Rogelio Sinán, el valor de las palabras y la poesía transformadora

Actualizado
  • 27/03/2020 06:00
Creado
  • 27/03/2020 06:00
Tras la reciente conmemoración del Día Mundial de la Poesía, recordamos a uno de los mayores exponentes de este arte. Rogelio Sinán, un tabogano amante de su patria y entregado a una pluma ferviente

Poeta, padre y amante de la literatura pueden ser términos apropiados para describir a la persona que fue Rogelio Sinán, un pionero de la poesía istmeña, quien, junto a otros, marcó un punto de inflexión en Panamá, cuando aún la patria producía conocimiento orgánico en textos, análisis, cuentos y novelas. El pasado 21 de marzo el país celebró el Día Mundial de la Poesía, por lo que recordamos el legado que Sinán dejó en Latinoamérica desde sus humildes comienzos en la isla de Taboga.

Rogelio Sinán falleció el 4 de octubre de 1994, a los 92 años, en Panamá.

De nacimiento conocido como Bernardo Domínguez Alba, hijo de José Rogelio Domínguez y Angelina Alba, nació el 25 de abril de 1902 como parte de una numerosa familia tabogana, la cual se mudó a la avenida Ancón cuando aún era niño. Tras la muerte de su madre cuando Sinán tenía 12 años, su familia se expandió aún más, con su padre casándose nuevamente y trayendo seis hijos más al hogar, siendo ahora una docena de hermanos y Sinán uno de los 'medios' y el penúltimo del primer matrimonio.

Su condición asmática —heredada de su madre— no le permitía unirse en actividades físicas con sus hermanos, por lo que los libros y la escritura se volvieron sus aliados en las tardes después de asistir al colegio. Graduado de bachiller en letras del Instituto Nacional en 1923 siguió su pasión por la literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, para luego viajar a Roma y culminar su formación en la Universidad Nacional Autónoma de México, especializado en Arte Dramático, conocimientos que le convendrían para su carrera de dramaturgo y cuentista en años posteriores.

Al pisar suelo istmeño nuevamente, el tabogano se unió a las filas de la docencia como profesor de español en el Instituto Nacional y dictando arte dramático en la Universidad de Panamá, adoptó el seudónimo de Rogelio Sinán, una combinación entre 'Sinaí' (el punto más alto de su amada isla) y 'Renán' (el sello de su padre).

Siendo amigo de exponentes de la literatura latinoamericana como Gabriel García Márquez y Gabriela Mistral, descubrió muchos recursos literarios y se instruyó en las corrientes de los -ismos (dadaísmo, surrealismo, creacionismo, ultrarrealismo, entre otros), enriqueciendo sus conocimientos para luego ascender en puestos diplomáticos en relaciones entre Panamá y México e India. Su preparación y viajes le guiaron a ser director del Departamento de Bellas Artes y Publicaciones del Ministerio de Educación, además de pertenecer a la Academia Panameña de la Lengua.

Si bien Sinán no fue el primer poeta panameño en recibir reconocimiento —puesto que este sería Víctor de la Guardia y Ayala, autor de la obra teatral 'El Político del Mundo'— fue pionero de la vanguardia literaria en Panamá a inicios de 1930, cuando junto a una treintena de pensadores y escritores istmeños, comenzó a propiciar un ideario y dar poder a la palabra panameña para contrarrestar la ola nazi que acechaba al mundo, denunciar las injusticias sociales y políticas, así como exigir la soberanía nacional; en esos esfuerzos se lograría establecer el Instituto de Cultura (INAC) y difundir publicaciones que levantarían la moral del pueblo al asentar registros históricos de la producción intelectual del país.

Obras y legado

Dentro de los éxitos literarios de Sinán se podrá resaltar Plenilunio, la novela con la que fue galardonado con su primer Premio Nacional Ricardo Miró en 1943, además de ser reconocido como 'la mejor novela del mes' por el Pen Club de Chile tras su publicación en 1947. Luego sacó al público el extenso poema 'Incendio', que tomó inspiración en un gran fuego que se propagó por Panamá, los cuentos Todo un conflicto de sangre y Dos aventuras en el lejano oriente (1948), estos lo propulsarían para ganar por segunda vez el Premio Miró en Poesía en 1949, con el poemario Semana Santa en la niebla.

Desde sus escritos, Sinán dejaba explícito su genio y su composición, además su amor por las letras y la historia de su istmo. Creador de diversos programas radiales con enfoque social y cultural, fue el responsable de regir la Fundación de Escritores de Panamá en 1967, para después publicar su cuarto y último volumen de versos Saloma sin Salomar, seguido de la colección titulada Cuentos de Rogelio Sinán en 1971.

La pluma de este exponente y vanguardista literario —con el dominio de la técnica teatral—, “desarrolla un lenguaje coloquial matizado de intriga, suspenso e ironías. Los relatos siguen el uso de los tiempos simultáneos de Jorge Luis Borges y se apoyan en una temática subyacente alusiva a la quimera del oro, es la Babel del Istmo, con su ruta interoceánica que derrama vicio a manos llenas”, reseñó La Estrella de Panamá en homenaje a los trabajos del escritor.

Su legado vivirá por muchas más generaciones, entrelazado con las raíces de la República y su nacimiento, en medio de una revolución sedienta de libertad y un pueblo deseoso de conocimiento y sensibilidad literaria, como destacó nuestro diario: “Nada es casual en nuestra historia, vivimos un pasado que siempre es presente, pues nuestros poetas, dramaturgos, narradores y ensayistas lo encarnan sin dobleces”.

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