Fotoperiodismo bajo la covid-19, un desafío diario

Actualizado
  • 25/11/2020 00:00
Creado
  • 25/11/2020 00:00
A Roberto Barrios y Daniel González, fotorreporteros del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella de Panamá, la pandemia los ha colocado como una especie de “soldados de infantería” a la hora de comunicar
Roberto Barrios y Daniel González, fotorreporteros Grupo GESE.

Roberto Barrios y Daniel González son reporteros gráficos de los diarios La Estrella de Panamá y El Siglo, respectivamente. Ambos relataron sus experiencias sobre cómo ha sido trabajar en medio de la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años. Un reto diario con limitaciones materiales y el temor de ser una cifra más de la covid-19, un enemigo silencioso que ha impactado en la vida de 133,598 personas en Panamá.

Los primeros días, cuando las autoridades de Salud aún organizaban las conferencias de prensa diarias de manera presencial, y en momentos en que el cubrebocas aún no era obligatorio, ya Roberto, de 31 años, portaba el suyo. “Fue algo instintivo empezar a usarlo”, recuerda el fotógrafo que utiliza una mascarilla de calavera, un símbolo que a su juicio representaba lo que vendría más adelante.

Fotoperiodismo bajo la covid-19, un desafío diario

Tras reportarse el primer caso en el país el 9 de marzo y luego del anuncio de la cuarentena total el 25 de ese mismo mes, la ciudad de Panamá por momentos llegó a parecer una especie de urbe fantasma, incluso al medio día, cuando casi toda la capital –y el país– estaba confinada.

Decenas de asignaciones fueron canceladas, cuenta Daniel, de 34 años. “Salía a diario de casa pensando en qué hacer, a dónde ir, qué captar. Al principio todo era más difícil por el desconocimiento propio de cómo abordar el tema del virus y también resguardando mi propia seguridad. Pero tenía que salir a trabajar, era un deber”, señala el fotógrafo, que durante mucho tiempo cubrió eventos sociales y de farándula. Todo eso acabó con la pandemia.

Si bien la mayoría de los medios panameños pusieron sus redacciones a funcionar con teletrabajo, los fotorreporteros no dejaron de pisar la calle. “No es solo hacer fotos y videos, también entrevistas y preparar temas (...) por momentos casi que asumimos el rol de periodistas”, cuenta Daniel.

El principal reto de Roberto, quien tiene más de 10 años como fotorreportero, ha sido sobrevivir en lo personal, profesional y familiar, en medio de la crisis. “Siempre está el miedo de que te puedes contagiar, por lo que siendo el único sustento de mi familia me tocó extremar las medidas. Ahora sigo un ritual de cuidado al regresar a casa”. A su madre le suspendieron el contrato laboral y su hermana quedó cesante al declararse en quiebra la empresa donde trabajaba.

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Las coberturas que más le preocupan son las hospitalarias, sobre todo en las salas de covid-19, y aquellas en espacios reducidos y de aglomeración, como en el transporte público.

Roberto implementó medidas que, por el momento, le han librado del virus. Al llegar a casa, desinfecta su calzado y su equipo de trabajo, se baña, y acto seguido lava su ropa y todo lo que puede. “Este procedimiento es tedioso, pero también es mi garantía de vida”, dijo.

Captar la imagen de la cuarentena total fue inédito para Roberto, especialmente en la noche. “Nunca había sentido tanto silencio en la calle, así estuvo el Casco Antiguo, sin luces ni discotecas. Ahora solo se escuchan las ambulancias y la Policía”.

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Hubo algunas historias que le impresionaron. En Kuna Nega, en medio de las restricciones de movilidad encontró a personas buscando qué comer entre las bolsas de la basura. “Me tocó ver cómo a una familia con niños pequeños no les salía el bono solidario, cuando su fuente de ingresos era el reciclaje y quedaron sin nada con el encierro. Era muy fuerte registrar el hecho y ver la desesperación y la hambruna. Ellos iban al basurero y veían qué era bueno para comer. Me organicé y aporté junto con una colega alimentos para esa familia; no tengo hijos, pero era dura la situación”.

Otra de las vivencias fue ver a las personas sin hogar dejadas a su suerte en medio de la pandemia, sin amparo, casi sin ayuda de nadie.

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El desafío en los hospitales

Daniel siempre ha seguido con atención las experiencias de los fotógrafos internacionales en coberturas de conflictos como guerras y desastres naturales. Al caer la pandemia, le vino a la memoria el sentido de la profesión al momento de una crisis; a pesar de todo había que seguir informando: “Nos tomó por sorpresa, pues estamos librando una guerra silenciosa con un enemigo que no se ve”.

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Para él, con ocho años como fotorreportero, la crisis ha sido también un tiempo de aprendizaje profesional, pero sobre todo humano.

“Mi mayor reto llegó el día en que asistí a cubrir los primeros casos de contagiados en la Caja de Seguro Social, había mucho hermetismo y nervios, pero tenía que registrarlo. Sobre todo para los que no creen que el nuevo coronavirus existe, que piensan que esto es un relajo. Yo quería mandar ese mensaje de conciencia (...), no es fácil saber que muchos de tus colegas han muerto haciendo su trabajo”, cuenta Daniel.

Daniel comparte su hogar con sus padres, que son adultos de la tercera edad, por eso tiene protocolos rigurosos de seguridad. “En las salas de covid-19 ver a la gente luchando por su vida, con sus pulmones al máximo. Aferrados a la vida como pueden, es duro (...), pero es lo que toca encontrarse a veces; los fotorreporteros somos como soldados de infantería que van en la delantera”, reflexiona Daniel.

Otra situación dura para él fue ver a personas que no pudieron despedirse de sus familiares que murieron solos en las salas de covid-19.

Al pensar con detenimiento las historias que más le han impresionado, a Daniel le viene a la memoria la de un hombre de 70 años, quien vive solo en Tocumen y a diario viaja hasta Calidonia para tocar la guitarra y obtener un sustento. “Su fuerza, su energía me motiva e irradia energía en estos días, eso transmite esperanza y da ganas de seguir viviendo”, cuenta.

Según el Ministerio de Salud (Minsa), a la fecha han fallecido unas 2,793 personas por el nuevo coronavirus.

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Datos del gremio periodístico señalan que por lo menos 11 comunicadores perdieron la vida tras haberse contagiado.

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