Coto, en su centenario

Actualizado
  • 21/02/2021 00:00
Creado
  • 21/02/2021 00:00
Hoy se cumplen 100 años de la intervención militar costarricense en Coto, Chiriquí. Un buen momento para hacer un recuento de los hechos y figuras que estuvieron involucradas en el establecimiento de las fronteras panameñas en nuestros primeros años de república
Coto, en su centenario

Uno de los problemas difíciles, y con características dramáticas con el que tuvo que lidiar por muchos años la recién creada República de Panamá, fue la delimitación de sus fronteras territoriales.

Así fue entendido desde un principio. Todo Estado cuenta con dos elementos fundamentales, a saber: gobierno propio y territorio donde ejercerá privativamente plena jurisdicción. Pues bien, al encarar la definición territorial los constitucionalistas de 1904, en reconocimiento a la particularidad del problema lo expresaron de la siguiente manera:

Art. 3. Compone el territorio de la República todo aquel con el cual se formó el Estado de Panamá por acto adicional de la constitución granadina de 1853, el 27 de febrero de 1855, transformado en 1886 en Departamento de Panamá, son sus islas; y el territorio continental e insular que adjudicó a la República de Colombia el laudo pronunciado el 11 de septiembre de 1900, por el presidente de la República francesa.

El territorio de la República queda sujeto a las limitaciones jurisdiccionales estipuladas o que se estipulen en los tratados públicos celebrados con Estados Unidos de Norteamérica, para la construcción, mantenimiento o sanidad de cualquier medio de tránsito interoceánico.

Por tratados públicos se determinarán los límites con la República de Colombia.

Tres son las razones que explican aquella relación. De las cinco fronteras previstas, dos de ellas son inobjetables por la existencia de los océanos Atlántico y Pacífico. La del este, la de Colombia, consignamos los deseos a que nos fueran aceptados los límites registrados cuando nos declaramos Estado Federal o durante la inmediata transformación a Departamento. La del oeste, con Costa Rica, observaríamos lo dispuesto por el Laudo Loubet de 1900. Además, como heredamos una nueva frontera, ya que el tratado canalero obligó a Panamá a ceder a perpetuidad a EUA diez millas de ancho, que se conoció como Zona del Canal.

Primera sede administrativa de la United Fruit Company (La Yunai) y el Consulado Británico en isla Colón, 1902. La transnacional tuvo un gran poder en toda la región.

Urgentemente se requería identificar los intereses nacionales y concertar un proyecto de país. De nada valían las buenas intenciones.

Rápidamente nos percatamos de que no seríamos socios del gran negocio transístmico. Burlándose de su promesa instalaron una estructura colonial. Unos pocos defendieron el intervencionismo extranjero con la ilusión de obtener y conservar el poder político en Panamá.

El tratado canalero ahogó las posibilidades financieras de la República e impedía la atención a las apremiantes necesidades sociales. Los únicos con una propuesta nacional fueron los liberales, particularmente los del núcleo expedicionario que desembarcó en Punta Burica y desarrolló una campaña militar exitosa hasta su derrota en el puente de Calidonia. Después de redactar las primeras protestas (1904) objetar las intervenciones de EUA en los procesos político-electorales, sucumbieron al individualizarse y dividirse.

1914: EUA define las fronteras

En ese contexto, EUA impone sus criterios e intereses con respecto a las tres fronteras antes mencionadas. En 1914, año en el que finalizó la construcción del Canal, y en el que también se inició la Primera Guerra Mundial, ejecutan esa decisión.

El 6 de abril de 1914, sin tomarnos parecer deciden bilateralmente con Colombia los límites fronterizos entre Panamá con ese país, mediante el tratado Thomson-Urrutia. Obviamente Panamá protestó y diez años después, en agosto de 1924, Panamá es reconocida por Colombia mediante el tratado Victoria-Vélez.

El 2 de septiembre de 1914. Panamá y EUA firman la convención de los límites de la Zona del Canal de Panamá.

12 de septiembre de 1914. El presidente de la Corte Suprema de Justicia de EUA, Edward White, emitió su fallo, estableciendo los límites entre Panamá y Costa Rica.

Independencia y período colombiano

Panamá y Costa Rica formaban parte de los dominios coloniales de España. Por razones de política administrativa y de seguridad, el monarca español decidió el 20 de noviembre de 1803 entregarle al Virreinato de Nueva Granada el litoral atlántico de Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Tanto Panamá como Costa Rica efectuaron por separado y de manera distinta su rebelión independentista. Costa Rica se incorporó a la Federación Centroamericana, mientras Panamá se incorporó voluntariamente a la confederación impulsada por Simón Bolívar.

Ambas confederaciones abordan el asunto limítrofe y el 15 de marzo de 1825 firman el tratado Molina-Gual. Postergando la demarcación dispusieron acatar el uti possidetis juris o el reconocimiento al estado posesorio de cada cual.

El presidente Arnulfo Arias Madrid (1941) cedió más territorio a Costa Rica desconociendo los fallos Loubet y White.

Durante nuestra primera experiencia como Estado nacional, el Estado del istmo (1840-41) impulsado por el general Tomás Herrera afanado por el reconocimiento aceptamos que Costa Rica pretendiera Bocas del Toro.

Ante los fracasos, el 25 de diciembre de 1888 se recurrió al arbitraje. De los consultados, el rey Alfonso XII asumió la tarea hasta su muerte en 1885. En 1886 se reintenta el arbitraje y se logra que en 1896 asuma la gestión el presidente francés Émile Loubet. La única condición de ambos países era comprometerse a: “La decisión arbitral, cualquiera que sea, se tendrá por tratado perfecto y obligatorio entre las altas partes contratantes, y no admitir recurso alguno. Ambas partes se comprometen a su fiel cumplimiento y renuncian a todo reclamo contra la decisión, empeñando en ello el honor nacional”.

Loubet le reconoció a Costa Rica más territorio en el lado Pacífico, y a Colombia, más tierra en el lado Atlántico. Contrariada, Costa Rica solicitó una interpretación a lo otorgado a Colombia. Continuará la disputa en el siglo XX. Colombia desatendió el problema por la Guerra de los Mil Días y posteriormente perdió a Panamá en 1903.

Intentos en la era republicana

A diferencia de Panamá, Costa Rica fue consistente en sus reclamaciones. Podemos agrupar en cinco los esfuerzos por limitar nuestras fronteras. Una cosa tenía clara Costa Rica, descartar a Loubet y sumar el apoyo de EUA. Después de mucha presión y acoso, en marzo de 1910, en el despacho del secretario de Estado, Knox, el representante de Panamá, Belisario Porras, y el de Costa Rica, Luis Anderson, firman el convenio mediante el cual se le solicita a White resolver: ¿Cuál es la línea entre la República de Panamá y Costa Rica, más de acuerdo con la verdadera interpretación y correcta intención del laudo Loubet (...)?

Es bueno reconocer los intentos de Porras para impedir lo inevitable. El Gobierno panameño lo obligó a firmar aunque fuera una violación al laudo Loubet y por consiguiente a la Constitución de Panamá.

Otros actores: Las bananeras

Entran dos actores a complicar el desenlace. Dos compañías bananeras se disputaban las tierras situadas cerca del río Sixaola. Una, la American Banana Company. La otra es la tenebrosa United Fruit Company, que tenía asiento en el lado de Costa Rica y en el resto de Centroamérica. La Yunai llegó a poseer telecomunicaciones como la Tropical Radio Telegraph Company. En 1904 instaló una potente torre en Bocas del Toro. Contó con su propia línea naviera. Propició golpes de Estado, persecuciones, asesinatos y a los países bajo su control se les recuerda como “Banana Republic”.

Invasión y Guerra de Coto

Entre 1910 a 1921 se fueron sucediendo hechos que ameritan ser considerados ya que horadaron la defensa de Panamá. El martes 5 de mayo de 1914, en horas de la noche, el Polvorín –depósito de municiones y explosivos– se incendió trágicamente.

En septiembre de 1915, La Estrella de Panamá publicó un proyecto de tratado, el Porras-Morales en el que se constituía un ejército con el fin de defender el territorio de la Zona del Canal, y repeler en común cualquier ataque al territorio panameño.

El presidente Belisario Porras (1910) fue presionado para aceptar el fallo White.

13 de mayo de 1916. Chantajeados con la amenaza de la ocupación militar, aceptamos el desarme de la Policía Nacional. Y en septiembre de 1917, nombramos a Albert R. Lamb, ciudadano estadounidense, como inspector general del Cuerpo de Policía.

1918-1920. Ocupación militar de Chiriquí.

El lunes 21 de febrero de 1921, se produjo la invasión militar de Costa Rica a Coto, provincia de Chiriquí. Desde esa noche el gobernador Nicolás Delgado llamó a repeler el ataque.

El presidente Porras dispuso organizar una fuerza al mando del general Manuel Quintero Villarreal movilizándose inmediatamente a Chiriquí y acompañado del capitán Tomás Armuelles, de servicio en Colón. Logró los 50 fusiles que Porras escondía en la Presidencia. El secreto gubernamental generó suspicacias y en la noche del 24 de febrero, una manifestación a la residencia de Porras creó fricciones con el dirigente obrero y periodista Turner.

El primer combate se produjo el 27 de febrero. Se capturó a la motonave Sultana. El ejército tico sufrió bajas y se les capturó armamentos. En este combate, como en los otros, se pondrá en práctica la experiencia guerrillera adquirida en los dos años de guerra de los Mil Días en Panamá. Básicamente el estratega de esta hazaña militar fue Tomás Armuelles que, junto a Antonio Alvarado, Franceschi, Gazca, Benítez, Mejía, Solís, médicos y enfermeras, para mencionar algunos, rescataron Coto.

El segundo combate significativo se produjo el 1 de marzo. Se capturó la motonave La Estrella. En este participó el refuerzo de Vásquez. De igual manera hubo significativas bajas y se capturaron armas y municiones.

Lo extraordinario de estas acciones bélicas fueron las pocas bajas panameñas. Un contingente de hombres desprovistos de buenas armas, vestimentas, calzados, alimentos y durmiendo a la intemperie, obtuvieron honrosamente las victorias.

Mientras esto sucedía en Chiriquí, en la noche del 28 de febrero se produjo una manifestación violenta originada por unas declaraciones desdeñosas de Porras con respecto a Coto. En esos momentos dialogaba con el embajador Price y el comandante de las tropas acantonadas en la Zona del Canal. Volvió Turner a enfrentarlo y a exigirle la renuncia. En el tumulto Turner fue herido. Hubo arrestos y fueron acusados por rebelión. Por dos semanas la Presidencia fue protegida por el ejército de EUA.

Por su parte, el segundo contingente al mando del inspector Lamb arribó a Chiriquí el 27 de febrero y no tuvo oportunidad de participar de ninguno de los dos combates significativos.

La muerte de Tomás Armuelles

Este respetado y apreciado militar, que al igual que Manuel Quintero Villarreal fue curtido en la Guerra de los Mil Días, diseñó genialmente la reconquista de Coto. Dolorosamente pierde la vida en un sospechoso accidente ferroviario; el último vagón en el que viajaba junto a Lamb, Yedras, Zurita, Porto y Durán se desenganchó precipitándose al mar. Los únicos que se salvaron fueron Lamb y Yedras.

Otra vez la intervención militar de EUA

El 5 de marzo EUA envía su acorazado Sacramento a Bocas del Toro y el 24 de agosto envía a Chiriquí al Pennsylvania para obligarnos a aceptar el Fallo White.

La decisión del presidente Arnulfo Arias M.

El 1 de mayo de 1941, el presidente Arnulfo Arias, despreciando lo propuesto por Loubet y por White, le cedió más territorio a Costa Rica mediante el tratado Arias-Calderón Guardia.

El autor es historiador, académico y director del Instituto del Canal de la U.P.

Lecciones para no olvidar
CÓDIGO PENAL

Un país como el nuestro al que le ha costado la conformación de su Estado Nacional, pero que fue capaz de eliminar la perpetuidad con la que cedimos el territorio y la explotación de nuestra posición geográfica; que pese a las penurias y carencias desarrollamos una exitosa campaña militar para rescatar Coto; que nos inmolamos en enero de 1964 por nuestros derechos soberanos y con todo lo negativo que motivaron la trágica invasión de diciembre de 1989, tenemos todo el derecho de confiar en nuestra capacidad para corregir y ponernos de acuerdo sobre el Panamá que queremos. Resulta inadmisible que, en medio de la actual pandemia, sean las transnacionales las que se beneficien de nuestros recursos. Todas esas riquezas deben estar al servicio del interés nacional, de las mayorías de la sociedad panameña. Por consiguiente, estamos obligados a que las facilidades portuarias y mineras del país contribuyan con equidad a superar los graves problemas económicos y sociales en los que está inmersa toda la sociedad panameña.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus