León 'Cocoliso' Tejada, mi 'personaje inolvidable'

Actualizado
  • 29/11/2020 00:00
Creado
  • 29/11/2020 00:00
El líder deportivo organizó torneos de béisbol y de softbol femenino, mientras que su equipo de segunda categoría de fútbol iba sumando a mejores jugadores y en los 70 fue tricampeón de la Liga distritorial

Entre los muchos artículos que leí en Selecciones del Reader Digest, revista mensual de temas varios de Estados Unidos, siempre me llamaron la atención unos que se repetían de tanto en tanto y que se titulaban “Mi personaje inolvidable”.

León 'Cocoliso' Tejada, mi 'personaje inolvidable'

Era muy interesante leer sobre una persona que dejó hondos recuerdos, alguna enseñanza, o simplemente es el protagonista de una situación singular que perdura en los recuerdos.

Bueno, he estado pensando desde hace mucho cuál sería mi personaje inolvidable, y definitivamente ese lugar lo ocupa León 'Cocoliso' Tejada.

Fue una persona que me marcó para siempre y al que terminé comprendiendo su inteligencia y su dedicación por lo que hacía. León fue un guía de juventudes, un agente de cambio que comenzó en un barrio, y después fue transformando la plaza Amador en un escenario mágico deportivo reconocido por todos. Este conjunto de recuerdos es compartido por muchos.

Brusco, grande, de hablar enredado, masticaba chicle y usaba tirantes, nos decía que su apellido provenía de España. Su legado lo fue esculpiendo con constancia año tras año. Comenzó con las ligas de fútbol para niños de 7 a 14 años. Las dividió en zancudo, mosquito e infantil. Después agregó la categoría chitra de 4 a 5 años que era todo un espectáculo para las madres.

Se celebraban por lo menos dos veces al año y reunía hasta más de 500 niños que provenían de todas las calles aledañas a esa plaza frente al cuartel de los bomberos entre las calles 17 y 16 oeste en el límite de los barrios de Santa Ana y El Chorrillo. Enseguida en cada equipo iban sobresaliendo futbolistas que eran reconocidos por todos.

Con los años, los mejores formaron parte de su equipo Plaza Amador de la liga distritorial y de otros clubes pues el barrio era tan futbolero que existían cerca de veinte equipos entre primera y segunda división. Todos ellos debieron sus jugadores a las ligas de 'Cocoliso'.

Recuerdo que cada equipo tenía un representante que debía asistir a una reunión semanal. Estas tenían un protocolo simple. Todo estaba en un cuaderno que llevaba León y donde se apuntaba la asistencia. Ajado, pues los doblaba y se lo metía en el bolsillo trasero de su pantalón, allí estaban anotados los resultados de los partidos, los goleadores, los niños suspendidos, y los juegos del fin de semana.

Muchos no comprendían que de esa manera Cocoliso imponía disciplina, repartía responsabilidades y formaba líderes en cada grupo. Con los años, cientos de esos niños que pasaron por esos torneos fueron profesionales, llegaron a representar a Panamá, o simplemente se convirtieron en buenos ciudadanos.

Aquella vez cuando llegaron obreros del Municipio y comenzaron a construir una caseta que serviría de oficina a la plaza y sustituyeron el sitio de juegos infantiles por una cancha de baloncesto. ¡Waoooo! Eso revolucionó la plaza. Claro que a los futbolistas y hasta a los nadadores de la piscina de al lado les pareció interesante este nuevo deporte. Enseguida comenzaron los torneos infantiles y mayor de básquet. Eso atrajo a los mejores jugadores, que eran los mismos de la selección mayor de Panamá. Recuerdo a Doble Feo Edwards, Julio Osorio, July Andrades, Sinclair, Chichi Gordón, Indio Singh, Rubén Darío Cogley y al pequeño gigante Davis Peralta.

Pero las ligas femeninas fueron las que llenaron de orgullo a todos. León se tomó el tiempo de enseñar a las niñas a picar el balón, a cuidar, y a tirar al aro. Les enseñó a enfrentar sus miedos. Enseguida sobresalieron algunas, pero todas jugaron. En pocos años la selección femenina de Panamá se nutrió con jugadoras de plaza Amador, formadas por ese visionario deportivo.

León organizó torneos de béisbol, de softbol femenino mientras que su equipo de segunda categoría de fútbol iba sumando a mejores jugadores y en los años 70 fue tricampeón de la liga distritorial. Allí comenzó a forjarse la leyenda de los leones. Sus colores, eran los mismos de la bandera. Su camisa azul, y de mangas blancas, su pantalón rojo. Apenas los vi me enamoré de ellos y con suerte pude a los 17 años integrar sus filas.

A León le gustaba la Pepsi Cola, y prefería el leon pa mein, al chow mein. Tomaba de vez en cuando un trago de ron Cortez y nos decía cuando oíamos al Gran Combo, a Palmieri o Cortijo e Ismael Rivera que ellos brillaban porque a los artistas de Cuba los había apagado el comunismo.

Cocoliso había sido boxeador y era un centro delantero goleador terrible en los equipos de veteranos, en los que jugaba. Lo recuerdo con sus zapatillas Keds, con sus tirantes, o cuando él mismo entrenaba tarde tras tarde a su selección de futbolistas. Cómo disfruté formar parte de esos que prefirieron jugar para el Plaza y no para otros clubes que daban mejores uniformes. Bueno, aunque no vistieras esos colores del Plaza Amador, si eras de por allí llevabas la marca de ser de la plaza Amador.

Una vez discutiendo con él le pregunté que qué me había dado a mí. Y me contestó “¡Tu educación!”. Quedé mudo y comprendí que no nos enseñó matemáticas, geografía o español, pero nos enseñó los valores deportivos y a ser hombres que enfrentan retos.

En los años 70 la labor de León ya era reconocida por todas las autoridades del gobierno y por lo clubes cívicos. Sus ligas infantiles recibían apoyo, y hasta organizó unos carnavales que se llamaron, “Tú mismo eres”. Claro que la reina del Carnaval fue Poly Hernández, una de sus jugadoras de baloncesto.

En Plaza Amador se aprendía a ganar porque eras mejor. No se toleraban artimañas. Se perdía y se aprendió que el deporte muy pronto daba revanchas. La amistad era otra de las virtudes que León Tejada había sembrado en ese campo deportivo.

Considero que una de las grandes obras de Cocoliso fue la famosa Miniliga. Un torneo abierto que atraía a los mejores jugadores de la ciudad. Se jugaba ocho contra ocho y agrupó hasta 60 equipos con 1,500 jugadores que durante seis meses disputaban un gigantesco trofeo. Ese torneo supuso una gran laboriosidad para el organizador. Ayudó a formar a jugadores, árbitros y, vuelto a repetir, a líderes. Todos querían jugar en la Miniliga y León les abría las puertas.

Un 3 de noviembre, jugando con mi equipo y de repente llega León al cuadro con la bandera y ensacado, venía de ser abanderado de los desfiles patrios. Se lo merecía.

Otra vez nos visitó el famoso Rubén Blades, que comenzaba a cosechar triunfos en Nueva York. Conversando en la esquina con nosotros y con León le preguntó cuál era el problema en el barrio y oí la respuesta. “La droga, Rubén, la droga”. Blades apoyó de una forma callada las ligas de Cocoliso.

Otro reto para este personaje fue la construcción de los multis de Barraza con toda su población. A toda esa muchachada la acogió y muchos de ellos formaron parte de sus equipos Plaza Amador.

Recientemente comentando con Davis Peralta, lo señaló como el único dirigente que se manejaba con varios deportes. León daba cátedra de organizar y entrenar aunque era considerado un dirigente empírico. Pero en sus acciones volcó toda su experiencia y lo que veía hacer a otros.

Es que a la distancia León era un prócer y como tal se levantó un busto afuera de su querida Plaza y además el Municipio instituyó un premio deportivo con su nombre.

No lo olvido, con su sonrisa, o con sus regaños. Pero demostrando el orgullo de ser de allí, de plaza Amador. Definitivamente, mi personaje inolvidable.

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