• 16/05/2021 00:00

Paripé

'El que te pongas un turbante no significa mucho, porque la mayor parte de los esclavos africanos que llegaron a Panamá eran bantú'

Miren ustedes qué palabra más bonita les traigo hoy: paripé. Es un vocablo que proviene del caló paruipén que significa cambio o trueque. En la lengua llana se usa para hablar de un fingimiento, una simulación o un acto hipócrita.

Y ahí hemos tenido al señor ministro de Cultura haciendo el paripé en una ceremonia de reconocimiento a personalidades afrodescendientes que han contribuido al fortalecimiento de la identidad nacional.

Mayo, en Panamá, es el mes dedicado a la etnia negra, cosa que me parece bien y contra la que no tengo, los dioses me libren, absolutamente nada. Pero contra lo que sí tengo varias cosas que decir es contra los que, al calor del momento y aprovechándose de la coyuntura, se presentan en el acto haciendo el paripé. Como Carlos Aguilar, por ejemplo, que apareció disfrazado de súbdito de Zamunda.

Que en el mes de la etnia negra la gente se disfrace (sí, he usado el verbo con pleno conocimiento de su significado, véase la tercera acepción del término: vestirse de máscara), de algo que ellos creen que honra a los ancestros de aquellos que vinieron a este continente a la fuerza, es desconocer la enorme variedad y riqueza cultural africana. Es no saber quiénes eran, a qué etnia pertenecían y cuáles eran las características culturales de aquellos que arribaron a este país. El que te pongas un turbante no significa mucho, porque la mayor parte de los esclavos africanos que llegaron a Panamá eran bantú, pertenecientes a alguna de las más de 400 etnias que viven al sur de una línea que va desde Camerún hasta la desembocadura del río Yuba en Somalia. El término bantú no implica un tipo racial ni una cultura uniforme, ¿y qué significa esto? Pues que es como si ustedes celebrasen la etnia guna vistiendo un atuendo inca o azteca o maya. Que no todos los negros hablan el mismo idioma ni se visten igual, ni tienen la misma cultura. Por no ser, en aquel entonces, ni siquiera eran 'amigos' y eran los de su mismo color de piel los que hacían razzias hacia el interior del continente africano para arrear las rehalas de esclavos a las costas y vendérselos a los esclavistas ingleses y portugueses.

Pero claro, al señor ministro no debe apetecerle hacer la tarea, ni vestirse con taparrabos y tocado de cauris, o pintarse la cara con arcilla blanca y ponerse un aderezo de plumas. Es mucho más fácil decantarse por esta indumentaria de diseño de fantasía de concurso de belleza que recuerda levemente los trajes de los negros neoyorquinos de los años 70 del siglo pasado.

Y así nos va en este país, en mayo, todos a una como Fuenteovejuna haciendo el panoli, y en cuanto acaba el mes, todos rechazando que sus hijos se casen con parejas de color extraño y pidiendo nietecitos con los ojos rubios y los dientes rubios. Obligando a los niños con pelo cuscú a llevarlo rapado porque el rizado natural es 'sucio' y a las niñas a alisarse su cabello porque los rizos son 'desaliñados' o las trenzas 'inadecuadas'.

Señor ministro, por San Martín de Porres se lo pido, busque ayuda experta y en lugar de hacer el paripé, (fíjese usted que no he usado la palabra 'ridículo'), un día de mayo, trate, desde su puesto en el ministerio que desdirige, de educar, impulsar y destacar la cultura y los aportes de los afropanameños, pero de todos ellos como parte del conjunto de nuestra identidad y no como un gueto al que solo nos enorgullecemos de pertenecer durante 31 días al año.

Columnista
Lo Nuevo
comments powered by Disqus