La relación entre el poder y la violencia

Actualizado
  • 08/05/2022 00:00
Creado
  • 08/05/2022 00:00
La mujer es víctima de muchos tipos de violencia: la violencia doméstica, la pobreza, la discriminación laboral y salarial, la discriminación social y religiosa, la desigualdad política, la desigualdad educativa y la violencia sexual son solo algunas
La relación entre el poder y la violencia

La violencia contra las mujeres se basa en la falta de poder económico y político de las mujeres que viven en sociedades patriarcales. Para entender la violencia contra las mujeres se requiere analizar la relación entre la violencia y la estructura de las principales instituciones sociales. En este sentido, para detener la violencia contra las mujeres se las tiene que liberar de las relaciones sociales y económicas opresivas.

Hay muchos tipos de violencia que se ejercen sobre las mujeres. Así tenemos, por ejemplo, la violencia doméstica, la pobreza, la discriminación laboral y salarial, la discriminación social y religiosa, la desigualdad política, la desigualdad educativa, la violencia sexual, la discriminación en cuanto a los servicios públicos de salud, el maltrato judicial... en fin, todo lo que pone en desventaja a las mujeres con respecto a la otra mitad de la población, es violencia.

Según las estadísticas, hay menos mujeres víctimas del delito que hombres. No obstante, esta estadística se basa únicamente en la cifra conocida y no toma en consideración la cifra oculta, que consiste en los delitos que no se denuncian a la policía y que permanecen ocultos a la vista pública, como la violencia doméstica, el incesto y la violación conyugal. Además, se ha comprobado que en algunos grupos de mujeres y en algunos delitos (principalmente los delitos contra la libertad sexual), la tasa de victimización es mayor para las mujeres que para los hombres.

Dentro de estos grupos de mujeres y de delitos, algunas mujeres tienen más probabilidades de ser víctimas que otras. Específicamente, en los delitos contra las mujeres afrodescendientes y las mujeres entre 16 y 19 años de edad, la tasa sobrepasa la de los hombres; hay más víctimas entre las mujeres de 16 a 24 años en comparación con mujeres de cualquier otra edad; las mujeres entre 12 y 15 años son los blancos preferidos del hurto; y la tasa de victimización es inversamente proporcional a la edad de la víctima.

Existe una relación directa entre los delitos que se cometen contra las mujeres y su falta de poder político y económico dentro de la sociedad. El temor a ser víctimas del delito limita la libertad de acción de las mujeres y aumenta en ellas el sentido de vulnerabilidad personal, limitación esta que de por sí constituye una forma de violencia. Las tasas de victimización demuestran que el delito contra las mujeres refleja su falta de poder. Las mujeres divorciadas y separadas tienen seis veces más probabilidades de ser violadas o de ser víctimas del robo que las mujeres casadas; cinco veces más probabilidades de ser asaltadas y 60% más probabilidades de ser víctimas de hurto. No obstante, tampoco se puede decir que hay menos víctimas entre las mujeres casadas, ya que la violencia doméstica que no aparece en las estadísticas y su aislamiento dentro y fuera del hogar pareciera indicar lo contrario.

Las mujeres de los más bajos estratos sociales son más vulnerables al delito de violación, lo que indica una relación entre el mundo de la vida de las mujeres y la violencia como sistema de control social. Se ha pensado que la causa de la violencia contra las mujeres está en la personalidad y los antecedentes sociales de los perpetradores, pero los datos empíricos indican que las causas de la violencia no están en las características de los delincuentes, sino en el nivel político y económico de sus víctimas.

No obstante, la violencia contra la mujer no es menor en la cultura dominante, sino que simplemente está más oculta o legitimada como comportamiento masculino adecuado. Desde la perspectiva feminista, la violencia es el resultado de un patrón aprendido de agresión y dominación masculina y la violación no es más que una exageración de los roles sexuales tradicionales. La violación ocurre porque los hombres han aprendido a obligar a las mujeres a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad. Las mujeres históricamente han sido definidas como propiedad de los hombres, y aun cuando ya no lo son en nuestra sociedad contemporánea, su uso como objetos sexuales en publicidad reduce su sexualidad a una mercancía. Convertirse en una cosa es convertirse en un objeto susceptible de ser poseído y este estatus deshumaniza a la mujer y la hace víctima de la violencia masculina. El hecho de que la mayoría de los violadores no considera que haya hecho nada malo, demuestra que la violencia contra las mujeres tiene algún grado de legitimación dentro de la sociedad. Tenemos, entonces, que las mujeres que se perciben como las menos valiosas de la sociedad son las más victimizadas, así como las que no son identificadas como pertenecientes a un hombre.

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