Música ancestral converge con hip hop y jazz en nuevos ritmos ecuatorianos

Actualizado
  • 19/07/2019 18:09
Creado
  • 19/07/2019 18:09
Grupos como "Los Nin" o "Runa Jazz" son algunos ejemplos de esta corriente que se va abriendo paso desde hace ya unos años 

La fusión de ritmos tradicionales andinos y contemporáneos ha dado vida a nuevos géneros musicales que entremezclan el quichua con hip-hop o con jazz, un híbrido que a muchos les parece incoherente y atrevido pero que va ganando cada vez más espacios.

Grupos como "Los Nin" o "Runa Jazz" son algunos ejemplos de esta corriente que se va abriendo paso desde hace ya unos años y que conjugan todo el folclor andino ecuatoriano y latinoamericano con ritmos musicales ajenos a la región.

Sumay Cachimuel, cofundador de la banda Los Nin, creada en 2008, recuerda cómo hace una década sus conocidos le decían que "esa mezcla no tenía sentido", que era "incoherente" e incluso que hasta "ponía en peligro su raíz cultural" indígena.

Una dura crítica que no le frenó en su búsqueda de sacar adelante una nueva música con la que, en los últimos años, se ha presentado en distintos festivales nacionales e internacionales.

Natural de la ciudad norteña de Otavalo, una de las comunidades musicales indígenas más importantes de Ecuador, Sumay defiende que su arte preserva la esencia más intangible de la cultura quechua a pesar de los retoques de modernidad.

"Si mantienes una raíz sigues siendo parte de ella y nunca vas a dejar de serlo, a pesar de que se use cualquier tipo de ritmo", explica sobre la original mezcla de esencia indígena con toques raperos y hip hop.

De 28 años, y con una trayectoria que le ha llevado a escenarios en París, Nueva York, Chicago y Barcelona, Sumay es el MC (vocalista) de una banda de siete músicos que han lanzado hasta ahora dos discos: "Shinallami-Kanchik" (Así somos) en 2012 y "Wambra Katary" (Despertar de juventud) en 2017.

Su primera canción, "Katary" (Identidad), denuncia la discriminación que jóvenes indígenas ecuatorianos enfrentan en su día a día en una sociedad dominada por el mestizaje.

"Caminando en las calles, recibiendo hasta ofensas/ como veían cuando yo salía con mis trenzas/ eso es lo que implica ser un verdadero Runa/ representar sin duda alguna la cultura pura", dice una canción que entremezcla el español con el quechua a ritmo de hip hop.

"Somos de una misma tierra, con gente que lucha y se aferra, vamos a borrar las fronteras", anota la letra de otra composición, "Fronteras", en la que insisten en la unión y el desapego al nacionalismo y a las brechas que distancian a los seres humanos.

Y es que el nombre de la banda, Nin, proviene del término quichua "nina" (decir) y quizás por ello su repertorio apele continuamente a la identidad, injusticia, pobreza, discriminación, entre otros problemas políticos y sociales.

Una letra que ha calado precisamente entre la juventud mestiza de un país en el que los indígenas representan apenas entre el 6 y 7 por ciento de su población.

Sumay explica a Efe que su propuesta musical inició para "innovar a través del idioma" y admite que fue a través de la banda que él mismo reconectó con su cultura otavaleña y con el quichua, un idioma que solo dominaba parcialmente desde su infancia.

En su banda, tocaba también al principio su hermano Curi Cachimuel, artífice de otro proyecto local de vanguardia: el grupo de jazz afro-kichwa "Runa Jazz", creado en 2017.

En este, las melodías ancestrales andinas sufren una doble combinación con ritmos contemporáneos como el jazz y la rumba, por un lado, y afrolatinos como el andarele, el festejo o la bomba, por el otro.

"Afro Kitchwa" es el primer disco de Runa Jazz, logrado después de dos años de intenso trabajo con el apoyo financiero de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), algunos de cuyos estudiantes y profesores se involucraron con la banda.

El proyecto tiene "una riqueza súper grande en cuanto a conceptos y a instrumentación", explica a Efe Mauricio Ochoa, miembro de Runa Jazz y docente del Colegio de Música de la USFQ.

Y explica que sus composiciones musicales están influenciadas por varias vertientes rítmicas y melódicas, entre ellas la música tradicional de la provincia andina de Imbabura, particularmente del Valle del Chota.

Elementos afroecuatorianos, afrocubanos y afroamericanos dan vida así a una joven banda que se ha presentado en el Festival Ecuador Jazz dos años consecutivos, en el Festival de Cumandá 2019, y en destacados centros como el Teatro Nacional Sucre y la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, entre otros.

El denominador común de esta tendencia musical ha sido una ardua experimentación e investigación para hacer converger dos mundos que, si bien es cierto que no viven en una confrontación diaria, desde luego mantienen aún una gran distancia el uno del otro, y que luchan por una experiencia musical culturalmente diversa y reivindicadora.

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