La violencia como obstáculo para el desarrollo

Actualizado
  • 27/02/2022 00:00
Creado
  • 27/02/2022 00:00
La base fundamental para el desarrollo de la sociedad y la vigencia de un Estado democrático de Derecho es el respeto a los derechos humanos y a sus principios básicos de equidad y no discriminación
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No puede hablarse de auténtico desarrollo humano ni democracia mientras persista desigualdad y discriminación hacia la mitad de la población. La base fundamental para el desarrollo de la sociedad y la vigencia de un Estado democrático de Derecho es el respeto a los derechos humanos y a sus principios básicos de equidad y no discriminación. El desafío de la igualdad es que se logre no sólo que las mujeres accedan a los derechos de que han sido excluidas históricamente, sino que su patrimonio histórico identitario sea reconocido con el mismo peso que el masculino. Y no sólo es necesario que las mujeres lleguen a ocupar cargos de responsabilidad y decisión política, sino también que los hombres tomen conciencia de la igualdad de género.

La desigualdad salarial tiene un impacto negativo en el PIB, en las recaudaciones fiscales, en el sistema de seguridad social y en la dinamización de la economía, al disminuir la capacidad de consumo de la población. La falta de derechos para las mujeres afecta negativamente el crecimiento económico. La violencia doméstica contra las mujeres y los niños frena el desarrollo económico, por lo que es de primordial importancia que se considere un problema de Estado. El abuso afecta el desempeño de los niños en la escuela y, por lo tanto, su productividad futura y el rendimiento de la inversión nacional en educación. Las mujeres que sufren violencia doméstica son menos productivas en sus lugares de trabajo, lo cual es una pérdida directa para la producción nacional. Tanto la atención de las consecuencias de la violencia doméstica como de la social obligan a utilizar los escasos recursos disponibles en la sociedad. Los gastos en los sistemas policiales y judiciales, así como la provisión de servicios sociales podrían, de lo contrario, ser destinados a propósitos más productivos. Se debe concienciar a las autoridades de policía y a los administradores de justicia, así como a las autoridades preventivas y a la sociedad civil, de que la violencia doméstica (en el ámbito privado) se refleja en la violencia social (el ámbito público) y sus consecuencias económicas y sociales obstaculizan el desarrollo económico de cualquier país.

A nivel macroeconómico, entre otros efectos, la violencia desincentiva el interés de las personas en invertir tiempo y dinero en educación e induce a algunos a desarrollar habilidades delictivas en vez de estudiar. También puede disuadir a algunas personas de estudiar por las noches, por temor al delito violento y sobre todo a las mujeres, por temor a los celos de un marido machista que no permite que salga sola de noche. La violencia social reduce la inversión extranjera y nacional y disminuye el ahorro interno, obstaculizando así las posibilidades de crecimiento a largo plazo.

La violencia en el amplio sentido de la palabra, con sus múltiples causas y consecuencias, requiere de un conjunto de soluciones que involucran la acción de diversos sectores, y que pueden dividirse en dos grandes tipos de acción: acciones de prevención y acciones de control. Aunque la prevención y el control se asocian usualmente con posiciones opuestas a la solución del crimen violento, en realidad se ubican en un continuo, donde el castigo efectivo, una solución “dura” por naturaleza, puede ser un factor disuasivo eficaz de prevención de algunos tipos de conducta violenta futura. Las acciones de prevención se deben definir, no por el tipo de solución que implican, sino por sus efectos observables en conductas futuras.

Un impacto crucial de la violencia social es la transmisión intergeneracional. Si los adultos, los medios de comunicación y la sociedad en general les enseñan a los niños y a los jóvenes que la violencia es una manera rápida de acumular riqueza, no es de sorprenderse que la gente joven, especialmente los muchachos, adopten conductas violentas.

La violencia constituye cada vez más la mayor amenaza para las libertades fundamentales, el acatamiento de la ley y la consolidación democrática, por lo que para los Estados el principio fundamental para alcanzar el desarrollo y la paz social debe ser el cambio del paradigma patriarcal, en cuya base se encuentra la falta de equidad de género y la injusticia social.

Sin embargo, como se puede ver por los comentarios que aparecen en las redes sociales, en nuestro país todavía muchos hombres creen que abrirles espacios a la mujer es fomentar el feminismo y que esto puede tener serias consecuencias para el status quo del hombre, ya que entonces a la mujer se le puede ocurrir pensar, decidir, actuar, etc., y que este continente no está preparado para tolerar tales “aberraciones”.

La autora es abogada y defensora de los Derechos Humanos.

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