Resiliencia, una cualidad ventajosa para transitar el duelo

Actualizado
  • 13/05/2020 00:00
Creado
  • 13/05/2020 00:00
Hoy millones de personas en el mundo se enfrentan a la pérdida física de un ser querido o a la incertidumbre del desempleo. Con una sociedad golpeada por la crisis del Covid-19, mirar a los ojos del duelo pone a prueba la capacidad humana de mantenerse en pie ante lo adverso

Aunque nadie está exento de experimentar el duelo y cada sistema emplea mecanismos distintos para regular las emociones, no todos desarrollan la capacidad de ser resilientes; y es este precisamente uno de los mejores escudos ante el desbalance propio de una pérdida y de ver partir definitivamente, aquello que alguna vez se dio por sentado.

La cualidad de ser resilientes supone reestructurar los recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias, que pueden ser adversas, y de las propias necesidades; es, en síntesis, hacer una gestión efectiva de las emociones para avanzar, en las dificultades, y salir fortalecidos de estas. En el marco del duelo, tan común en estos tiempos, cumple un rol especial.

Según la psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental (Insam), la resiliencia debe cultivarse siendo flexibles ante los cambios y “rodeándonos de personas positivas, considerando la adversidad como una oportunidad de aprendizaje”.

El primer autor que empleó este término fue John Bowlby, creador de la 'teoría del apego' y Boris Cyrulnik, psiquiatra, neurólogo, psicoanalista y etólogo, dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología en el bestseller Los patitos feos.

Etapas

La especialista en salud mental detalla que el duelo se desarrolla en cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, “que no siempre suceden en este orden ni aparecen en su totalidad”. Con la fase de negación, el individuo no acepta la realidad; en la ira, aparece la culpa, hacia sí mismo o hacia el entorno; en la negociación, el dolor lleva a buscar un acuerdo ficticio; durante la fase de depresión, surge una enorme tristeza con crisis existencial, y aunque los síntomas se asemejan al trastorno depresivo, una vez que se produce la aceptación del escenario, la sintomatología remite; y con la fase aceptación, hay un desapego emocional y la comprensión del acontecimiento.

“Podemos enfrentarnos a situaciones de duelo en cualquier momento de nuestra vida, en el que se experimente una pérdida, ya sea relacional, de capacidades, materiales, evolutivas como la vejez y la jubilación. Todas las personas son vulnerables, dependiendo de los recursos u otras variables psicológicas; las pérdidas pueden provocar malestar y sufrimiento durante más o menos tiempo”, reflexiona.

La partida física

Una de las mayores dificultades del duelo ante el fallecimiento, es la inexistencia de recursos o estrategias para afrontar la pérdida, “por lo que pueden presentarse dificultades para sobrellevar la carga emocional, dando paso a un duelo complicado con conductas desadaptativas y la presencia de cuadros clínicos como depresión e incluso, cuadros psicóticos”, remarca Araujo.

Y la pandemia ha impuesto escenarios de mayor complejidad. “Los dolientes están más expuestos a desarrollar un duelo complicado en este período de cuarentena, donde se debe afrontar la pérdida de forma súbita, con poco apoyo, limitando compartir el dolor con los demás y expresar las emociones al no establecer un espacio a través del ritual funerario”, afirma.

Vivir en el aquí y el ahora, y practicar la meditación hacen más llevadero el duelo.

Alexander Yu, psicólogo clínico, cree que en el duelo predomina “un sentimiento de vacío, pérdida y tristeza que puede disminuir en intensidad en días o semanas y se produce en oleadas”.

En palabras de Alexandra Araujo, psiquiatra, la resiliencia no implica dejar de sentir las emociones que generan, por ejemplo, perder el empleo, “se trata de la capacidad de afrontar situaciones de crisis de modo que salgamos fortalecidos de estas”.

“Estas oleadas tienden a relacionarse con una rumiación, que son pensamientos o recuerdos constantes de la persona que ha fallecido”, agrega, también pueden existir pensamientos de anulación “como la percepción de haberle fallado al difunto (no haberlo visitado con más frecuencia, o decirle lo mucho que lo quería); si se piensa en la muerte y en el hecho de morir, estos se relacionan posiblemente en el difunto y en reunirse con él. Además, puede aparecer el insomnio, la pérdida del apetito y pérdida del peso; episodios de llanto y pérdida de interés en actividades agradables”, sin embargo, el especialista aclara que no todos los que experimentan el duelo, manifiestan estas reacciones.

“Experimentar la pérdida de un amigo o un familiar muy cercano, puede causar un dolor profundo. Se puede ver como una experiencia natural de la vida, pero aún así nos puede afectar y causar largos períodos de tristeza, pérdida de interés en las actividades, aislamiento o la negación de la muerte. Todos reaccionamos de forma diferente y utilizamos mecanismos para lidiar con el dolor; no hay una duración normal de duelo”, aclara el psicólogo.

Sobre el desafío del escenario actual y el distanciamiento social, Yu contextualiza que la cuarentena y todo lo que conlleva, como la incertidumbre laboral y financiera, puede aumentar el estrés y la ansiedad, y “si se suma la muerte de un ser querido, se podrían exacerbar padecimientos actuales, ya que debido a las restricciones, tal vez no haya oportunidad de acompañar a la persona en sus últimas horas, ni de despedirse, asistir a su funeral o que se atraviese el proceso en soledad”.

Golpe económico y desempleo

Solo en Estados Unidos, el desempleo llegó a su nivel más alto desde la Gran Depresión en la década de 1930, a causa del Covid-19. Apenas dos meses atrás el desempleo en el país más rico del mundo estaba en 3,5%, su nivel más bajo en 50 años, según reseña la BBC Mundo. En Panamá, el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral ofreció este lunes un reporte con 170,562 suspensiones de contrato, un escenario amargo y lleno de incertidumbre.

Esta desaparición abrupta de la estabilidad laboral, también implica un duelo con cambios en la conducta y el estado de ánimo, donde “podemos ver a un individuo desmotivado, con pensamientos negativos, y mucha frustración, irritabilidad e incluso apatía. Puede haber insomnio y cambios en el apetito”, remarca la psiquiatra del Insam.

Ante los diferentes tipos de duelo, las personas más vulnerables a padecer depresión son las que tienen predisposición genética a desarrollar trastornos depresivos, asociados a un factor ambiental que genere estrés, como el desempleo; “esto hace que haya igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a la susceptibilidad, sin embargo, culturalmente, el hombre puede desarrollar un cuadro depresivo al no afrontar la pérdida de su rol en casa. Además, las mujeres buscan más atención que los hombres al momento de presentar sintomatología depresiva, por lo que es importante empoderar al género masculino para que se apoye de un médico psiquiatra”.

Yu refiere que cuando la ansiedad por la pérdida del empleo es tan intensa y duradera, que afecta el funcionamiento en distintas áreas de la vida, es posible que se convierta en un trastorno. “Puede presentarse preocupación excesiva de aspectos como el trabajo, la economía, las finanzas, el bienestar de la familia, difícil de controlar; también se asocian síntomas físicos como inquietud o nerviosismo, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y problemas en el sueño”.

Una ruta

Para Araujo, miembro del equipo de psiquiatras del Insam, ante el duelo es necesario buscar un espacio para la expresión emocional y “realizar un acto de cierre pequeño, pero significativo, que permita darle paso a las fases de duelo”. Además, de requerir atención o acompañamiento, es preciso buscar ayuda profesional para desarrollar estrategias de solución centradas en las emociones.

La angustia y la ansiedad ante situaciones que generan estrés son emociones que más que sucumbir se deben aceptar y experimentar; una vez identificadas podemos emplear técnicas que nos permitan sobrellevarlas y aliviarlas de forma positiva, como cambiar un pensamiento por otro, “es temporal”, buscar técnicas de relajación y ejercicios de respiración. Cultivar la resiliencia es una herramienta de afrontamiento que disminuye estas emociones en situaciones de crisis.

Entre tanto, Yu, acota: “una persona puede experimentar muchos tipos de sentimientos en un proceso de duelo; permítase sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento. El dolor es universal y parte de la experiencia humana, especialmente cuando se experimenta la pérdida de una persona significativa”.

“Respirar de manera consciente es algo que el cerebro y el cuerpo agradecerán,” opina. Al respirar profundo se lleva más oxígeno al cerebro y esto ayuda a disminuir los niveles de ansiedad. “Se puede hacer un ejercicio de respiración unas dos o tres veces por día y mantenerse en el aquí y ahora. Podrán surgir pensamientos como: '¿Y si...?', '¿y si pierdo mi empleo, cómo podré pagar las deudas?', '¿y si mi familia me da la espalda por no tener trabajo?'. Lo correcto es centrarse en lo que se puede hacer en estos momentos. Esto nos debe llevar a acciones concretas, sobre todo de autocuidado”.

El psicólogo destaca la importancia de atender las necesidades físicas y dormir lo suficiente, comer saludable, además de practicar actividad física regular, así como mantenerse al día con las tareas cotidianas; mantener a raya el licor –que afecta el estado anímico– y la toma de decisiones importantes.

Además, rescata la resiliencia. “Ante estos eventos que pueden causar incertidumbre, angustia y ansiedad, la resiliencia nos debe llevar a generar oportunidades de crecimiento y dar respuestas adecuadas que nos permitan superar las adversidades. También, enfocarnos en ayudar, cooperar y apoyar a los demás en medio de las circunstancias, genera bienestar”.

Juana Herrera, directora del Insam, indicó a este medio que ha habido un incremento en los casos de consulta por depresión, trastorno bipolar, ansiedad y problemas para conciliar el sueño. A la fecha han atendido unas 1,400 personas de manera ambulatoria en sus instalaciones, desde que empezó la pandemia, en un consultorio de triage. Mensualmente, desde enero del año en curso, han tenido un promedio de 70 admisiones por mes que obedecen a diferentes patologías.

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