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- 24/04/2019 02:00
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Uno de los paradigmas más difíciles de cambiar en el ecosistema local de innovación y emprendimiento es el ‘miedo a compartir', la idea de que te van a copiar.
Hoy deseo dar ejemplo y compartir algunos temas que normalmente incluyo en mis charlas de ‘innovación abierta'.
Una idea no vale por sí sola, vale solo si logra sumar la suficiente gente que crea y trabaje en ella como para que se vuelva una realidad.
‘Entrar en este tipo de dinámicas requiere dejar de temerle a los demás, no podemos olvidar que nosotros somos ‘los demás, de los demás' y que la mejor forma de generar confianza es siendo nosotros confiables; no podemos pedir si no hemos dado primero'.
La innovación es algo que requiere mucho esfuerzo, requiere pensar (cosa compleja), pues normalmente se innova para encontrar la respuesta a un problema. Importar soluciones casi siempre es un error, pues no se puede asumir que aquello que funcionó en un lugar y momento determinado lo hará aquí y ahora.
Hay dos formas de generar innovación; la manera más tradicional es crear un laboratorio, encerrar un par de genios, darles recursos y una lista de problemas. Este proceso es normalmente costoso y lento, limitando la cantidad de organizaciones que pueden pensar siquiera en acometerlo.
La otra opción es la ‘innovación abierta', que consiste en crear un esquema donde todos pueden aportar y todos se beneficien.
Es mucho más barato, tiene más alcance y bien manejado logra que los proyectos nazcan con personas ya interesadas en su desarrollo.
Nuestros países que tienen limitado acceso a recursos de investigación y desarrollo pueden beneficiarse de la creación de espacios de innovación abierta, lo único que se necesita es tener claros los problemas y crear oportunidades para que los innovadores interactúen.
Existen muchos ejemplos de procesos como este, cosas como el software de código abierto, que involucra a miles de personas y que beneficia a millones, o empresas que implementan esquemas que permiten que los usuarios de sus productos puedan cambiarlos y mejorarlos, o ciudades que implementan esquemas de ‘gobierno abierto' y sus respectivas herramientas, de forma que logran que los ciudadanos participen de la solución de los problemas de su ciudad .
Entrar a este tipo de dinámicas requiere dejar de temerle a los demás, no podemos olvidar que nosotros somos ‘los demás, de los demás' y que la mejor forma de generar confianza es siendo nosotros confiables; no podemos pedir si no hemos dado primero.
Hoy estoy más que convencido de que si llegamos solo ‘tomando', nunca tendremos nada para dar; la única forma de que haya algo para nosotros y para los demás es aportando primero.