- 23/01/2022 00:00
Escupitajo
Seguro que todos ustedes tienen, por desgracia, la imagen mental de esto que voy a describirles, van ustedes por la calle, tranquilamente, (bueno, todo lo tranquilamente que se puede ir caminando por las desastradas aceras panameñas) y de pronto escuchan un gargajeo flemático, un sonido cavernoso de algo espeso que se desagarra, levantan la cabeza de los huecos del piso para ver a un puerco de dos patas tapándose con un dedo uno de los huecos de la nariz y soplando con fuerza por el otro, y antes de que tengan tiempo de quitar la vista han llegado a contemplar, muy a su pesar,la secreción verde amarillenta volando hasta estrellarse contra el suelo, y el cerdo caminante, como si nada, continúa su camino, mientras tú, paralizado de asco, te quedas allí clavado, sin saber si vomitar encima del moco o morirte de la grima.
¿Les ha ocurrido esto? ¿Les suena esta imagen? Pues eso es lo que ha hecho el excelentísimo señor presidente de nuestra República con sus últimas declaraciones. Nos ha tirado a la cara, a todo el país, un gargajo.
Él afirma que no sabe cuánto gana.
Tóquense ustedes los cojones a dos manos y con fruición. Que no sabe cuánto gana dice el mayor dignatario de nuestro país. Sujétenme ese trompo en una uña. Carraspeando, y con su tonito impertinente de abuelo regañón, nos suelta en plena cara su desapego por el dinero, su poco importa con el vil metal. Ya. Porque el dinero no es lo más importante. Ajá. Lo malo es que, como dice uno de mis mejores amigos, el dinero solo deja de tener importancia cuando lo tienes. Y en este país, señor Laurentino Cortizo, hay cientos de miles de ciudadanos que no lo tienen. Y todos esos ciudadanos, que también contribuyen, de unau otra manera, a que usted, señor mío, tenga, (y haya tenido durante toda la pandemia sin fallar una sola quincena), su jugoso sueldo puntual y a tiempo, consideran que su afirmación es una ofensa, un insulto y una burla. Un escupitajo verde, un moco espeso que usted nos ha arrojado en plena cara.
Usted no sabe cuánto gana, ¡váyase al carajo! Al parecer se ha olvidado usted, (si es que alguna vez tuvo que hacerlo en su vida), de contar centavos, de sumar y restar, de pasar noches en blanco tratando de encajar las necesidades y la realidad. Pensando en qué otra cosa puede ahorrar, qué deja de comprar, de qué más se puede privar para seguir manteniendo en el aire todas las pelotas, la casa, la comida, los hijos, las responsabilidades. Mientras todos esos ciudadanos están ahí, insomnes, tomando sopa de techo hora tras hora, usted, en su cama kingcon el aire acondicionado a la temperatura justa, puede dormir tranquilo, sin preocuparse de cuánto le ingresarán en la próxima quincena, ni de qué pondrá su señora esposa en la mesa para almorzar al día siguiente. Puede usted descansar profunda y reparadoramente porque no necesita saber cuánto gana. Ya tiene usted la vida resuelta, ¡bien por usted!
Mire que yo me alegro, que a quien Dios se la dio que san Pedro se la bendiga, pero paso por aquí, admonitoria, a decirle que eso de esputar repetidamente en la cara de aquellos que tienen menos que usted y restregarnos a todos su bonanza, no es una buena idea si quiere mantener la paz social y la fiesta en paz. Suénese, como dicta la buena educación, en su pañuelo de hilo, blanco y almidonado, y no nos obligue a seguir viendo sus mocos. Por favor y gracias.