Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 12/10/2022 00:00

Desde que los transeúntes llegan a la plaza de comercios independientes, junto a la estación del Metro en Los Pueblos, perciben el olor de la fusión entre queso blanco y fruta tropical. De esquina a esquina se escucha: “¡Calientita la pesada de nance, todos comen!”. Así es como José Rivera intenta llamar la atención de los peatones que recorren el área.
Él lleva trabajando como informal de manera intermitente desde que cumplió 28 años. Aunque hubo momentos en que ejerció como obrero por contrato en construcciones, confiesa a La Estrella de Panamá que desde hace más de 10 años se ha quedado laborando de manera extraoficial porque no logra conseguir empleo.
Desde que cumplió los 40 años se levanta todos los días a las 4:00 a.m. para preparar el nance, y con ayuda de su esposa dejar todo arreglado en su hogar. Dice que es una rutina en la que casi no descansa, pero es necesaria.

El estudio 'Trabajo de mayores y discriminación por edad', publicado en septiembre de 2022 en la Revista Internacional y Comparada de Relaciones Laborales y Derechos del Empleo, de México, determinó que los prejuicios determinados por la edad a la hora de conseguir trabajo son una problemática creciente en las relaciones laborales.
También señaló que este tipo de discriminación es profundamente peligrosa, pues obliga a las personas a ocultar la vejez para comportarse y verse como si fueran jóvenes e invisibilizar los signos del paso del tiempo.
“Si le quitas a un adulto la posibilidad de seguir generando económicamente, y aportar a su casa, viene la desmotivación y el pensamiento de: '¿Ahora qué voy a hacer con mi vida?”, explica la psicóloga María Fernanda de los Ríos a este medio.
A su vez, comparte que en América Latina existe la falsa creencia de que las personas dejan de ser funcionales laboralmente a los 40 años, y se hace más difícil conseguir trabajo.
En ello coinciden diferentes investigaciones de la región, como 'Discriminación para el acceso al empleo por edad madura', reseñada en la Revista Jurídica del Trabajo de Uruguay y publicada este mismo año, donde se detalla que al implementar ordenamientos para anticipar la jubilación y dar espacio a jóvenes en el campo laboral, se ha contribuido a la discriminación por edad.
Contrario a lo que cree el mercado laboral actual, José, a sus 54 años, tiene chispa. Atiende a sus clientes con actitud positiva y una sonrisa, demostrando agilidad y grandes habilidades como vendedor, mientras cuenta cómo funcionan las ganancias en el trabajo informal.
Él lo describe como una balanza, dice que las ganancias dependen del movimiento económico de otras personas. “La mayoría del tiempo es supervivencia, pero hay otros, como fin de año, donde sí hay un poquito más de dinero, ahí es cuando nosotros cobramos nuestro décimo y nuestras vacaciones”, detalla el comerciante.
Según expertos, la vulnerabilidad financiera juega un rol importante en el deterioro de la salud mental de los adultos.
Compromisos económicos como deudas, préstamos y cuentas por pagar aquejan a la mayoría de la población adulta panameña. José cuenta que además de saldar sus gastos mensuales, trabaja porque tiene dos hijas y una de ellas está empezando la universidad. Para él eso representa una responsabilidad por la cual debe salir todos los días a “buscar el pan”.
“No es tan saludable vivir del día a día. Al pensar todo el tiempo en el futuro, es donde entra la ansiedad, y aflora el miedo”, explica María Fernanda de los Ríos.
La experta en psicología señala en sus declaraciones que gran parte de las personas que tienen trabajos informales y sobreviven con lo que ganan en el día, están estresadas constantemente.
La incertidumbre de qué va a suceder mañana puede convertir el estrés en indicios de ansiedad que incluyen palpitaciones, sudoración en las manos y pensamientos negativos recurrentes, además de otros síntomas cognitivos y emocionales.
Estudios como 'The Relationship Between Financial Worries and Psychological Distress in U.S Adults', realizado en febrero de este año, complementan las declaraciones de la psicóloga.
En la investigación se mencionan factores socioeconómicos como la fuente salarial, el nivel de educación y la propiedad del hogar, que se relacionan con el trabajo e ingresos de adultos, y cómo no tener acceso al nivel adecuado de los mismos puede desmejorar su bienestar mental.
Pero para José, los informales deben tener confianza en Dios. Comenta que desde que empezó a trabajar de esta manera ha puesto en manos de Dios su situación económica y solo le rinde cuentas a él. “En realidad, hay que salir solamente con fe. Dios es el que pone el querer como el hacer, en cada instrumento que utiliza para bendecirnos”.
En psicología, cuando se habla de mecanismo de defensa se refiere a maneras inconscientes que las personas emplean para protegerse de acciones o pensamientos que les induzcan ansiedad, depresión o heridas emocionales. Existen distintos mecanismos de defensa, entre ellos la religión.
Para de los Ríos, en muchas ocasiones adultos con este tipo de trabajos juegan un rol de proveedores en sus familias y no se sienten escuchados. Es de suma importancia buscar ayuda a tiempo para evitar trastornos como el síndrome del Burnout.
Este también es conocido como el síndrome del desgaste profesional. En el año 2000, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como un factor de riesgo laboral, debido a que afecta la calidad de vida y salud mental del individuo. El periódico español El País reseña que expertos estiman que este síndrome afecta al 10% de los trabajadores, y los trabajadores informales tienen más posibilidades de padecerlo gracias al tipo de labor que practican.
Algunos de sus síntomas son la apatía, agotamiento, descuido de las propias necesidades, retirada de la vida social y estado de ánimo depresivo. Esta situación se convierte en preocupante cuando, al igual que toda persona de escasos recursos, la mayoría de trabajadores informales no tiene acceso a consultas psicológicas.
De los Ríos denuncia que este es un problema que aqueja a la sociedad panameña, y que las autoridades pertinentes deben tomar cartas en el asunto.
José piensa seguir trabajando hasta que llegue una “bendición” que le permita tener un negocio donde no requiera tanta actividad física. Sin embargo, aclara que no quiere ser carga para sus hijas, o nadie.
“Mi mayor anhelo es jubilarme, pero sé que no puedo. Tenemos que vivir una realidad y esa es que yo dependo de la informalidad”.