Last Folio, un homenaje a la memoria histórica

Actualizado
  • 29/09/2019 07:00
Creado
  • 29/09/2019 07:00
Con la exposición del fotógrafo Yuri Dojc y el documental de Katya Krausova, que se ha presentado en la sede de la Comisión Europea en Bruselas, en la ONU en Nueva York y en ciudades de tres continentes, el Museo del Canal Interoceánico celebra sus 22 años de trayectoria.

Yuri Dojc y Katya Krausova tienen mucho en común. Ambos nacieron en la antigua Checoslovaquia y debieron abandonar el país en 1968 por razones políticas. Ambos se dedican a la documentación, ya sea con imágenes fijas o en movimiento. Dojoc viajó de vuelta a Eslovaquia en 1997 y desde entonces, lo hizo repetidamente. Quería llevar adelante un proyecto con retratos de sobrevivientes del holocausto. El 2005 se le unió Krausova con el fin de elaborar un documental sobre el trabajo que realizaba Dojc. En uno de esos viajes, el cuidador de una iglesia protestante les insistió en que había un lugar que debían ver. Se trataba de una escuela comunitaria que había estado intacta desde 1942, fecha en que el ejército nazi se llevó de allí a todos los niños que estudiaban, rumbo a los campos de concentración.

Con la imagen en la mente de ese lugar donde todavía los libros ocupaban los estantes, Dojc y Krausova se embarcaron en el proyecto que daría como resultado “Last Folio”, una exhibición de poderosas imágenes que muestran el desastroso saldo que la Segunda Guerra Mundial dejó en Eslovaquia: sinagogas destruidas, escuelas abandonadas con sus libros, libros y más libros; cementerios profanados… espacios que pocos extrañan y que muchos desconocen.

“Last Folio” fue presentada en la primavera de 2015 en Berlín para conmemorar el 70 aniversario del final de la II Guerra Mundial, logrando excelentes críticas. “Esta exhibición ha estado en lugares muy importantes, llevamos coordinándola desde hace más de un año y es la primera vez que se presenta en América de habla española”, cuenta Ángeles Ramos Baquero, directora ejecutiva y curadora en jefe del Museo del Canal Interoceánico. Hacerse cargo de todos estos detalles valdría la pena. Para la historiadora se trata de un proyecto que llegó de una forma muy apropiada porque su inauguración ha coincidido felizmente con el aniversario 22 del museo. Con la documentalista Katya Krausova, quien se encargó de la curaduría de la exhibición fotográfica hubo una excelente relación de trabajo. “Como es de pequeña, es de potente, es una mujer avasalladora”, asegura Ramos Baquero, quien recuerda con lujo de detalles cómo la productora le presentó en un catálogo precioso, lo que representaba “Last Folio” para ellos.

“Ellos entran a ese edificio abandonado y encuentran, tal como se ve en las fotos, los testigos de la memoria, que son los libros. Los libros permanecieron allí y eso es una gran metáfora de que cuando la incultura y las ideas de los mediocres triunfan, no triunfan del todo”, afirma Ramos Baquero. “Los libros son sobrevivientes de ese momento”, agrega.

Un tema local y global

Más que una exhibición fotográfica con el tema del holocausto, sus creadores buscaban llegar más allá, con un tema que trasciende un hecho o un lugar, sino una situación que afecta al mundo entero. “Ellos quieren que sea vista desde el punto de vista de la importancia de la memoria histórica, de la importancia de no olvidar”, detalla la historiadora.

Es un tema muy pertinente para Panamá, donde “vivimos frecuentes ataques de amnesia histórica, donde hacemos una historia selectiva, donde los nuevos descubrimientos tardan muchísimo tiempo en integrarse al mainstream de la historia y donde seguimos contando mitos como si fueran eventos históricos, desconociendo o tergiversando eventos históricos y no teniendo conciencia de memoria histórica a largo plazo”, aunque para mayor pesar, este fenómeno no es exclusivo de nuestro país sino que se extiende por el mundo entero.

“Para mí resulta increíble como historiadora, cada v genocidio, cada vez que veo cómo se cubre la historia para negarla”, dice la experta, que al momento trabaja en una conferencia sobre cómo algunos países destruyen sistemáticamente el patrimonio histórico para negar presencias de otras culturas y de otras religiones. “Al destruir todo el patrimonio documental lo que se quiere es borrar la memoria y los museos tenemos la responsabilidad enorme de despertar en la gente en la medida en que lo podemos hacer, la necesidad de la recuperación de la memoria histórica, no solo la nuestra”, asevera.

Y es que, en pleno siglo XXI “no podemos pensar que somos un país rodeado de espejos por todas partes, para vernos solo a nosotros mismos; hablamos del mundo globalizado pero solo miramos para adentro, Por la barriga de nosotros, que es el Canal, pasa todo el mundo, por eso nosotros tenemos la obligación de mostrarle el mundo al panameño, y sabernos parte de una cosa mucho más grande que se llama cultura universal, que nos debe unir y no desunir, que nos debe llevar a comprender al otro y no a rechazarlo”, reflexiona.

Porque comprender al otro no quiere decir que aceptas todo lo que piensa y todo lo que hace, sino que comprendes que el otro tiene derecho a vivir de manera diferente y a pensar de manera diferente.

Memoria, pensamiento, conciencia, libertad

Una de las imágenes de la exposición retrata el ornamentado cielo raso de la biblioteca de aquella escuela judía, esplendoroso aunque completamente deteriorado. Para crear una ambientación más real, una transparencia en gran formato fue colgada desde el cielo raso del museo. En el momento en que la pieza era colocada, la curadora de la exposición entro casi en llanto a la sala diciendo “ha pasado algo terrible, han derrumbado el edificio con todo lo que tenía adentro”.

“Mientras en Panamá se construía el espacio, en Eslovaquia era derrumbado; entonces el tema de la memoria se hizo todavía más importante para nosotros, porque estas cosas ocurren y vuelven a ocurrir a veces, ni siquiera por la ausencia de memoria histórica, sino por el deseo de poner de lado la historia y decir 'eso mejor no moverlo, mejor no mirarlo, para qué mirar para atrás o para adelante, vamos a vivir el momento'”, dilucida Ramos Baquero. “Si no fuera así, el mundo no estaría viviendo tanta xenofobia, dictaduras, violación a los derechos humanos, falta de entendimiento del otro en cualquiera de sus formas. Es terrible que en el siglo XXI y lo digo como directora de este museo y como historiadora, todavía estemos viviendo las mismas tragedias y las mismas miserias que hemos vivido en tiempos pasados, producto del ser humano”, sostiene.

De acuerdo con la directora del museo, en la medida en que pensamos menos, tenemos menos capacidad de reflexión y perdemos también las destrezas de expresar el pensamiento. “No hay conciencia porque hemos perdido las destrezas de pensar, la gente deja que las pantallas piensen por ellos. Nos hemos vuelto una sociedad que busca en una pantalla las respuestas a todas las cosas, no las piensan. La tecnología es una herramienta que nos facilita las cosas, pero no debe reemplazan el pensamiento. La palabra es la acción del pensamiento. Tú no puedes tener libertad y mucho menos libertad de expresión si no puedes pensar, si no tienes capacidad para razonar, para hacer un pensamiento crítico”, reflexiona.

Y es que, según Ramos Baquero, las libertades fundamentales del ser humano, no las da muchas veces la capacidad que tenemos para expresar lo que queremos y lo que no queremos, lo que es justo y lo que no, lo que es bueno y lo que es malo, lo que es aceptable y lo que no. “Por eso cuando nosotros decimos darle voz a la gente -y eso lo hacemos los museos y lo hacemos a través de estas exhibiciones- permitimos a nuestros visitantes estimular el pensamiento crítico”, declara.

Arte y documento

Aparte de una corta introducción escrita en el inicio de la exhibición, las fotos no tienen cédulas. Ninguna de ellas está identificada. El visitante se sentirá invadido por los encuadres, las composiciones e inusuales puntos de vista, así como las ricas texturas y los altos contrastes. “Esta es la obra de un fotógrafo artístico, apreciamos esa obra de arte maravillosa, pero a medida que vas avanzando, te das cuenta de cómo la historia va cambiando y convirtiéndose en una mucho más densa, más oscura. Casi al final, hay unos retratos de gente mayor y en algunos de ellos luce tatuado en su muñeca un número de identificación. La exhibición finaliza con el documental que realizara Katya Krausova y cuando llegas a la película, te das cuenta de que estás frente a un gran documento”, destaca.

En una pequeña sala oscura contigua a la salida de la exhibición es proyectado el documental. Justo en ese momento Yuri Dojc habla a la cámara y dice “Encontré algo que ni siquiera estaba buscando”. El fotógrafo explicó cómo mientras revisaba los libros que estaba fotografiando se encontró con uno que tenía un sello de su propietario que resultó ser su abuelo. “El círculo está cerrado”, decía al finalizar el documental.

Para Ramos Baquero, la acogida que al momento ha tenido” Last Folio” “demuestra que nuestra audiencia, a través de estos 22 años que lleva el museo abierto, está perfectamente preparada para enfrentar las exposiciones con ese pensamiento crítico”, apunta.

“Es una exposición muy poderosa, desde el punto de vista artístico, desde el punto de vista de contenido y sobre todo, es una reivindicación, un canto, un homenaje a la memoria histórica; de eso se tratan los museos y qué mejor manera de celebrar nuestros 22 años que celebrando la memoria histórica”, concluye.

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