El nombre 'artista' es cada vez más amplio

  • 11/12/2022 00:00
En la actualidad, los artistas panameños están más involucrados que nunca en un diálogo internacional, algunos por iniciativa propia y la exploración de las redes; y otros a través de instituciones o eventos de carácter cosmopolita
Mónica Kupfer, historiadora y crítica de arte.

En esta versión de Facetas, entrevistamos a Mónica Kupfer, que es historiadora, curadora y crítica de arte. Cuenta con un Doctorado en Historia del Arte con especialización en arte latinoamericano. En los años ochenta, fue la primera curadora del Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, donde luego pasó a formar parte del Consejo de Exposiciones. Fue fundadora y co-directora de la Bienal de Arte de Panamá, evento celebrado en ocho ediciones desde 1992 hasta 2008. Entre sus múltiples publicaciones cabe destacar la sección sobre América Central del libro Arte Latinoamericano del Siglo XX, y la dirección editorial de Mujeres en las Artes de Panamá, obra que documenta la labor creativa de 500 mujeres. Se ha desempeñado como jurado, conferencista y colaboradora en enciclopedias de arte, además de ser corresponsal de Art Nexus desde los años noventa.

En tu texto, del “Cincuentenario a la Invasión” (2003), afirmas, con respecto a la década del 50, que “el entusiasmo por el arte moderno que los artistas desarrollaban en el extranjero disminuía progresivamente al regresar al medio cultural de Panamá, ambiente que se enriquecería de manera extremadamente paulatina”. ¿Consideras que hoy está consolidado el enriquecimiento del medio cultural para que los artistas no pierdan este “entusiasmo” por el arte?

Quizás no era que el entusiasmo por el arte moderno de todos los artistas disminuía, sino más bien que para aquellos pocos que lograron mantenerlo vivo representó una lucha contra la corriente. Después de la experiencia artística de grandes ciudades como Nueva York, Chicago o Buenos Aires (en los casos de Eudoro Silvera, Juan Manuel Cedeño y Alfredo Sinclair, respectivamente), Panamá debe haber parecido un desierto cultural. En la capital había una sola academia y no existían ni galerías ni museos de arte. A pesar de las circunstancias, hubo algunos artistas que no dejaron de explorar la modernidad, que son los que recordamos hoy como precursores. Panamá hoy cuenta con un medio cultural más desarrollado y mayores oportunidades para las artes. Hay un buen número de galerías comerciales como Mateo Sariel, Weil Art, incluso algunas con más de treinta años de existencia, como Habitante y Arteconsult, y otras como Diablo Rosso, que se ha enfocado en mostrar arte de vanguardia y poner a artistas panameños en el mapa artístico internacional. El Museo de Arte Contemporáneo, que cumple 60 años, está más activo que nunca, no solo con exposiciones tradicionales sino también ofreciendo su espacio a grupos que antes no figuraban —o lo hacían a menor escala— en los calendarios expositivos, incluyendo cada vez más mujeres artistas, así como artistas de comunidades indígenas, creadores afro-panameños, de diversas etnias y de la comunidad LGTBQ. En años recientes, los artistas jóvenes han mostrado gran iniciativa propia al formar grupos para presentar exposiciones en espacios alternativos. Y, como en todo el mundo occidental, el concepto del arte está más vinculado a diversos aspectos de la vida actual y el nombre “artista” es cada vez más amplio, incorporando videastas, publicistas, diseñadores gráficos e incluso activistas ecológicos y políticos, entre otros.

Muy bien señalas en ese ensayo qué tan importante fue para los artistas salir al extranjero, en este caso, México, España y Argentina. Ahora bien, consideras que hay en Panamá un diálogo entre los artistas panameños que viven en el país y en el extranjero que sea promovido por las instituciones de arte?

En la actualidad, los artistas panameños están más involucrados que nunca en un diálogo internacional, algunos por iniciativa propia y la exploración de las redes; y otros a través de instituciones o eventos de carácter cosmopolita. Es más fácil viajar que antes, y hay artistas panameños que han salido a estudiar no solo en los países que mencionas, sino también a Estados Unidos y otras partes de América Latina y Europa. Entre 1992 y 2008, la Bienal de Arte de Panamá hizo un esfuerzo específico por incluir a artistas panameños residentes en el extranjero, además de promover a artistas del interior y de la costa atlántica. Por otra parte, la Bienal Centroamericana celebrada entre 1998 y 2016 invitaba a los seis seleccionados de cada país a viajar a la sede del evento (que alternaba entre las capitales de la región), con lo que creó un espíritu de comunidad entre los artistas de los países vecinos. Ambas bienales hicieron posible traer a figuras internacionales a Panamá y que los seleccionados panameños viajaran. Las galerías ofrecen la oportunidad de conocer el trabajo de cada vez más artistas extranjeros, tanto de figuras establecidas como creadores de vanguardia, y de mostrar el arte panameño afuera del país en exposiciones colectivas, bienales y ferias de arte.

Algo que me llama la atención es que faltan más estudios o casi no hay estudios sobre el arte en la antigua Zona del Canal. ¿Crees que podríamos algún día incluir los murales de Van Ingen en la historia del arte, si bien no panameño, sí del arte en Panamá?

Por supuesto que los murales de Van Ingen forman parte de nuestra historia del arte, aunque no fue hasta la entrega del Canal que pasaron a “pertenecernos” de manera oficial. En mi opinión, todo lo que se ha pintado sobre el Canal de Panamá constituye parte de nuestro pasado y del arte transnacional, pero las obras no siempre figuran en las historias nacionales. Hace poco, hice una presentación sobre “Arte y Canal” y me sorprendió cuántas obras descubrí durante mi investigación, tanto aquí como en los Estados Unidos. En cuanto al arte en la antigua Zona del Canal, es sorprendente cuán activos fueron los estadounidenses con los programas culturales dentro de su pequeña colonia, tanto entre los empleados del canal y sus familias, como en las bases militares. Aunque se trataba principalmente de artistas aficionados, hubo múltiples exposiciones de arte, como las de artistas que formaban parte de la liga de “American Pen Women”. En el ámbito del teatro, se presentaron un sinnúmero de obras, desde dramas hasta musicales. Incluso existe un libro de los años cincuenta que repasa las obras de teatro presentadas durante la primera mitad del siglo XX en la Zona del Canal.

Hoy día el mundo virtual nos hace contemporáneos del mundo a nivel global. ¿Esto ha tenido alguna consecuencia para el mundo del arte o los artistas en Panamá?

Las redes sociales y las nuevas tecnologías han afectado la vida de artistas en todo el mundo y Panamá no es una excepción. El acceso a la información ha permitido un mayor conocimiento no solo de exposiciones, bienales y museos, así como los movimientos de vanguardia en otros países. La importancia de las conexiones en el mundo virtual creció aún más durante el encierro de la pandemia por la manera en que funciona como una ventana donde ver y leer libros, artículos, fotografías, imágenes de obras de grandes colecciones, incluso exposiciones virtuales. Las posibilidades del mundo virtual también han implicado nuevas responsabilidades para los artistas. Para darse a conocer en el arte contemporáneo, ya no basta que los artistas trabajen en sus talleres, sino que tienen que gestionar su presencia en las redes, para que su obra sea conocida por un público más amplio, así como para llevar a cabo valiosos intercambios de información con otros creadores y curadores locales e internacionales. El acceso al mundo virtual también ofrece nuevas oportunidades para crear arte digital u obras de arte generativo, un campo que han explorado artistas como Itzel Yard y Jorge Ledezma.

Respetando ni negando la diversidad de la producción artística en Panamá, ¿dónde crees que deberíamos detenernos más para descubrir la tendencia contemporánea del arte en Panamá?

Aparte de ver lo que presentan las galerías y el Museo de Arte Contemporáneo, que me parece esencial, hay que estar pendiente de las exposiciones que rompen el paradigma tradicional. Me refiero a las muestras que los artistas, en especial los jóvenes, actualmente organizan en espacios autogestionados y estudios abiertos; en apartamentos privados, en la calle, en parques, en terrenos baldíos, incluso en las paredes de espacios comerciales como una agencia de autos. También hay que estar pendiente de las múltiples subastas, que hoy en día publican sus catálogos en línea de tal manera que permiten conocer la obra reciente de diversos artistas desde la pantalla de la computadora. Otra manera de descubrir nuevas tendencias es seguir a los artistas a través de sus redes sociales o sitios web. La mayoría de los creadores de vanguardia, así como sus galerías, tienen cuentas en plataformas digitales como Instagram y TikTok, o sus propias páginas web. Incluso, hay grupos de artistas panameños que han mostrado su trabajo a través de exposiciones virtuales, como el grupo Nuestra y la galería de arte digital Grid. Es de igual importancia estar al tanto del trabajo de artistas emergentes, como los que han participado en “Voces en acción”, un taller anual en arte contemporáneo basado en la crítica constructiva y la formación de comunidad que dirigen Donna Conlon y Jonathan Harker con el apoyo de la Fundación Casa Santa. Otros focos creativos han surgido en colectivos como La Junta (de fotógrafas mujeres y no-binaries), Fem Art Coalition (de mujeres artistas en Panamá y el extranjero) y Estudio Nuboso, una comunidad de arte y ecología que organiza eventos y residencias que se enfocan en el intercambio entre el arte y las ciencias.

Lo Nuevo