La memoria de un migrante en Panamá: John de Pool

Actualizado
  • 12/05/2019 02:00
Creado
  • 12/05/2019 02:00
El curazaleño, que vivió en Panamá fue periodista, historiador, fotógrafo, escritor, ensayista, comerciante, viajero y profesor de esgrima. Dedicó una obra a su país de origen, con una gran carga de nostalgia

No se trata de promover una isla caribeña. Tampoco de turismo. Se trata de un curazaleño, John de Pool (1873-1947), que vivió entre nosotros, un caribeño, que fue periodista, historiador, fotógrafo, escritor, ensayista, comerciante, viajero, profesor de esgrima y, según hemos leído, llegó a Panamá por iniciativa de José Dolores Moscote para que realizara fotograbados en el Diario de Panamá .

La primera vez que llegué a a escuchar de este trotamundos, políglota e intelectual, fue en Berlín por la investigadora holandesa, Ineke Phaf-Rheinberger, quien hizo referencia a él para referirse a los intelectuales caribeños de la diáspora. Pero fue hasta hace poco que he podido conseguir su libro publicado en Chile, en 1935, que es un clásico de la literatura caribeña, Del Curacao que se va (en línea), y que fue escrito en Panamá por este curazaleño que, desde su infancia, había comenzado a escuchar de Panamá con la construcción del Canal Francés, ‘era como un país encantado, en donde sucedían cosas extraordinarias, que se fijaron en mi imaginación de niño de ocho años'.

A este país habían venido jóvenes curazaleños, impulsados, por un lado, por la cerrazón económica de Venezuela y, por otro lado, por la construcción del canal en ciernes en el siglo XIX. La ciudad de Colón, como se sabe, era la primera estación de las migraciones y no fue diferente con esta migración en Panamá, y el cementerio judío de Colón, da testimonio de este migración que nos trajo los apellidos Cardoze, de Malo, de Castro, Henríquez, Maduro, etc.

‘A este país habían venido jóvenes curazaleños, impulsados, por un lado, por la cerrazón económica de Venezuela y, por otro lado, por la construcción del canal en ciernes en el siglo XIX'.

De Pool provenía de una familia ilustrada y progresista, de tíos, primos y hermanos que, por sus actividades económicas y profesionales, se expandieron por Sudámerica, el Caribe, Europa y los Estados Unidos; una familia de origen judío-holandés, que se estableció en Curaçao como emprendedores ilustrados, porque traían, además, novedades a la isla, como el hielo, que fue fabricado por su padre en 1871, recordándonos así aquel primer gran párrafo de Cien Años de Soledad de García Márquez.

Del Curazao que se va no es una novela histórica. Tampoco es un estudio propiamente histórico, aunque tiene muchas referencias históricas, que no se originan, sin embargo, de un trabajo de archivos. Es un texto que descansa casi única y exclusivamente sobre la memoria, ese archivo itinerante que, inclusive olvida; un archivo que administra un buen caudal de informaciones, impresiones (de paisajes, personajes, fiestas, vestimenta, bailes, etc.).

Y así tenemos como lectores del siglo XXI un texto basado en la memoria de un migrante radicado en Panamá que nos da a ratos una mirada nostálgica de un mundo que es descrito en su ocaso, por ejemplo, de aquella élite que no dejaba de tener un piano en su casa, pero, a partir de aquí comprendemos con verdadero asombro que no era nada casual que nuestros primeros concertistas panameños de alcance mundial, como el santanero Roque Cordero, tuvieran como maestros en la escuela de música a aquellos hijos de migrantes curazaleños (Alfredo de Saint Malo y Herbert de Castro) que se radicaron en Panamá.

Curaçao era una isla tremendamente musical, donde el piano y el violín contrapunteaba con el tambor, y aquí se encontraban los curazaleños a través de sus fiestas y bailes, como también lo hacían por intermedio de sus iglesias, la hebrea ortodoxa y reformada, la católica y la protestante.

Del Curaçao que se va es la memoria de un espíritu progresista y crítico que atrapa la particularidad histórica de la emancipación de los esclavos, cuando su padre funda en la isla una escuela para que estudien juntos los negros con los hijos de la élite, y cuando además publica un periódico ilustrado, Civiladó , que tiene artículos en español, inglés, holandés y papiamento.

Es, en ese sentido, que John de Pool en su libro nos da fragmentos de poemas en papiamento, sin dejar de mencionar, en efecto, que no es un dialecto, sino una lengua, y hoy día Del Curaçao que se va es el primer texto que consagra el papiamento como una lengua creole del Caribe.

Del Curaçao que se va de John de Pool es un libro que enriquece el acervo humano y cultural del Caribe, un libro que habla del destino de una familia y de un individuo que, desde Panamá, trabajó sobre la memoria para entregarnos un testimonio de un mundo que pendulaba entre la nostalgia y el progreso.

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