El encaje de las sirenas

Actualizado
  • 22/05/2018 00:00
Creado
  • 22/05/2018 00:00
Burano es una de las islas que se encuentran en la laguna de Venecia. La maestría de sus tejedoras atrajo la atención de Leonardo Da Vinci, que la visitó en 1481 para comprar una tela

A diferencia de Murano, no muchos han escuchado sobre aquel destino italiano conocido como Burano. Se trata de dos islas en la laguna de Venecia. Entre la comunidad turística que ha recorrido la península italiana existe el consenso de que la ciudad de Venecia representa un destino más atractivo.

¿Cómo llegar a Burano desde Venecia? Nos quedamos en un hotel en Venecia, cerca de la Piazza San Marco y San Zacarías. Ambas tienen paradas de vaporetto, que son barcos lentísimos -van como a 5 kilómetros por hora- que llevan a los turistas entre las diferentes puntos desembarque.

Algunos letreros anunciaban tours a las tres islas, Murano, Burano y Torcello. El recorrido toma cuatro horas y media, por 20 euros. Una ganga, pero optamos por comprar el boleto de uso ilimitado -que no incluye aeropuerto-, también por 20 euros. Se ofrece un descuento para quienes lo compran por más días. Los niños pagan la mitad.

El mapa de las rutas de los vaporettos es bastante complicado, por lo que puede tomar varias horas descifrarlo.

Es posible visitar las tres islas en un mismo día. La línea 12 conecta a Burano con Torcello. Son 8.6 kilómetros entre Venecia y Burano, trayecto que toma una hora y 10 minutos. Son 45 minutos, de acuerdo con Google, pero nuestra visita tuvo lugar en Semana Santa, una época en la abundan los turistas,

Cinco minutos toma el trayecto entre las islas vecinas de Burano y Torcello.

Historia de Burano

No se sabe con exactitud cuando llegaron los romanos a la isla. En el siglo sexto, la ínsula fue ocupada por habitantes de Altino, que escaparon de la invasión de los bárbaros. Existen tres historias acerca de cómo esta localidad recibió su nombre. En una se asegura que fue fundada por la familia Buriana; otra asegura que su población actual proviene de la isla de Buranello, localizada 8 kilómetros (5 millas) al sur.

La última versión es que los habitantes designaron seis puertas a la ciudad. El nombre “Burano” procede de “Porta Boreana” que significa la puerta norte de la ciudad.

Cuando era parte de la República de Venecia su población era de 8 mil habitantes, en su mayoría pobres. La agricultura y la pesca eran las actividades principales. La República existió entre 697–1797. Hoy en día es parte de Italia, Eslovania, Croacia, Montenegro, Albania, Chipre y Grecia.

Encaje renacentista

Burano se volvió importante cuando las mujeres empezaron a hacer el encaje con agujas, que fueron introducidas a través de Chipre. Leonardo da Vinci visitó la isla en 1481 y compró una tela para el altar principal de el Duomo di Milano.

El Museo del Merletto está ubicado en el interior de un Palacio Gótico, que originalmente fue una famosa escuela en Burano, dedicada a enseñar la técnica del encaje. No es algo que les interese a todos, pero quienes lo visitan pueden conocer más acerca de las técnicas y leyendas relacionadas con este arte.

Cuando era parte de la República de Venecia su población era de 8 mil habitantes, en su mayoría pobres.

Se dice que el primer encaje fue llevado por un pescador para su novia. Fue confeccionado por sirenas, con espuma de mar. La novia lo vistió el día de su boda, provocando la envidia en las otras mujeres. Los celos terminaron en competencia. Se intentó replicar la belleza del velo de las sirenas. Así nació el encaje de Burano.

Dudo que la leyenda sea cierta. Lo cierto es que la tradición del encaje se remonta al siglo XVI, cuando las mujeres de Burano empezaron a tejerlos. El museo tiene piezas que datan de esta época, entre los siglos XVI y XVII.

En Burano existen varias tiendas que venden piezas a altos precios. Es un trabajo hecho a mano, que se realiza de acuerdo con técnicas de antaño.

En total, son siete puntos. Cada uno requería de la especialidad de una mujer. Cuando ella terminaba, la pieza pasada a otra persona.

En la isla también es posible encontrar encajes hechos a máquina, a precios más económicos.

Los colores de la isla

La isla de Burano es relativamente pequeña, con 21.08 hectáreas (52 acres). Su población actual es de unos 3 mil habitantes con una densidad muy alta por falta de espacio. Es un lugar con pocas zonas verdes, como la que se encuentra frente al puerto de los vaporettos.

Una visita es suficiente para enamorarse de las coloridas casas, que reflejan su arcoiris en el agua verde de los canales. Estos colores no son para entretener a los turistas. Son utilizadas por los marineros para reconocer la suya en los días de neblina. Otra versión cuenta que las pintaron para alejar así el mal de ojo.

Los residentes de Burano no pueden pintar sus casas del color que sea. Primero deben enviar una carta al Gobierno, que a su vez enviará los colores permitidos.

La verdad es que no importa cuál sea la razón exacta. Simplemente son muy atractivos para residentes y visitantes.

La isla es un paraíso para tomar fotos y subirlas a Instagram.

Una isla de pescadores

A pesar del “sobreturismo” que recibe Venecia, Burano se mantiene como una isla de pescadores. En los canales es posible encontrar los barcos amarrados, equipados para la pesca.

Cerca de la iglesia se encuentra un mercado de mariscos al aire libre con mesas permanentes, que sólo opera los miércoles por la mañana. No es de sorprender que la especialidad gastronómica de la isla sean los mariscos.

Uno de los platos típicos es el Risotto alla Buranella, hecho del pez giozzi de la laguna. La oferta de mariscos es buena y fresca.

En las tiendas de regalos se pueden adquirir piezas del célebre cristal de Murano. Al frente se encuentra una trattoria.

La torre inclinada de Burano

Definitivamente que la Torre de Pisa es el edificio inclinado más famoso de Italia y del mundo. Pero no es el único edificio en Italia, ya que en Burano cuenta entre sus edificios con un campanario digno de mención.

La estructura es visible desde el vaporetto. Como la isla es pequeña, cuenta con una sola plaza, donde se levanta la iglesia San Martino, de la que forma parte el campanario en cuestión. Su construcción se remonta al siglo dieciocho. Desde sus inicios empezó a dar signos de hundimiento, por lo que las bases que conforman el subsuelo no lograron soportar el peso de la misma. En 1970 se practicó un trabajo de consolidación de la estructura.

El calentamiento global ha incrementado la “acqua alta”, o las inundaciones, que se dan todos los inviernos y que anegan la ciudad de Venecia y sus alrededores, lo que está causando que muchos residentes se vean  obligados a mudarse a tierra firme. Es aconsejable visitar la isla pronto, antes que posiblemente deje de existir.

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