El Casco Antiguo como un gran centro cultural y turístico

Actualizado
  • 14/12/2020 00:00
Creado
  • 14/12/2020 00:00
En nuestro recorrido se pueden ver las hermosas casonas de las familias de los patricios que fundaron la República a principios del siglo XX. Dentro de ellas, los esclavos jugaron un papel importante. Fueron los sirvientes y combinaron sus cantos, bailes y costumbres con los detalles aristocráticos, formando el modo de ser de los panameños
El Casco Antiguo, por su historia y su arquitectura es Patrimonio de la Humanidad.

Empezamos el recorrido. Atrás dejamos la iglesia con el parque de Santa Ana, y es que no formaban parte de la ciudad. Las murallas la dejaron afuera. Aunque el templo goza del estatus de ser el principal edificio del arrabal. Visitaremos sitios históricos y recordaremos personajes que se mencionan en el libro Leyendas, cuentos y tradiciones, 500 años de la ciudad de Panamá, escrito por este servidor.

Pasamos por el conocido café Coca-Cola, mudo testigo de todos los avatares políticos del siglo XX; famoso por sus sopas del mediodía, su café, y el 'club sándwich'.

El propietario señala que las calles aledañas se han quedado sin vecinos y que hoy es un sitio de turistas. Mejores tiempos vendrán, pues los edificios de alrededor están siendo adquiridos por inversionistas para devolverles el esplendor de ayer.

Después enfilamos a la ciudad de adentro, por el sitio en el que estaba la 'Puerta de Tierra'. Enseguida comienzan a aparecer edificios de una arquitectura especial, completamente restaurados. Es que el Casco Antiguo con los años recolectó diversos estilos.

Lo primero que encontramos es la iglesia de La Merced. Pocos conocen que su fachada fue trasladada piedra por piedra desde el antiguo templo en Panamá la Vieja. Fue la ciudad fundada por Pedrarias, el veterano gobernador que trajo desde España su ataúd. Para conocer más sobre esa historia, lea el primer capítulo del libro. En La Merced existe un museo religioso y están los archivos de la Catedral, y se pueden ver campanas antiquísimas.

Abandonamos la avenida Central por el famoso callejón del edificio del American Trade, y del City Bank. Hoy juntos estos imponentes edificios presentan una oferta hotelera y de convenciones. Tienen bar, café restaurante y habitaciones exclusivas. El estrecho pasadizo se abre a una hermosa plaza con la única estatua ecuestre de Panamá, dedicada al general Tomás Herrera. Allí podemos ver los restos de la muralla y el baluarte 'Mano de Tigre' que protegieron a la ciudad de los piratas.

El Casco es uno de los atractivos más importantes de la oferta turística de Panamá, además del Canal que es la mayor vía interoceánica.

Panamá fue una de las últimas ciudades amuralladas en el mundo en el siglo XVII.

En el recorrido se asoma la fachada de la iglesia de San José que nos recuerda su altar de oro. Mencionamos al poeta nacional Ricardo Miró y su poesía 'Patria'. Si uno da la vuelta atrás, quedan las humildes casonas de Santa Ana, que son los escenarios del 'Poeta del Pueblo', otro capítulo del libro.

Se trata de Demetrio Herrera Sevillano y su emblemática poesía 'Cuartos'. Mientras Miró gozó de embajadas, viajes y distinciones, el otro murió pobre y abandonado.

Es la diferencia entre la gente de adentro y la de afuera, situación que se repitió desde el siglo XVII, fecha en que se trasladó para acá esta bonita ciudad.

Sí, allá se ve la esquina de la calle 12 oeste, donde nació la canción panameña más famosa. 'El tambor de la alegría'. Allí para los carnavales se instalaba un toldo de baile muy popular. La música también es un condimento de este sitio. Valses, pasillos, y tamboreras surgieron a través de los años de compositores que aquí vivieron.

Ahora estamos frente a las ruinas de la Compañía de Jesús, las que a pesar de los siglos nos regalan su imponente figura. Allí funcionó la primera universidad del istmo. Todo terminó con la expulsión de los jesuitas de los territorios del imperio español. Nos encontramos con el Museo del Canal y el muy antiguo hotel Central, donde el escritor ubica el cuento Fiebre amarilla. Allí se narra una historia amorosa donde el francés Renard, y la criolla Rosa, apoyados por un curandero del arrabal luchan contra la muerte. Ambas estructuras recuerdan el período francés de fines del siglo XIX.

El Museo ha crecido y hoy se necesitan por lo menos dos horas para recorrerlo. Es extraordinario.

Sin embargo es la Catedral el edificio más importante de la plaza de la Independencia. Es el escenario de un relato con un narrador especial, un joven de Santa Ana que en una mañana de 1903 tropieza con una elegante señora que compra telas roja, blanca y azul, los soldados de una ronda militar también son protagonistas de la historia. El sorpresivo desenlace habla de que desde una esquina de la plaza aparece un 4 de noviembre de 1903 una bonita bandera que guiará a los patriotas de una nueva república. El autor lo tituló Sucedió en noviembre.

Nos acercamos hacia el mar en la plaza Bolívar, rodeada por el Teatro Nacional, la Cancillería y la iglesia de San Francisco , que conforman un bello escenario para el turismo.

Arquitectura clásica y religiosa que nos habla de luchas independentistas del siglo XIX y de los sueños del Libertador y su amor por Panamá.

Lo visitan más de un millón de turistas cada año.

En nuestro recorrido se pueden ver hermosas casonas de las familias de los patricios que fundaron la República a principios del siglo XX. Dentro de ellas los esclavos jugaron un importante papel. Fueron los sirvientes y combinaron sus cantos, bailes y costumbres con los detalles aristocráticos formando el modo de ser de los panameños. En Los cimarrones, el autor nos relata la llegada de los negros a Panamá, sus sufrimientos en esa travesía desde África y su paso cargados de cadenas por el Camino de Cruces.

Las damas de la clase élite, que se casaban con extranjeros, realizaban bautizos, y tenían todo un protocolo diario donde los negros eran parte.

Otra de las leyendas mencionadas es la de 'El arco chato del convento de Santo Domingo'. Se narran las dificultades de un monje dominico por construir un arco que desafiaba las leyes naturales y que duró más de 250 años. Esta proeza demuestra lo importante de las órdenes religiosas en la ciudad y en toda la época colonial en América.

Los guías turísticos recuerdan la bajada de Salsipuedes, y los misterios que se le atribuyen a la llegada de los chinos siempre en el siglo XIX. Es un periodo en el que la ciudad tomó gran auge, con el florecimiento del comercio. También es válido mencionar la del sombrero Panamá, una prenda traída desde el Ecuador y vendida en las numerosas tiendas de artesanías del lugar.

El Casco Antiguo, por su historia y su arquitectura, es Patrimonio de la Humanidad. Lo visitan más de un millón de turistas cada año. Es uno de los dos más importantes atractivos de la oferta turística de Panamá. El otro es el Canal.

Se acerca el final del recorrido y llegamos a la plaza de Francia que recuerda a los promotores del fracasado canal francés. Sobresalen su obelisco coronado por un gallo y el sitio donde fusilaron a Victoriano, un héroe nacional.

En el libro que mencionamos hay un cuento (El cholo), narrado por uno de los soldados que forma parte del piquete que disparó la sentencia de muerte.

El Casco Antiguo con sus plazas, sus iglesias, sus estrechas calles, sus restaurantes es un sitio muy divertido para toda clase de público. Turistas, familias, fiesteros; los que buscan gastronomía, la encontrarán, pero también el corazón cultural de un país.

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