'Cotito', una forma de recuperar ese episodio de nuestra historia

Actualizado
  • 20/03/2022 00:00
Creado
  • 20/03/2022 00:00
El documental hurga en la historia de la 'masacre de Cotito', suceso ocurrido en la provincia de Chiriquí en el año 1941, en el que perdieron la vida 12 europeos de una comunidad de migrantes
Filmación de una de las escenas del documental

Martín Contreras recuerda claramente cuándo fue que la historia de Panamá vino a ocupar un lugar importante en su vida. En sus años de secundaria, su profesor de historia supo calar en su mente. “Me enamoré de la historia panameña, sobre todo con la materia historia de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos. Allí me enganchó la historia”, dice. En ese momento no tenía idea de que la historia llegaría a ser parte de su labor profesional.

Más adelante, ya graduado, tuvo la oportunidad de trabajar en la Biblioteca Nacional donde entró en contacto con libros y documentos comúnmente difíciles de acceder. “En Panamá los libros son bastante caros, y obviamente el otro problema es que las publicaciones, con lo difícil y caras que son, salen en ediciones muy pequeñas y se acabó. Con mucha suerte sale una segunda edición...”, lamenta.

Consciente de esta situación, decidió aprovechar la oportunidad y leer todo lo que pudiese. “Leí todo lo que quería leer y lo que no quería leer, también”, comenta.

Buscando textos de historia panameña, se encontró con un ejemplar de Holocausto en Panamá, de Aristides Hassán. “Solo el título ya lo impresiona a uno...”, destaca.

Paisaje chiricano, escenario de los hechos acaecidos en 1941.

Así se enteró de la llamada “masacre de Cotito”, hecho que acaeció en los años de la II Guerra Mundial y en la que 12 habitantes de una colonia de extranjeros que se habían radicado en la provincia de Chiriquí, perdieron la vida en manos de la Guardia Nacional.

“Es un libro complejo, que propone muchas cosas, pero también deja mucho en el aire. No se termina de entender la situación”. Luego, Contreras tendría la oportunidad de leer Cotito, un crimen olvidado, del abogado Carlos Cuestas, quien desgrana el tema desde el punto de vista judicial, lo que terminó de despertar la curiosidad de Contreras.

Desde entonces se propuso investigar y con esa investigación realizar un documental que contara con mayor detalle qué ocurrió realmente en esa comunidad de migrantes europeos.

El proceso ha sido lento, pero en estos momentos el equipo de producción del documental ha finalizado las filmaciones y está en etapa de postproducción. Sobre este proyecto y sus objetivos se explaya Marín Contreras, director de Cotito.

Martín Contreras, director del documental
¿Cómo fue el proceso de investigación?

Fue bastante difícil desde el punto de vista de investigación. Estuvimos 11 años investigando, no por un tema que nos guste rescatar información, sino más allá de eso, la problemática de que no existen documentos formales o hay muy pocos.

El proceso ha sido complejo, es una historia rodeada de muchos rumores. Los primeros tres años fueron bastante frustrantes, llegamos a muchos callejones sin salida. Luego encontramos algunos documentos oficiales; ya después empezamos a entender cómo era la dinámica de la investigación.

¿Cuáles fueron sus principales fuentes?

Tienes que tomar todo lo que está a la mano y luego ir desgranando, te das cuenta de que algunas cosas carecen de fundamento, no existen muchos documentos oficiales, finalmente encontramos a una persona muy valiosa para esta investigación, pero que no pudo aportar mucho. Definitivamente el documental hubiese sido más fácil hacerlo hace 10 o 20 años; los recuerdos hubiesen estado más claros.

Elías Jiménez, productor del documental

Pero en estos años encontramos también información que pensábamos no lograríamos. El personaje principal, que es Albert Schmieder, nos dio mucha de su información obviamente personal, pero también nos facilitó muchas de las fotos que logramos conseguir. Son muy valiosas.

En estas circunstancias, ¿lograron suficiente información?

Me atrevo a decir que no terminamos de investigar el documental, seguimos encontrando información, inclusive ahora, y es un tema que sigue vivo; aunque no lo parezca, sigue vivo en la memoria colectiva, sobre todo en Chiriquí, pero también en las personas que se vieron involucradas. Hay testimonios que no se pueden sustentar, pero también nos hemos encontrado con algunas sorpresas: un colega que estudió en la escuela de cine en Cuba, resultó ser descendiente directo de una familia que hasta cierto punto estuvo involucrada indirectamente en el hecho. De ese vínculo nace el personaje central de nuestro documental. Yo le cuento esto a él, que no tenía idea alguna de todo esto, él comienza a investigar, le cuenta al papá, el papá se acuerda de algo, y así va... es bastante interesante.

Dices que siguen encontrando información, pero ¿cómo establecer cuándo es suficiente?

Uno de mis maestros en la escuela de cine tenía esta frase: 'las películas no se terminan, se abandonan'. Y esto es tanto desde el punto de vista de investigación como de realización. Uno podría tomarse años para editar una película, mejorándola, pero no es productivo. La idea es que como un archivo, la película es para que la gente la vea, entonces, claro que es bueno seguir investigando pero también hay una premura de darle voz en vida a los personajes que están involucrados. Después de 11 años de investigación hemos llegado a un punto de decir tenemos suficiente investigación. Sobre todo, el contar con personaje principal, que es la persona que estuvo directamente involucrada en el hecho, ha sido el baremo para establecer que tenemos bastante información y con lo que tenemos vamos a contar la historia.

Con Fondo Cine lograron el recurso básico para seguir adelante, pero la cinta es una coproducción, ¿cómo funcionó?

Hay que entender que nuestra cinematografía, ya sea latinoamericana o mucho más, la centroamericana, es muy difícil levantarla, incluso teniendo un fondo tan generoso como el de Panamá que es el más alto de la región. Pero también hay dificultades en la distribución.

En la escuela de cine, en Cuba, conocí mucha gente y nos hicimos muy amigos, uno de ellos, Jacob Jiménez, el fotógrafo de la película, cuyo padre es Elías Jiménez, director y creador del Festival Icaro. Con Jacob desarrollamos un primer proyecto llamado El saco. Nos aliamos con Casa Comal, de Guatemala, que nos abre las puertas y decide apoyarnos. Lamentablemente ese año hubo problemas con Fondo Cine.

Más adelante empecé a dictar clases en Casa Comal y seguimos colaborando con otros proyectos a título de editor y persona de tráfico en el festival, hasta que decidimos presentar Cotito.

En esa ocasión decidimos presentarlo en etapa de desarrollo y, aunque no fuimos seleccionados, Casa Comal siempre mantuvo el apoyo ajustando el guion y haciendo otras mejoras. Con el último guion Casa Comal decidió llevarlo a concurso en Fondo Cine, en categoría producción y logramos el fondo.

Ese vínculo de años que hemos tenido de amistad, de colegas de trabajo ha funcionado muy bien a la hora de la coproducción, ha funcionado de maravilla. Claro que desde un principio quisiéramos hacer producciones totalmente panameñas, pero es muy difícil. Nos ha venido muy bien tener esa alianza con Guatemala y esperamos que a la hora de la distribución con festivales y demás, también nos favorezca.

¿Cual consideras que es el objetivo principal de este proyecto?

Yo diría que rescatar la memoria. Los comunicadores en un país como este, en el que tenemos la tendencia de olvidar y no prestar la atención a nuestra historia, tenemos la obligación de rescatar la memoria histórica. Que las generaciones que vienen conozcan su historia. Me atrevo a decir que nosotros nos hemos enfocado en eso dentro de la productora y de nuestras colaboraciones. Yo soy editor de formación, pero dirijo este proyecto por esa necesidad de querer rescatar la memoria, para nuestro país.

Con una marcha ten lenta y tan complicada, ¿cómo se plantea la factibilidad de proyectos cinematográficos?

En el cine tenemos la problemática de ser muy soñadores, soñadores y utópicos. Le digo a mis estudiantes que primero hay que entender que la forma de la industria del cine es lenta, frustrante la mayoría del tiempo, muy pocas veces vemos la gratificación. Pero esta parte soñadora es la que nos hace plantear los productos. Los que estudiamos cine tenemos un concepto diferente de cómo generar cine. Más revolucionario, rompiendo la estructura de la industria. Pero cuando uno se enfrenta al día a día, uno se da cuenta de que uno tiene que barajar o hacer malabarismos. El planteamiento de proyectos a tan largo plazo sin esa parte soñadora no sería posible.

¿Cuáles consideras han sido las grandes enseñanzas de este proyecto?

Tener más paciencia de la que tenía. Nos ha ayudado a no hacer caso a la premura de querer contar la historia y que el proceso de búsqueda de información, sobre todo en este país, es más lento de lo normal por las dificultades que existen.

Otro aprendizaje es el hecho de que muchas veces creemos que historias de panameños son muy regionales, pero nuestra historia es compartida con muchos países y me atrevería a decir que es universal. Eso nos ayuda a entender que este caso en concreto es aislado, pero básicamente permea a la historia humana: el problema del miedo al otro y las migraciones... temas vigentes hoy. Hemos aprendido a entender la universalidad de la historia.

Entonces, ¿vale la pena hacer cine?

En mi caso concreto, lo vale al 300%. En una ocasión asistí a una charla del cineasta chileno Patricio Guzmán, quien lleva muchos años haciendo cine. Allí dijo una frase que se la repito constantemente a mis estudiantes: “si alguien es feliz sin hacer cine, no haga cine porque si lo hace, va a perder esa felicidad”. En el proceso uno pierde muchas veces la felicidad, pero se tiene la satisfacción de estar haciendo algo que se ama. Yo me atrevería a decir que no es suficiente que te guste hacer cine, tienes que amarlo. Ese amor puede llenarte de otras cosas que harán que no lo veas tan difícil.

El proyecto está en su fase final, ¿cuáles son tus expectativas?

Estamos realmente muy agradecidos con quienes han creído en el proyecto tanto por el apoyo económico como por el apoyo emocional, haciendo barra. Estamos muy agradecidos con nuestros personajes por su tiempo, información, y por habernos dado su vida para hacer este proyecto. Lo único que esperamos es que el documental sea digno tanto de las personas involucradas directa e indirectamente, así como del país. Que sea digno y que se pueda traer a colación más allá del hecho de Cotito, el tema de la recuperación de la memoria histórica.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus