Luna de sangre

Actualizado
  • 05/01/2019 01:00
Creado
  • 05/01/2019 01:00
Hoy fue el rojo. Sobre el nácar celeste

Hoy fue el rojo

Sobre el nácar celeste

Hoy los poetas tuvieron que limpiar la sangre en las espaldas

De sus musas

Descalzas y arreboladas muchachas nicas

Que sorben la pólvora

En las aceras

Hoy fue el mármol enriquecido con la furia de las balas

La luna de sangre más larga

La lucha terca del signo

La maldita avaricia que destruye las barracas

Desarmadas

Hoy te pensé

Errática y firme como me conoces

A veces minúscula

Y gris

Un pétalo acaso

Nunca flor

A veces oscura como una casa abandonada

Y pensé en todas las noches que no viviremos

Todas las caricias imaginarias

Todas las palabras sin rostro

Imaginé tu voz

En medio de la lectura matutina del diario

Cuando los titulares rocen el pan

Y se envuelvan en la caracola humeante del café

Recordándome

Que nada perdura

Ni este instante

Ni la luna en su traición con la blancura

Ni siquiera este anhelo de verso

Tan solo se acicala el deseo

Para esperar tu voz

Deslizándose

En las rajaduras de un mármol sediento

Y pensé

En esa chica tan pura que yace muerta

Imperfección de cadáver

Podría ser sirena

Podría ser un deseo escondido en tu equipaje

En su cuerpo todavía hay un tejido que late

Algo de conciencia en su rostro

Nos recuerda

Que alguna vez tuvo madre

Tengo fiebre, amor

Soy un tulipán que arde en un trópico inconexo con mis sueños

Soy una cometa enredada en un ciprés de un cuento

Esa materia que rehaces con palabras cada vez que escribes

Una punzada en el aire

Un aliento fresco en otoño

Quizás

Un secreto epíteto de tu melancolía

Yo solía ser un tren

Y atravesaba los marcos de las fotografías

Y podía ser mejor que las huellas

Que dejó la guerra fría en la piel de mis padres

Ahora me detengo

Y pendo del risco de un fonema

De la tersura del líquen

Del riel suspendido en ese abismo que conoces

Pendo del silencio en una lluvia de estruendos

Y ya no seré más

Sino alguien

Que encontró la brecha en la noche

En su paréntesis de sombras

Emulé el preámbulo de un adulterio

Pero estamos locos si creemos en

El fuego

Estamos jodidos

Si pensamos que Ícaro podía volar

Y sobrevivir al

Miedo

Hay veces en que me encuentro dormida en las esquinas

Persiguiendo la fiebre de mis ancestros en mi propia médula

Hay veces en que insisto en cantar

Y ser flexible

Como el barniz de las promesas

Mas estoy de este lado

Me enseñaron a manejar los cubiertos

Y te juro que me cuesta ensuciarme los dedos

Agradezco tu voz despertando mis párpados

Esta voz que veo

Y que huele

A pomarosa

Y a la palabra vainilla

Escarbo un agujero en el medio del patio

Y sumerjo allí

Una lágrima rota

Mira la luna que nace en esta noche iluminada de vísceras

Una noche de besos inexistentes

De infinitos adioses de amantes que no pudieron darse

Hay un laberinto que termina en mis huesos

Escribe un poema para mí, poeta

Y repártelo a esos muchachos

Que no amanecerán

En lunas ni en soles como los nuestros

ELA URRIOLA

Escritora, filósofa y artista

Investigadora y profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Panamá, posee un doctorado en Filosofía Sistemática en la Karlová Univerzita, Praga.

Dicta las cátedras de Estudio del Pensamiento Creativo y Teoría Estética en programas de maestría y postgrado en la Facultad de Bellas Artes.

Su obra literaria está incluida en varias antologías y ha obtenido, entre otros, el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez en 2015 y el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en dos ocasiones (2014 y 2018), por sus obras La nieve sobre la arena y La edad de la rosa .

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