metros de ancho y para el que utilizó 1.500 latas de pintura. También intervino una de las carrozas de la escuela de samba Mangueira en el carnaval de Río de 2017, que se convirtió en el primer carro alegórico adornado con arte callejero.

Además de los grafitis y los lienzos también le atraen la cerámica, la escultura, la mezcla de texturas y elementos y hasta lo audiovisual donde tiene previsto un proyecto de una serie animada sobre su personaje Insonia. El arte es su vida. La constante creación hace parte de su esencia y solo consigue respirar si saca y da a conocer todo lo que tiene adentro. Su trabajo se divide entre exhibiciones en salas y galerías y la calle.

Para él, cualquier espacio en blanco es un lienzo, pero es la calle la que más lo inspira porque permite que su arte sea visto por todo el mundo. "El grafiti es maravilloso porque es democrático, le agrega valor a todas las personas que circulan por la calle y lo pueden ver", aseguró a Efe.

Por eso, este artista de sangre bahiana y corazón carioca, espera "tener mucha fuerza y salud" para subirse en andamios y desde las alturas "poder seguir pintándolos por varios años más".

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