El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...

- 12/07/2025 00:00
En el mundo actual circula un discurso por el que los niños y los adolescentes deberían tener la máxima prioridad. Es un avance. En otras épocas históricas estaban marginados totalmente. No existían en la agenda pública como lo describe con tanta fuerza Victor Hugo en su célebre Los miserables. Hoy están en dicha agenda, pero hay una brecha muy importante entre el discurso y las políticas practicadas. Se revisarán a continuación de modo sintético algunas de las realidades sobre su situación.
El premio nobel de economía Amartya Sen subraya en sus trabajos que un indicador fundamental del atraso o progreso de los países es la tasa de mortalidad. En 2024 murieron antes de cumplir los 5 años 4.900.000 niños. Perecen 6.500 niños el día en que nacieron, sin llegar a ver nunca la luz del sol. Las causas a esta altura del siglo XXI con sus formidables avances en salud son muy concretas. Los mata la desnutrición, la falta de agua potable, la carencia de instalaciones sanitarias, la ausencia de luz eléctrica y otros déficits sustanciales. Enmarca todos ellos la no asistencia de enfermeras y médicos durante el embarazo y el parto. En una palabra, la pobreza extrema. Hay 333 millones de niños viviendo en pobreza extrema con ingresos menores a 2.15 dólares diarios.
En los últimos 20 años hubo un gran retroceso. Mueren en el mundo 700 madres gestantes por día. Son 260.000 muertes por año. Tanto las muertes de los niños como de las madres son evitables. No hay excusas válidas. Las cifras han mejorado, pero son absolutamente inadmisibles. Cuando los niños y las madres disponen de protección adecuada, las estadísticas cambian radicalmente. En Suecia, la tasa de mortalidad infantil es ínfima. En Noruega, que encabeza la tabla de Desarrollo Humano de la ONU desde que se lanzó en 1990, la mortalidad materna es casi inexistente. En ambos países y los nórdicos en general, hay licencias extendidas pagas para proteger a las madres y para sus cónyuges. También las condiciones adecuadas para, como recomienda la OMS, practicar la lactancia materna por lo menos durante los 6 primeros meses de vida del bebé.
Según OIT y Unicef, 138 millones de niños trabajan. La cifra subió en 2024 a 160 millones. Son muy explotados, su salud está en riesgo grave y les es muy difícil escolarizarse.
Unicef (2025) investigó 39 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Encontró que junto a ser ricos en diversos casos tienen niños felices. Han hecho mucho por priorizarlos. Invierten realmente en protección infantil y los respetan. El 70% de los niños dice que están satisfechos con sus vidas. Tienen total acceso a salud física y mental, desarrollo de sus potenciales y de sus competencias. La crianza está basada en su autonomía y se les da voz y participación en las decisiones. Entre otras políticas, se les ofrece acceso libre a preescolares desde los 2 años. Es de alta calidad y las mediciones indican que quienes los reciben van a ser más capaces y productivos en el futuro.
Latinoamérica tiene progresos, pero falta mucho. En diversos países las cifras de pobreza infantil, niños que trabajan, exclusión social, bullying electrónico y otras semejantesm deben reducirse urgentemente. La articulación de políticas públicas con rostro humano, empresas eficientes y responsables, y ONG comprometidas son el camino para cancelar la deuda social pendiente con los niños. Es hora en la región de cerrar la brecha entre el discurso y las realidades.